
Hay palabras tan grandes que nos pasamos la vida buscándolas. Palabras como justicia, por ejemplo, por la que países enteros han arrasado con otros y por la que unos, cuando no los otros, han creído tener la razón para actuar. Pero, ¿qué es la justicia? Eso es lo que Janne Teller, célebre escritora danesa y exasesora de la ONU para la resolución de conflictos en diferentes países, nos pregunta durante la entrevista... justo después que le preguntemos si ella misma cree en lo que significa esa palabra.
“En algún momento de nuestra vida, nos enfrentaremos a una injusticia, sea grande o sea pequeña, y tenemos que hacernos esta pregunta: ‘¿Qué hago ahora mismo?’”. Venganza, perdón, equilibrio. “Es una duda sumamente humana, pero en cualquier caso es entonces cuando debemos tener en cuenta que da igual lo que las personas pensemos sobre la justicia, porque a veces hay que enfrentarse a la idea de que no puedes afrontarla”.
Esta misma cuestión es la premisa de la nueva novela de Teller, Justicia (Seix Barral), un thriller lleno de tintes políticos y filosóficos en torno a la figura de Teodor Merlin, un diplomático que busca averiguar la verdad sobre la muerte, en extrañas circunstancias, de su propia hija. El fallecimiento de Joanna (así se llama) se produjo en un muro de los Territorios Ocupados por Israel desde la guerra de los Seis Días, en las zonas de Gaza y Cisjordania. Era desde allí donde la joven realizaba una protesta justo antes de morir. “Nunca va a haber justicia para la persona muerta. Pero, ¿qué se hace entonces? Las personas que sobreviven, la familia, ¿qué hacen en ese momento?”, dice la autora.

Una pregunta inicial
La cuestión de qué es lo justo y cómo conseguirlo es, en palabras de la escritora, “una pregunta sumamente humana”. Ella, que dedicó parte de su vida profesional a la resolución de conflictos en lugares como Tanzania, Mozambique y Bangladés, y que trabajó para Naciones Unidas antes de consagrarse a la literatura, traslada sus vivencias al papel, ahondando en la universalidad y el sufrimiento que acompañan a cualquier deseo de justicia.
Este tipo de cuestiones han preocupado a Teller desde que, a mediados de los años 90, decidiera abandonar su trabajo en las misiones de paz para dedicarse a escribir novelas. “Son mi fuerza motriz”, reconoce la escritora de obras tan exitosas (y controvertidas) como ‘Nada’ o ‘Ven’, también fundadas en dilemas éticos y problemas filosóficos que nos apelan. “Cuando tengo un tema de interés, que a veces son varios, empiezo a trabajar los personajes para que ese tema subyacente les acompañe durante todo el libro”.
A modo de bisturí, sus novelas abren en canal y diseccionan las múltiples reacciones que podemos tener frente a situaciones donde es difícil decidir qué es lo que está bien y lo que está mal. “Hoy el problema es que obtenemos tantas narrativas creadas en tantas direcciones que es muy difícil llegar a un acuerdo incluso sobre hechos comunes”, considera Teller. “La literatura busca una verdad humana. Cuando alguien está triste, llora, esa es una verdad humana. La forma en que nos sentimos cuando estamos tristes es la verdad más profunda, y es ahí donde la literatura nos puede ayudar”.

Un bisturí ético
El trabajo ético de las novelas de Teller conlleva un cierto distanciamiento con todos los personajes, que podría relacionarse fácilmente con el trabajo en el mundo de la diplomacia del protagonista de Justicia. “Un cirujano no puede sentir emociones por la persona que está operando, porque si no, no podría cortar, abrir por la mitad, sacar los órganos y hacer lo que tiene que hacer. Hay profesiones en las que tienes que dejar la humanidad de lado para poder desempeñarla bien”.
De este modo, desde su experiencia trabajando para organismos internacionales, Teller considera que el equilibrio entre la distancia racional y el compromiso es un elemento clave en este tipo de oficios. “Tienen que mantener el compromiso humano suficiente para emocionarse por lo que sucede, pero no involucrarse emocionalmente al punto de estar abrumados”. El caso del padre de Joanna, atrapado entre la frialdad diplomática adquirida y el duelo, ilustra ese coste psicológico: “No fue capaz de lidiar con el duelo de la muerte de su hija... hasta que encuentra una serie de pistas y empieza a preguntarse si las cosas sucedieron tal y como le habían contado”.

Una historia situada en Oriente Medio
La localización de Justicia en los Territorios Ocupados tiene un peso simbólico y político evidente, si bien Janne Teller no oculta que el origen de su novela es anterior al actual conflicto. “Empecé a escribir esta novela hace 20 años. Siempre supe que quería escribir sobre el conflicto entre Israel y Palestina... Pienso, desde que trabajé en la ONU, que el pecado original de la ONU es cómo fue creado Israel, porque se hizo de una forma que no protege los derechos de los palestinos ni cumple con los tratados internacionales”.
No obstante, aclara que su obra rehúye el maniqueísmo: “No estoy hablando contra los israelíes; siento que los judíos merecían tener su tierra, merecían seguridad, especialmente tras el Holocausto. Pero los palestinos no fueron los culpables del Holocausto y han pagado por la creación del Estado de Israel. Es un tema profundo que la ONU nunca ha resuelto ni enfrentado”. Esa fue la complejidad que puso freno a la escritura de Justicia hace dos décadas. “Por mucha investigación que hiciera, no sabía cómo escribirlo de manera creíble, no siendo ni israelí ni palestina ni judía”, explica la autora, que también ha abordado otros escenarios en su literatura, como los Balcanes o las guerras escandinavas.
Todo cambió cuando se le ocurrió focalizar la trama en la figura de la hija activista, una persona que, desde su posición externa al conflicto, decide defender a los débiles frente a los fuertes. Con todo, cuando finalizó la novela, Teller vio cómo el conflicto estallaba de nuevo y se sintió profundamente inquieta. “De pronto, todo lo que abordaba estaba en todas las agendas políticas. Mientras escribía, no podía saber que ese sería el tema del momento”.
La transformación del lector
Ya sea en el terreno de lo político o lo personal, el objetivo de Jane Teller en Justicia no es moralizar ni posicionarse frente a una conducta concreta: “No quiero decirle al lector ‘así se actúa, así se deben tomar las decisiones’, porque entonces mi literatura sería aburrida. Pero sí creo que cuanto más sabias son las personas, mejores decisiones toman, y la literatura es una de las formas de convertirse en alguien más sabio”.
Teller, que confiesa confiar en “la bondad del ser humano, aunque tal vez sea algo inocente”, defiende que, si se da a las personas el espacio y la valentía de pensar por sí mismas, “intentaremos ser mejores y tener mejores valores”. De ahí el valor que puede llegar tener un libro: “Como seres humanos solo tenemos una vida, pero la literatura nos permite experimentar muchas. Nos volvemos más sabios viviendo los distintos universos literarios, acompañando a los personajes en situaciones vitales que nos obligan a repensar nuestras creencias y emociones”.
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