Se ha estrenado en Apple TV+ un documental que podríamos considerar como definitivo a la hora de repasar la vida personal y la trayectoria profesional de Martin Scorsese.
Se titula Mr. Scorsese, lo ha dirigido Rebecca Miller y, a lo largo de 5 capítulos nos adentramos en los dilemas morales, las adicciones y las contradicciones que han marcado al director de títulos como Taxi Driver o Toro Salvaje.
Una infancia marcada por el asma
La infancia de Scorsese estuvo marcada por el asma, una condición que lo obligó a pasar largas horas en cines con aire acondicionado, el único refugio donde podía respirar con normalidad. Este hábito, lejos de ser solo una medida terapéutica, se convirtió en el germen de su vocación. Era como si su vida, dependiera, casi literalmente, de esas sesiones de cine.
La serie recorre desde los años formativos del director hasta el proceso de creación de Los asesinos de la luna (2023), su más reciente largometraje.
A lo largo de este viaje, Miller (hija del dramaturgo Arthur Miller y esposa de Daniel Day-Lewis) teje un retrato coral en el que intervienen figuras como Robert De Niro, Leonardo DiCaprio, Steven Spielberg, Jodie Foster, Thelma Schoonmaker y Robbie Robertson, además de familiares y amigos de la infancia.
Entre la fe, la violencia y las adicciones
Uno de los ejes centrales del documental es la tensión entre la espiritualidad católica de Scorsese y su fascinación por la violencia. El propio Scorsese se interroga en la serie: “¿Somos intrínsecamente buenos o malos?... Ésta es la lucha. Y yo lucho con ella todo el tiempo”.
La relación de Scorsese con el cine ha sido, en muchos momentos, una tabla de salvación frente a sus demonios personales. Tras el fracaso comercial de New York, New York (1977), el director cayó en una espiral de adicción a la cocaína que lo llevó al borde de la muerte. “La mayor parte de mí quería morir. Porque en ese momento no podía hacer más mi trabajo. Me sentía incapaz de crear”, confiesa Scorsese a Rebecca Miller ante las cámaras.

El episodio culminó con una hospitalización por una sobredosis casi mortal en 1978. Fue entonces cuando Robert De Niro lo visitó y lo convenció de embarcarse en Toro salvaje, un proyecto que marcaría su resurgimiento. “No podía entender la obsesión de Bob (De Niro) con ese proyecto, hasta que, finalmente, pasé por ese duro periodo yo también”, recordó Scorsese. “Salí del otro lado y me desperté un día vivo... aún respiraba”, añade.
La dinámica de caída y resurgimiento se repitió a lo largo de la carrera de Scorsese. Los fracasos de taquilla, como el de El rey de la comedia (1982), lo alejaron temporalmente de Hollywood, mientras que éxitos posteriores, como Uno de los nuestros (1990), le devolvieron el reconocimiento. “La cantidad de veces que Marty fracasó es sorprendente. Incluso después de haber hecho varias obras maestras, hubo momentos en los que prácticamente lo dieron por acabado. A lo largo de su carrera, ha tenido que reinventarse mil veces”, ha contado Miller.
La serie también aborda los episodios de ira y los conflictos personales del director. Isabella Rossellini, tercera esposa de Scorsese, relató: “Podía demoler una habitación entera y luego no recordarlo. Al menos a mí nunca me pegó”, cuenta en el documental.
Durante el rodaje de Gangs of New York (2002), un enfrentamiento con el productor Harvey Weinstein terminó con un escritorio volando por la ventana. El propio Scorsese reconoce que la psicoterapia fue fundamental para superar estos impulsos: “Si no fuera por mi doctor (cinco días a la semana, llamadas telefónicas los fines de semana, un trabajo fuerte y constante para enderezar mi cabeza) estaría muerto”, declara en la serie.
Una vida familiar caótica
La vida familiar de Scorsese también aparece bajo una luz compleja. Sus tres hijas (Cathy, Domenica y Francesca) relatan la distancia emocional que marcó su infancia debido a la dedicación absoluta de su padre al cine.
Domenica Cameron-Scorsese describió la experiencia de trabajar con él en La edad de la inocencia (1993) como un momento de conexión: “Si está trabajando en la película, está ahí, está en la película. Y si no estás en la esfera de esa luz... puedes sentir su ausencia”. En la actualidad, la relación con su hija menor, Francesca, ha contribuido a mostrar una faceta más relajada y cercana del director, quien se ha convertido en una figura popular en redes sociales.

El documental no elude las controversias que han acompañado la obra de Scorsese. Taxi Driver (1976) y El rey de la comedia (1982) generaron debates por la representación de la violencia y la marginalidad, llegando incluso a influir en hechos reales, como el intento de asesinato del presidente estadounidense Ronald Reagan en 1981, motivado por la obsesión de John Hinckley Jr. con Jodie Foster y el personaje de Travis Bickle.
Scorsese llegó a asistir a los Oscar con chaleco antibalas tras el atentado, según relató Rossellini en la serie. “¿Me gustó lo que pasó? No. ¿Sentimos que hicimos bien en hacer esa película? Sí”, afirmó el director a The Guardian.
La dimensión religiosa de su cine, especialmente en títulos como La última tentación de Cristo (1988) y Silencio (2016), ha suscitado tanto admiración como rechazo. La primera fue objeto de protestas y prohibiciones en varios países antes incluso de su estreno. Para Scorsese, la representación de la violencia en pantalla solo tiene sentido si refleja la realidad humana: “Mostrar actos violentos en pantalla es valioso si es violencia de verdad, porque todos los seres humanos son capaces de tales acciones si se les empuja”, sostiene en la ‘docuserie’.

En el tramo final de la serie, se muestra a Scorsese junto a su esposa Helen Schermerhorn Morris, enferma de párkinson, y a su hija Francesca, quien ha contribuido a su reinvención pública. A los 82 años, el director se define como un hombre de familia más sereno, aunque reconoce que la soledad y la introspección siguen presentes en su vida. “Hay mucho invertido en mi vida personal en casa... Así que donde solíamos celebrar cenas y cosas así, todo eso se está reduciendo mucho, mucho. Así que estoy bastante solo. E invariablemente, si me reúno con gente, es por negocios”, confesó Scorsese a GQ.
La serie Mr. Scorsese se erige así como un testimonio esencial para comprender la compleja relación entre arte, fe, violencia y redención en la obra de uno de los cineastas más influyentes de Estados Unidos, cuya vida y carrera han estado marcadas por una constante lucha entre la autodestrucción y la búsqueda de sentido.
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