Eduardo Mendoza recibe el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2025: “No sirvo para prever el futuro, pero no me gusta como lo veo hoy en día”

El escritor de ‘Sin noticias de Gurb’ ha recibido el premio por “ser un proveedor de felicidad para los lectores“

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Pocas personas en España no han oído alguna vez hablar dede Eduardo Mendoza. El escritor, autor de obras tan conocidas como La verdad sobre el caso Savolta o Sin noticias de Gurb ha recibido este viernes el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2025, un reconocimiento a una trayectoria que abarca medio siglo de dedicación a la narrativa.

El Teatro Campoamor de Oviedo ha acogido un año más la ceremonia de premios que lleva el nombre de la princesa Leonor, quien ha asistido junto a sus padres, los reyes de España, y su hermana, la infanta Sofía. "Este premio ha sido para mí una sorpresa, un honor y una alegría y también un incentivo. Si no me miro al espejo, todavía me considero una joven promesa de la narrativa española“, ha comenzado su discurso con su característico tono humorístico.

El autor barcelonés ha querido restar importancia al mérito personal y ha atribuido el reconocimiento a su obra, compuesta por decenas de obras. “No me han premiado a mí, no merezco gran cosa, sino a mi obra. Una obra es una suma de muchos factores”, ha señalado. También ha recordado su infancia y juventud como un periodo decisivo en su formación literaria: “Tuve la suerte de nacer y criarme rodeado de libros y de personas que me leyeron en voz alta. Me estimularon y me orientaron”.

“Salí vago, malgastador y un poco golfo”

Mendoza ha evocado su educación escolar, “estricta, tediosa y opresiva”, que le inculcó las virtudes del trabajo, el ahorro y el decoro. “Gracias a ello salí vago, malgastador y un poco golfo. Tres cosas malas en sí, pero buenas para escribir novelas”, ha bromeado.

El escritor ha dedicado parte de su intervención a Barcelona, la ciudad que ha servido de escenario y materia narrativa para buena parte de su obra. La ha descrito como “una ciudad de tamaño medio, cálida y soleada, tranquila, laboriosa y conservadora”, pero también con “un interesante pasado turbulento y criminal del que me apropié para escribir”. En su opinión, “las ciudades, como las novelas, son de todos y no son de nadie”.

Mendoza ha querido expresar su gratitud hacia las personas que lo han acompañado a lo largo de su vida y carrera: “Lo debo a los amigos, a los maestros y a las personas que me han querido y me quieren: mi mujer, mis hijos, mi familia, mis editores, mis agentes”. Y, con su habitual ironía, ha añadido: “Lo demás es mérito mío, que ya está bien de modestia”. El autor ha confesado sentirse especialmente conmovido por el cariño de sus lectores. “Alguien me ha llamado proveedor de felicidad. Es el mejor elogio que he recibido en mi vida. Ojalá fuera cierto, aunque sea en dosis homeopática”, ha añadido.

En la parte final de su discurso, Mendoza ha reflexionado sobre el presente y el paso del tiempo. “No sirvo para prever el futuro, pero no me gusta cómo lo veo hoy en día”, ha reconocido. “Los años me han hecho valorar sobre todas las cosas el respeto. Y si algo me han enseñado es que todo es relativo. O quizá no”.

El escritor ha cerrado su intervención recordando a su amigo Joan Manuel Serrat, quien un año antes había concluido su discurso en el mismo escenario recitando Els veremadors. “Como preferirán ustedes que no lo haga, termino sinceramente, conmovido y agradecido”, ha concluido.