
La nueva versión de Frankenstein de Guillermo del Toro se ha convertido en un auténtico fenómeno audiovisual después de su estreno en Netflix.
El director mexicano llevaba años adaptar la novela de Mary Shelley y, en realidad, buena parte de su cine ha girado en torno a ese mito sobre el monstruo o las criaturas inadaptadas que buscan su lugar en el mundo.
La película, ha sido elogiado por su fidelidad a la novela original, termina, sin embargo, con una cita de Lord Byron: “Y, así el corazón, por roto que esté, seguirá viviendo”.
El propio Guillermo del Toro explicó por qué introdujo esta cita: “Cuando algo te rompe el corazón, intentas seguir adelante. Y eso es lo que ocurre en la película, que el sol sale de espaldas al capitán y enfrente de la criatura”. Cuenta también que ese poema lo escribió Lord Byron inspirándose en la batalla de Waterloo y esta contenido en La peregrinación de Childe Harold.
La cuestión, en este caso, sería resaltar la vinculación que Lord Byron tuvo con la autora de Frankenstein, Mary Shelley. Ambos eran conocidos y, precisamente, la creación de la novela según se dice, se gestó durante un verano que pasaron juntos con un grupo de amigos.
El “año sin verano”
Fue durante el verano de 1816, que pasaría a la historia como el “año sin verano”, por culpa de una anomalía climática provocada por la erupción del volcán Tambora en Sumbawa (Indonesia) en abril de 1815. La enorme cantidad de polvo y azufre expulsada a la atmósfera oscureció los cielos de todo el planeta, alterando los ciclos agrícolas y provocando un frío persistente incluso en regiones habitualmente cálidas.

En este contexto de adversidad meteorológica, un grupo de jóvenes británicos se reunió en la Villa Diodati, una mansión situada a orillas del lago Lemán, cerca de Ginebra. Entre ellos se encontraban el poeta Percy Bysshe Shelley, su amante Mary Godwin (futura Mary Shelley), la hermanastra de esta, Claire Clairmont, el célebre Lord Byron y su médico personal, John William Polidori. La climatología adversa les obligó a permanecer recluidos durante días, lo que propició largas veladas dedicadas a la lectura y la conversación.
El nacimiento de dos mitos literarios
Durante una de estas noches, Lord Byron propuso a sus acompañantes un reto: cada uno debía escribir una historia de terror. La propuesta, que, en un principio parecía un simple pasatiempo, resultó ser el germen de dos de los grandes mitos de la literatura gótica: Frankenstein y El vampiro.
Mientras que Byron y Shelley, los dos poetas consagrados, no llegaron a completar sus relatos, Mary Godwin y Polidori sí que dieron forma a obras que han perdurado en el tiempo.
La atmósfera de la Villa Diodati, marcada por la lluvia incesante, los truenos y la oscuridad, al parecer favoreció la creación de un clima de inquietud y misterio. El grupo pasó horas leyendo relatos de terror, especialmente la antología alemana Fantasmagoriana, y debatiendo sobre los avances científicos de la época, como los experimentos de Luigi Galvani con electricidad y las especulaciones sobre la posibilidad de devolver la vida a la materia muerta.
La gestación de Frankenstein
Mary Godwin, que entonces tenía diecinueve años, encontró en este ambiente la inspiración para su relato. A partir de un sueño que tuvo, comenzó a confeccionar la historia de Frankenstein, en la que científico suizo, Victor Frankenstein, que lograba infundir vida a un cuerpo construido a partir de restos humanos, utilizando la electricidad como fuente de animación.
La novela, publicada en 1818 bajo el título Frankenstein o el moderno Prometeo, apareció de forma anónima y dedicada al padre de Mary, William Godwin. En 1822, la obra ya incluyó la firma de la autora, y en 1831 Mary Shelley ‘reescribio’ la historia, dando lugar a la versión definitiva que ha llegado hasta la actualidad.

El personaje de Victor Frankenstein se inspiró, según algunos expertos en figuras como Luigi Galvani, pionero en el uso de la electricidad para provocar movimientos en animales muertos, y en el alquimista Johann Konrad Dippel, conocido por sus experimentos con cadáveres en el castillo de Frankenstein, cerca de Darmstadt (Alemania).
La novela se encargó de reflejar las preocupaciones científicas y filosóficas de su tiempo, abordando cuestiones como la legitimidad de la investigación científica y los límites de la creación humana.
El vampiro de Polidori y la sombra de Byron
El otro gran mito surgido de aquellas noches fue El vampiro, obra de John William Polidori. El protagonista, Lord Ruthven, era un aristócrata inglés de modales refinados y carácter seductor, cuya misión era atraer a jóvenes inocentes para alimentarse de su sangre. El personaje guardaba un notable parecido con Lord Byron, tanto en su aspecto como en su actitud, y la primera edición de la novela apareció erróneamente atribuida al propio Byron, un equívoco que el poeta no se apresuró a desmentir.
El vampiro, publicado en 1819, fue el antecedente directo del Drácula de Bram Stoker y dio origen a una de las sagas literarias y cinematográficas más populares de los últimos siglos. Polidori, sin embargo, no llegó a disfrutar del reconocimiento en vida y ha falleció prematuramente, mientras que su obra alcanzó una gran influencia en la cultura popular.
Relaciones personales y legado
La convivencia en Villa Diodati estuvo marcada por la intensidad de las relaciones personales y la complejidad de los vínculos entre sus habitantes. Byron y Shelley desarrollaron una amistad profunda, cruzada por la admiración y la perplejidad, mientras que Claire Clairmont, hermanastra de Mary y amante de Byron, desmpeñó un papel central en la reunión del grupo. La atmósfera de la mansión, alimentada por la lectura de relatos de terror y las tensiones emocionales, contribuyó a la gestación de las obras que han marcado la literatura gótica.

Mary Shelley, nacida en Londres en 1797, creció en un ambiente intelectual y estuvo expuesta desde niña a las tertulias literarias y filosóficas organizadas por su padre. Su relación con Percy Shelley, iniciada en 1814, estuvo marcada por la oposición familiar y las dificultades económicas, lo que llevó a la pareja a una vida itinerante por Europa antes de recalar en Suiza.
El destino de los protagonistas maldito
Los años posteriores a aquel verano estuvieron marcados por la tragedia para muchos de los protagonistas. Todos los hombres que residieron en Villa Diodati fallecieron en los ocho años siguientes: Polidori se suicidó a los veinticinco años, Shelley murió ahogado en la bahía de La Spezia en 1822 y Byron falleció en 1824 en Missolonghi, luchando por la independencia de Grecia. Mary Shelley sobrevivió hasta 1851, consagrada a la literatura y al cuidado de su hijo. Toda esta historia se encuentra recogida en una estupenda película del español Gonzalo Suárez, titulada Remando al viento (1988), protagonizada por Hugh Grant.
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