Joaquín Sabina se despide de los escenarios definitivamente entre vítores y lágrimas

El mítico cantautor ha cerrado su gira ‘Hola y adiós’ en un concierto mítico en Madrid acompañado de su fans y amigos

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Joaquín Sabina se ha despedido
Joaquín Sabina se ha despedido definitivamente de los escenarios en su último concierto en Madrid

El último concierto de Joaquín Sabina se ha convertido en uno de esos hitos difíciles de olvidar y que pasarán a la historia de la música de nuestro país por la importancia que ha tenido el artista a lo largo de décadas.

El cantautor ha ofrecido su despedida definitiva en el Movistar Arena de Madrid, donde miles de seguidores han llenado el recinto para presenciar el cierre de la gira Hola y adiós y, con ella, el final de una trayectoria de más de cinco décadas sobre los escenarios.

La atmósfera previa al evento ya anticipaba la magnitud de la cita: la expectación y la emoción se palpaban entre el público, que aguardaba con nerviosismo y esperanza la última aparición de Joaquín Sabina en la capital.

Un resumen de sus canciones míticas

La noche ha comenzado con la proyección de Un último vals, mientras los músicos tomaban posiciones y Sabina esperaba entre bastidores. El inicio ha sido contenido, pero en cuanto el artista ha pisado el escenario, el Movistar Arena se ha inundado de aplausos y vítores.

El repertorio ha arrancado con Yo me bajo en Atocha, un homenaje a Madrid, y ha continuado con clásicos como Lágrimas de mármol, Lo niego todo y Mentiras piadosas. La comunión entre el público y el artista ha sido total: miles de voces han coreado cada estrofa, transformando el concierto en una auténtica celebración colectiva. Sabina ha interpretado sus temas más emblemáticos, acompañado por una banda de siete músicos que ha brillado en los solos instrumentales y ha aportado solidez a cada pieza.

Una imagen de archivo del
Una imagen de archivo del mítico cantante español (Crédito: Guido Adler)

El ambiente en recinto fue de una intensidad poco habitual. La emoción ha ido en aumento a medida que avanzaba la noche, especialmente cuando han sonado canciones como Ahora que..., Calle Melancolía y 19 días y 500 noches.

El público, consciente de estar viviendo un momento irrepetible, ha respondido con entusiasmo, levantándose de sus asientos para bailar y cantar. Sabina, sentado en un taburete alto y con una mesita a su lado, ha mostrado una voz quebrada pero firme, capaz de transmitir la calidez y la veteranía adquiridas tras setenta y un conciertos en diez meses.

En los descansos del artista, sus compañeros de banda han asumido el protagonismo: Jaime Asúa ha interpretado Pacto entre caballeros, Mara Barros ha deslumbrado con Camas vacías y Antonio García de Diego ha ofrecido una emotiva versión de La canción más bella del mundo.

(Crédito: Guido Adler)
(Crédito: Guido Adler)

El repertorio ha incluido piezas de ritmo pausado, como Calle Melancolía y Por el bulevar de los sueños rotos, así como temas más enérgicos en los bises, donde Sabina ha retomado el mando con Tan joven y tan viejo, Contigo y Princesa. El público ha respondido con una entrega absoluta, coreando incluso las letras de las canciones más recientes y celebrando cada intervención del artista y su banda.

Su adiós definitivo

Al término del concierto, Sabina ha saludado al público con su característico sombrero y ha abandonado el escenario por un lateral, mientras sonaba La canción de los (buenos) borrachos. La emoción ha sido palpable tanto en el artista como en los asistentes, algunos de los cuales han asegurado haber visto lágrimas en el rostro del músico. Tras el recital, Sabina ha recibido a sus amigos en una sala del recinto para una celebración más íntima.

Mara Barros con Joaquín Sabina - Y Sin Embargo Te Quiero

Antes de despedirse definitivamente, Sabina ha dirigido unas palabras a sus seguidores: “Ha sido un adiós enormemente agradecido porque he ido viendo, al vivir y viajar, cómo han viajado y crecido mis canciones y yo con ellas. Y cómo han conseguido, de un modo misterioso, colarse en la memoria sentimental de varias generaciones. Todo eso tengo que agradecéroslo a vosotros, porque sin vosotros las canciones no existirían. Gracias eternas”, ha expresado el artista.

El músico inicia ahora una etapa más tranquila, alejado del ritmo de las giras, para disfrutar de la vida junto a su esposa, Jimena Coronado, y sus dos hijas, Carmela y Rocío. Sabina dedicará su tiempo a la lectura, la escritura y la pintura.