Eduardo Sacheri escribe sobre el “trauma” argentino de las Malvinas, la guerra de la que nadie quiere hablar: “La sociedad civil apoyó un proyecto de la dictadura”

El novelista, ganador del Premio Alfaguara y autor de novelas como ‘La pregunta de sus ojos’, publica ahora dos libros sobre las vivencias de militares y familias durante la guerra que enfrentó a su país con Reino Unido en 1982

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Eduardo Sacheri, autor de 'Qué
Eduardo Sacheri, autor de 'Qué quedará de nosotros'. (Alfaguara)

Cuando Eduardo Sacheri tenía 14 años, oyó en la radio que la guerra había comenzado. “A partir de ahí, fueron dos meses y medio de no hablar de otra cosa”, cuenta el escritor de novelas como La pregunta de sus ojos (adaptada al cine como El secreto de sus ojos) o La noche de la Usina (ganadora del Premio Alfaguara e igualmente adaptada como La odisea de los giles). “En tu barrio, en tu casa, en tu escuela, yendo a hacer una compra, en todos los sitios se convierte en un tema excluyente: nadie hablaba de otra cosa que de las Malvinas”.

Paradójicamente, unos años después estudiaría historia y descubriría que, de aquella guerra de dos meses y medio, solo quedaba “un silencio” que le llamaba la atención. “El tema de Malvinas sigue presente en la reivindicación de soberanía, como antes de la guerra, pero en cuanto a esta... ahí detecto una incomodidad”. Para el escritor, esta consiste en la “ilusión” que él y, en general, la mayor parte de la sociedad argentina sintieron cuando supieron de la ocupación. “La sociedad acompañó lo que, en definitiva, era un proyecto de la dictadura militar (1976-1983)”.

Pocos hablan de la Guerra de las Malvinas, pero Sacheri, que entiende la ficción como “un buen camino para volver a pensar”, quiere hacerlo. Por eso hace tiempo ideó no una sino dos novelas, cuya primera parte llega ahora en España con Qué quedará de nosotros (Alfaguara), una historia centrada en un grupo de jóvenes militares que llegan a las islas y que viven en primera persona una derrota que vieron venir a pesar de que, a unos 1.900 kilómetros, Sacheri y el resto de argentinos esperaban una victoria militar y moral.

Trailer documental Malvinas DíaxDía

El efecto de la “experiencia límite” de la guerra

Las Malvinas son un trauma en Argentina: el trauma de la derrota. “Fue algo muy marcado”, opina Sacheri, que entiende que, a raíz de esa experiencia, sería difícil ver al mismo país incurrir en un error parecido. “Aunque digamos que la posibilidad de que cualquier sociedad cabalgue sobre una ficción de autoengaño siempre está”, matiza justo después: “Porque los humanos somos falibles y a veces ingenuos, individual y colectivamente, y en lo colectivo a veces se involucra el riesgo de otorgar la veracidad. Si son muchos los que van para allá, debe ser en esa dirección”.

Sacheri ríe cuando dice esto último. No porque no le parezca un asunto serio, sino porque a su discurso le acompaña la resignación de un historiador que, para poder comprender (y narrar) lo que ocurrió, tuvo que sumergirse en un mundo que no era el suyo, el de la guerra, y extraer de ahí lo esencial. “Mi pretensión era seguir a un grupo de seres humanos”, resume, “solo que en la última parte de la novela, todos ellos se ven forzados a simplificarse en soldados”.

Del mismo modo que las personas con una enfermedad que condiciona toda su vida, inevitablemente, pueden llegar a ver reducida su existencia a sobrevivir o padecer esa enfermedad, para Sacheri, en la guerra hay un momento en el que “solo queda espacio para ser soldado”. “Toda situación límite nos simplifica”, opina el escritor. “Nos resta partes de nuestra humanidad para concentrarse en una cosa, una situación de vida o muerte”. Después, ¿se puede volver a ser el mismo? Sacheri responde con cautela. “Yo creo que sí, aunque entiendo, de los numerosos testimonios de veteranos que recogí, que hay un trauma que queda y se tramita mejor o se tramita peor, y que uno no es el mismo tras ese tipo de experiencias”.

Un grupo de soldados argentinos
Un grupo de soldados argentinos realiza una parada durante la guerra de las Malvinas

El duro regreso de los antiguos combatientes

En el caso de las Malvinas, es posible que murieran más soldados argentinos después de la guerra (entre 350 y 500 suicidios y otros 2.300 fallecimientos por diferentes secuelas, según asociaciones de excombatientes) que durante el conflicto (649) como tal, si bien el novelista señala que, a pesar de haber dado con esas cifras, no pudo confirmarlas. “Pero tendría sentido”, concede. “La sociedad argentina, que se sintió tan incómoda luego de la guerra con la guerra, no otorgó a los excombatientes un lugar fácil. Los veteranos debieron abrirse un espacio trabajosamente para poder hablar, reconocerse y hasta ser reconocidos con pensiones y trabajos”.

Para el escritor, a quien no le pasan desapercibidos los giros imprevistos de la Historia, si Argentina hubiera ganado la guerra, la vida de esos militares y la historia reciente de su país habrían sido muy distintas. “Paradójicamente, una victoria hubiera fortalecido la dictadura militar. La derrota de las Malvinas aceleró la transición democrática. No lo juzgo, simplemente lo encuentro, y no deja de tener su punto de asombro para mí”.

Presidente de facto argentino, Leopoldo
Presidente de facto argentino, Leopoldo Fortunato Galtieri (d), saludar desde la Casa Rosada a los ciudadanos que se congregaron en la Plaza de Mayo para apoyar la recuperación de las islas Malvinas. (EFE/Víctor Buggé)

Los soldados que mejor lucharon fueron los que más murieron

El abandono de los soldados argentinos de las Malvinas empezó en el mismo momento en el que dio inicio la guerra. “Nadie piensa que va a haber guerra, ni los militares, así que el dispositivo defensivo, para cuando llegan los británicos, es un desastre: las Fuerzas Armadas saben que no tienen manera de defender las islas de un ataque prolongado británico, pero el propio entusiasmo de la población les impide retroceder. No pueden irse antes de presentar batalla”.

Es en este punto cómo, para Sacheri, emerge uno de los dilemas claves de Qué quedará de nosotros. “Cualquier guerra es un desafío brutal, pero una guerra que sabes que has perdido es un desafío todavía mayor. Porque, ¿cuál es el sentido de pelear si uno no va a cambiar el final?” El precio que, a priori, cabría pensar que los soldados debían pagar por cumplir con su deber, queda puesto en jaque cuando se piensa que eran los intereses de una dictadura los que estaban en juego.

A la falta de preparación y a la falta de legitimidad se le sumaron pronto las “numerosas” negligencias de muchos mandos superiores. A veces por ego, a veces por ineptitud, la integridad física de muchos militares se arriesgaba para nada. Por eso, hubo soldados que eligieron pelear y otros que no. “¿Y quién soy yo para decir quiénes tuvieron razón? Ahora, es notable que en los lugares donde más se peleara es donde hubo más muertos: las compañías de soldados que mejor funcionaron fueron las más castigadas. 40 años después, ¿qué soldados hicieron mejor? Yo no tengo ni idea”.

Avión derribado por la artillería
Avión derribado por la artillería antiaérea argentina durante la guerra de las Malvinas. (Eduardo Farre)

La importancia de los vínculos de amistad y el sufrimiento de las familias

El distanciamiento de Sacheri, parecido al de un historiador, deriva en una capacidad de plasmar en sus protagonistas lo esencial de todos los testimonios que ha ido descubriendo para escribir su novela. “En ellos, la cuestión de la amistad surge una y otra vez”, incide. “Soldados que se sintieron muy solos y soldados que sintieron que al menos estaban con sus amigos y que eso lo cambiaba todo”.

Ello fue lo que le llevó a decidir situar el centro del relato en un grupo de amigos soldados, en los que algunos se conocían antes de la guerra y otros ya en las Malvinas. Sea de una forma u otra, la literatura se convierte en un espejo múltiple: hay quienes evocan vínculos de maltrato, tortura y abuso, pero también gestos de humanidad inesperada. “Intenté reflejar la multiplicidad que fue eso y que cada cual se pueda sentir reflejado en lo que prefiere y no decidir yo una sola mirada”.

Como es a ellos a quienes debe la historia, reconoce que le importa especialmente que “no sientan que mi novela es un tratamiento liviano de lo que vivieron”, algo que le entristecería mucho. Para el autor, el mayor cuidado reside en no “encajonar” al lector en una única interpretación. “Mi libro es una invitación a pensar en algo”, describe, “pero yo no soy quién para indicarle al lector una línea de lectura, porque es algo que no me gusta como lector, siento que me quita libertad”.

Por último, Sacheri habla de la figura de los familiares de los soldados, en quienes se centra en la segunda parte del díptico de novelas que ha preparado, titulada Demasiado lejos. “Son los que peor lo pasaron: les tocó ser la minoría que sí estaba preocupada, que temía esa dimensión de tragedia que la guerra contiene. Si eso siempre es doloroso, que a tu alrededor la mayoría de la gente esté en una fiesta lo vuelve algo peor”. Demasiado lejos, que el autor ya ha publicado en Argentina, llegará a España en los próximos meses.