Aintzane Encinas, “una superviviente del patio” que abrió muchos caminos en el fútbol femenino

La jugadora de la Real Sociedad vivió los primeros contratos para el equipo femenino, participó en las conversaciones del primer convenio colectivo y ahora guía a las nuevas generaciones

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Aintzane Encinas con la camiseta
Aintzane Encinas con la camiseta de la Real Sociedad (imagen cedida por Aintzane Encinas)

Mis compañeros podían imaginarse jugando en la Real, pero yo no”, recuerda Aintzane Encinas, dado que por entonces el club donostiarra no contaba con equipo femenino. Actualmente, ya lleva más de 16 años en el club donostiarra, 13 como jugadora, donde ella y su generación abrieron muchos caminos y alzaron la voz en muchas ocasiones por sus derechos, y después como entrenadora, donde todavía ahora guía a las jóvenes jugadoras. Con estas últimas se ilusiona y disfruta de un fútbol lleno de oportunidades, condiciones y derechos que ella no vivió: “Hoy en día se da por hecho llevar el dorsal y el nombre en la camiseta, pero antes no era así”, asegura a Infobae España.

Aintzane empezó a jugar al fútbol como cualquier niño, porque le gustaba. Ella veía que su hermano se pasaba el día dando patadas al balón y quería hacer lo mismo. La plaza a la que daba su colegio fue su primer campo de fútbol, donde protagonizaba grandes partidos con su hermano y los amigos de este. Todos más mayores que ella. A estos enfrentamientos acudía siempre con un balón extra por si no la dejaban jugar, aunque, como asegura, tuvo “la suerte o las capacidades para que me aceptaran” y no solo eso, sino que la elegían para jugar. “Fui una superviviente del patio”, considera.

Fue allí, en su colegio, donde sintió lo que era un equipo. En el Sagrado Corazón, junto al resto de chicos, dio sus primeros pasos en un equipo mixto. Justo antes de que tuviera que buscar uno femenino, una persona del Añorga, que por entonces era de los equipos punteros y referentes en Guipúzcoa, se presentó en uno de sus partidos para decirle que querían que se uniera a su equipo. Al poco tiempo de probar el fútbol femenino, la Real Sociedad, que por entonces no contaba con equipo femenino, deciden crearlo. Era el año 2004. “La Real decide ser la punta de la pirámide del fútbol guipuzcoano y ser quien guie al fútbol femenino en Guipúzcoa”, explica.

La exfutbolista Aintzane Encinas (imagen
La exfutbolista Aintzane Encinas (imagen cedida por Aintzane Encinas)

El Añorga fue quien les comunicó a ella y cinco compañeras más debían acudir a un torneo en Tolosa, donde se enfrentaron contra el Rayo. Tras ello llegaba la decisión final, donde Aintzane conocería si se harían realidad sus sueños de jugar en la Real, esos con los que soñaban sus amigos, pero ella no podía ni imaginar porque por entonces en el club donostiarra no tenía equipo femenino. Hasta ese momento. La decisión dependía de Garbiñe y de Íñigo. “Aintzane, ¿tú nunca sonríes?”, le preguntó Íñigo, para acto seguido añadir: “Pues empieza a sonreír porque vas a jugar en la Real Sociedad”, recuerda la exjugadora. “Esa fue mi entrada a la Real Sociedad”.

Por entonces, asegura Aintzane, las condiciones, los entrenamientos, el cuerpo técnico, eran muy diferentes al actual. “Nosotras íbamos, entrenábamos a última hora y nos marchábamos. Hoy en día es muy diferente, nosotros hacemos un entrenamiento integral completo, donde se tratan muchos aspectos. Desde el técnico, táctico, condicional al psicológico”. Los contratos han sido otro paso que se ha dado en el fútbol femenino, dado que cuando Aintzane comenzó ni siquiera tenían contratos. “En ese momento no le dábamos el valor que hoy en día se le da porque la situación era completamente distinta. Estar en la Real Sociedad ya era un contrato que no era de papel”.

A pesar de que inicialmente no lo tenían, la Real fue de los primeros equipos en apostar por crear los contratos para las jugadoras, aunque fue mucho tiempo después de la creación del equipo. En este sentido, reconoce: “No recuerdo muy bien cuando llegaron los contratos porque no era algo a lo que le diera valor. Yo no estaba en la Real porque para mí fuera un trabajo, sino porque el fútbol era mi pasión. Antes lo vivíamos de otra manera”. Y es que ella siempre tuvo claro que debía seguir formándose y durante cinco años compatibilizó su vida de deportista con la de estudiante, al igual que muchas otras compañeras.

Sin embargo, es consciente de la importancia de los contratos, los cuales permiten tener “unos derechos reconocidos”. La Real hizo un contrato de deportistas a todas sus jugadoras y, aunque Aintzane desconoce como se gestionaron estos acuerdos en otros clubes, sí recuerda lo que salió en la prensa: “Había clubes que querían tener a las jugadoras contratadas y pagarles un sueldo, pero lo hacían como trabajadoras de la tienda o encargadas de la limpieza”. Otro de los grandes momentos y pasos adelante del fútbol femenino fue cuando se firmó el convenio, donde Aintzane también aportó su granito de arena. “No estuve en la firma, pero sí en las conversaciones con la AFE (Asociación de Futbolistas Españoles) y reuniones previas para llevar a cabo algo importante que era que tuviéramos el primer convenio colectivo”.

La selección española femenina de fútbol se ha proclamado este domingo campeona del mundo por primera vez en su historia después de superar en la final del Mundial de Australia y Nueva Zelanda a Inglaterra (1-0), un partido decidido por un gol de Olga Carmona antes de la media hora de juego.

Un hecho que supuso un paso más en los “muchos hitos que se han ido sumando, pero se tienen que sumar muchos más”, asegura. Un avance que llega como consecuencia de las reivindicaciones de las jugadoras, aunque se trate de condiciones que deberían “tener por derecho”. Ni en la actualidad cuenta con camisetas suficientes como para regalarse a las gradas. “Ya quisiera yo poder cada partido regalar” y explica que ahora, al menos, tienen el nombre en las camisetas, porque antes ni siquiera aparecía el nombre. “Hoy en día se da por hecho llevar el dorsal y el nombre en la camiseta, pero antes no lo teníamos y finalmente lo conseguimos, fue una gran ilusión”.

La Real no fue el único gran salto en su vida, dado que también recibió la llamada de la selección para sumarse al equipo sub-19. Por entonces tan solo había dos equipos: el suyo y el absoluto, y el entrenador era el mismo para ambos: Ignacio Quereda. “Viví muchas cosas que luego se han comentado y han salido. El cambio era necesario y son las instituciones las que tienen que hacerlos”. Los cambios llegaron, Quereda salió y se dio un paso adelante al contar con un entrenador diferente para cada equipo. Son estos pasos y muchos otros los que, considera Aintzane, se deben dar para que las jugadoras sigan creciendo, porque ellas todo el nivel de compromiso para mejorar y llegar a un nivel más competitivo y “las nuevas generaciones que vienen mucho más preparadas todavía más”.

De colgar las botas a reinventarse como entrenadora de la Real Sociedad y crear la Fundación Tximist

Tras una carrera de casi 15 años y muchos hitos deportivos y extradeportivos en el camino, Aintzane decidió colgar las botas con 29 años. “Yo tenía mi trabajo, seguía formándome, el desgaste de los años, el cambio de etapas, que venían jugadoras que también tenían mucho nivel… Son cosas que te lleva a tomar decisiones”. Desde el club le comunicaron que querían tenerla como entrenadora, algo que para ella no era desconocido, ya que mientras era jugadora ejercía como entrenadora de niñas.

Aintzane Encinas con varias niñas
Aintzane Encinas con varias niñas (imagen de la Fundación Tximist, creada por Aintzane Encinas)

La propuesta del club donostiarra iba más allá de entrenar: querían que Aintzane formara el equipo femenino B, que hasta ese momento no existía. “Estuvimos viendo muchos clubes, desde niñas pequeñas, haciendo torneos, seleccionando. Entrenábamos con jugadoras de diferentes partes para poder formar el equipo. Ahora ya tenemos cuatro equipos que se nutren entre ellos”, relata.

Ahora, es ella quien acompaña a todas esas niñas en su trayectoria y su carrera para que vivan el proceso con ilusión y de una forma diferente a la que ella vivió. Aunque confiesa que está “disfrutando del actual fútbol femenino”, pero reconoce: “Sin haber vivido lo que viví tampoco sería posible. Yo viví mi época, mi aventura. Nosotras abrimos unos caminos y hoy en día les toca abrir otros”. Y aunque asegura que disfrutó mucho su etapa como futbolista, tiene un espinita que nunca pudo realizar: jugar en Anoeta con la Real Sociedad. Lo hizo con selección de Euskal Herria, pero no con el equipo de su vida.

Sin embargo, su gran sueño es otro. Siendo todavía futbolista creó la Fundación Tximist, donde trabajan a nivel nacional e internacional para que niños y niñas tengan igualdad de oportunidades en todo el mundo. “Igual parece un sueño gigante, pero he tenido la suerte de viajar por muchos países y ver la situación que existe en otros lugares y ver que muchas niñas ni tienen acceso a simplemente poder jugar por su condición de mujer o por condiciones económicas o culturales”. Para ella sería una gran contribución poder llegar al máximo número de niños y niñas para “generar ese gran cambio”. “Hay algo que nos une, que es el balón, que es el mismo para todas y todos. Entonces, ¿por qué no podemos jugar? Todos los niños tienen derecho al juego”.