Sandrine Collette, autora del mejor libro del año en Francia para sus estudiantes: “Los jóvenes no buscan novelas fáciles o ‘bonitas’”

La escritora obtuvo el premio Goncourt des Lycéens, otorgado por 2.000 alumnos del país galo, con su novela ‘Madeleine antes del alba’

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Sandrine Collette, autora de 'Madeleine
Sandrine Collette, autora de 'Madeleine antes del alba', premio Goncourt de los estudiantes. (Patrice Normand)

No tenemos en España, y tal vez deberíamos, galardones literarios como el Goncourt de los estudiantes. Cada año, varios miles de estudiantes de entre 15 y 18 años de Francia leen todas las novelas finalistas del Prix Goncourt (el premio más importante de la literatura en francés): se organizan debates, grupos de lectura y, finalmente, una votación por la que se anuncia el que consideren como “el mejor libro del año”, que puede o no coincidir con el ganador de la categoría general.

En 2024, la ganadora de esta votación fue Sandrine Collette. La autora, conocida en su país por varias novelas de género negro, cambió de registro con Madeleine antes del alba (publicada ahora en España con Editorial Tránsito). Esta novela, ambientada en Les Montées, un pueblo pequeño, aislado y, según la autora, “paralizado por siglos de sumisión” a manos de una familia de tiranos, sigue la llegada a este lugar de una niña salvaje que desconoce por completo el concepto de tener buena conducta. Es precisamente este hecho lo que acaba trastocando por completo la vida de quienes la adoptan, junto a la del resto de habitantes del pueblo.

“Los jóvenes no buscan necesariamente novelas fáciles o ‘bonitas’”, nos dice Sandrine Collette en una entrevista por correo electrónico. “Les gustan las polémicas, los temas fuertes, los cuestionamientos”. Esa es, para la escritora, una de las claves de por qué logró convencer a los estudiantes de ser merecedora del Goncourt de los estudiantes. Pero hay más: “Se identifican con el mundo de Madeleine. Ven la injusticia que sigue existiendo hoy en día, la dificultad de vivir, la dominación, las ganas de rebelarse, el deseo de libertad y, por último, la fuerza de la familia”.

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Cubierta de 'Madeleine antes del alba', de Sandrine Collette. (Editorial Tránsito)

“El bien nunca vencerá al mal”

La ambientación de la novela de Collette no parte de una fecha concreta, aunque sí se inspira en el “gran invierno” sobre el que un día leyó por casualidad. Con este término, se hace referencia al periodo de “desequilibrio climático y hambrunas” que ocurrieron en 1709. “Pensé que era muy visual, muy novelesco”, afirma la escritora, “pero también que hoy en día habíamos olvidado que no hace tiempo se vivía así y que, tal vez, no era algo garantizado”.

Por su carácter atemporal, Madeleine antes del alba tiene algo de cuento. No es, sin embargo, un cuento mágico, sino más bien un cuento “terrible”, en el que las duras condiciones de vida de los habitantes de Les Montées o la violencia mostrada forman parte del paisaje. Ya lo advierte la autora: “Si uno es impresionable, no podrá leer mis libros, ni a los 15 ni a los 50 años”. Collette nos habla del potencial de la literatura para enfrentarse al horror, en tanto que los libros “no imponen imágenes”, sino que “es el lector quien las crea”. “A decir verdad, ¡no sé si eso es del todo tranquilizador!”, matiza inmediatamente después.

Lo más aterrador de la historia, sin embargo, es pensar que las injusticias son algo que ha existido siempre y que, del mismo modo, no desaparecerán nunca. Para la escritora, esta fue la cuestión que la llevó a preguntarse por “la evolución del alma humana”. El espíritu, la moral, el ser: “Si, en general, estamos en el mismo punto que hace mil años, no es nada reconfortante”. Al mismo tiempo, encontró también algunas luces que, aunque pequeñas, servían para reducir el desequilibrio. “El bien y el mal no existen uno sin el otro, pero que el bien nunca vencerá completamente al mal, me temo”, reflexiona Collette.

'Le lagon gelé en 1709',
'Le lagon gelé en 1709', cuadro de Gabriele Bella donde puede verse un lago congelado en la ciudad de Venecia.

Comprender por qué nos rebelamos

El resultado de esta derrota es la resignación, que para la autora, no es sino “la dominación que funciona bien”. En Les Montées, la familia Ambroise trata de perpetuar su dominio mediante el miedo, un elemento que, junto con el pan y el circo que pusieron en práctica los romanos (“las redes sociales no son más que una forma actual de circo”, nos dice) impiden a la sociedad no solo moverse, sino también reflexionar. “La resignación es inmovilidad”, subraya la autora. “Y Madeleine, la extranjera, llega sin conocer los códigos de ese mundo, en particular el miedo: eso es lo que le permite cambiar el universo”.

Por eso, para Collette, Madeleine es más una “niña explosiva” que una niña salvaje, de esas que tan de moda estaban en la Francia del siglo XVIII, cuando se trataba de saber hasta qué punto el ser humano podía adaptarse a la sociedad. “No hablo de socialización”, niega la autora, “hablo de libertad y rebelión”. Madeleine llega a una aldea que lleva siglos estancada y prende la chispa necesaria para que todo estalle por los aires.

Para Collette una de las claves está en saber “por qué, en un momento dado, nos rebelamos de todos modos, poniendo en peligro nuestra vida”. En Madeleine antes del alba, esa rebelión se presenta de una forma física: el hambre, el agotamiento o el frío cobran relevancia como los engranajes ‘corporales’ del sistema descrito en Les Montées.

Lucidez frente a la idea “fácil” de entregar nuestra libertad

En las respuestas de Collette, hay una palabra que se repite una y otra vez: “Miedo”. Este es un aspecto central de la historia que cuenta en su novela, pero también una de las razones de peso que dotan de un profundo significado a la historia que escribe, incluso más allá de sus páginas. “Me parece que el miedo ha vuelto a alcanzar su nivel más alto y ha llevado a la población a hacer cosas increíbles”, opina la autora, que hace referencia a cómo fuimos incluso capaces de encerrarnos y aislarnos en nuestras casas durante meses... por miedo.

“Los medios de comunicación convencionales y las redes sociales mantienen este miedo”, denuncia, “y hoy en día se manifiesta en todas las formas de ansiedad, difuminando la realidad. Ya ni siquiera sabemos qué es verdad y qué no”. Frente a este hecho, la idea de un poder que se ofrezca a gestionarlo todo por nosotros, a cambio de que sacrifiquemos toda o parte de nuestra libertad, puede resultar tranquilizadora. “Al fin y al cabo, ser libre es una carga”, reflexiona Collette, quien solo puede esperar “que haya suficientes mentes lúcidas frente a estas terribles promesas de facilidad”.