Los cien libros de Antonio Martínez Asensio (’Un libro, una hora’): “A una novela le doy 80 páginas como mucho y si no me está dando lo que yo necesito, la dejo”

Después de varios años repasando algunas de las mejores obras de la literatura universal en su programa radiofónico, el periodista publica un ensayo en el que recomienda varios títulos que le marcaron para siempre

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Cubierta de 'Cien libros, una
Cubierta de 'Cien libros, una vida', de Antonio Martínez Asensio. (Aguilar)

Antonio Martínez Asensio ordena los libros por países y siguiendo las letras del alfabeto: a los libros de autores de Albania le siguen los de Alemania, no tardan en llegar a Argentina y en algún momento, poco después de las novelas breves de Stefan Zweig, llegan los escritores belgas. “Los hispanoamericanos están en esta estantería y los españoles, por otro lado”, señala en el salón de su casa, poco antes de que comience su entrevista con Infobae España.

En otro espacio aparte, no obstante, se acumulan los libros de Un libro una hora, el programa que presenta en Cadena SER cada semana desde el 29 de junio de 2019 y con el que acerca a sus oyentes las grandes novelas de la literatura universal. En otros estantes, también se pueden encontrar los títulos de los que ha hablado junto a Àngels Barceló en La Biblioteca de Hoy por hoy. “Empiezo a tener una ordenación un poco neurótica”, comenta al acabar el paseo por su biblioteca doméstica frente a una única columna casi tan alta como él, “aquí es donde tengo los libros que me quiero leer... hasta que me doy cuenta de que no me los voy a leer y entonces los coloco en su sitio”.

Es inevitable pensar, durante sus explicaciones, que lo que Antonio Martínez Asensio lleva haciendo durante décadas, tanto por escrito como a viva voz, es compartir pequeños pedazos de su casa. Palabras que alguna vez entraron al ser leídas, lo atravesaron y lo habitaron, para finalmente ser asignadas en algún lugar en el estante, como tantas otras buenas historias que recuerda y que (tal vez) ha olvidado. El ejercicio no es muy diferente, entonces, del que realiza en su nuevo libro, Cien libros, una vida (Aguilar), donde a través de un centenar de títulos comparte no solo da su impresión sobre algunos de los mejores clásicos (pasados, presentes y futuros) de la historia de la literatura, sino que también comparte hasta qué punto llegaron a convertirse en parte de su hogar.

Antonio Martínez Asensio, autor de
Antonio Martínez Asensio, autor de 'Cien libros, una vida'. (Aguilar)

Los dos libros que le convirtieron en lector

-Pregunta: ¿Cómo ordenas las ideas cuando vas a hablar de un libro?

-Respuesta: Es un proceso muy peculiar. Cuando hago Un libro, una hora lo que hago es leerme el libro con un lápiz siempre en la mano y marcar un poco las cosas que van a estar en el programa. Toda esa información tiene que acabar en un guion de 22 páginas, con lo que hay decisiones muy creativas: evidentemente no te cabe todo lo que el libro contiene, con lo que tienes que seleccionar un poco lo esencial. Cuando, en cambio, son libros con los que voy a hacer una entrevista, es totalmente distinto. Trato de recorrer todo el libro, de destacar un poco las cosas importantes y lo que a mí me gustaría que me contara el autor sobre ese libro. Siempre dicen que la novela es el género que te plantea preguntas y el ensayo es el género que te las contesta. Bueno, pues al final se trata de detectar cuáles son esas grandes preguntas en las novelas.

-P: ¿Cómo empieza tu pasión por la lectura?

-R: Hay dos libros que a mí me hicieron lector. Uno, claramente, es El conde de Montecristo. Cuando lo leí, decidí que eso era a lo que me quería dedicar: me quería dedicar a leer. El otro fue Cien años de soledad, libro que he releído muchísimas veces y que cada cierto tiempo tengo la necesidad de volver a él. A partir de ahí, no hay nada que me haya gustado tanto como que alguien me cuente una bella historia y me la cuente bien. Que alguien utilice las palabras, la gramática, la lengua para descubrirme otras cosas, otras emociones que son difíciles de descubrir si no es con algo artístico.

-P: Ya que mencionas que El conde de Montecristo te hizo lector, cuando yo vi que estaba el primero en la lista de Cien libros, una vida, pensé que era muy atrevido poner un libro de 1.200 páginas para empezar.

-R: Es verdad, pero es un libro tan apasionante. La historia del Conde de Montecristo la tenemos ya muy trillada, porque el tema de la venganza y demás está muy trallado. Pero claro, es que la historia que cuenta Dumas es apasionante. Un hombre es traicionado por todo el mundo: por el tío que se quiere quedar con su novia, que se la queda, por el tío que se quiere quedar con su trabajo, que se lo queda, y por un juez corrupto; el hombre acaba encerrado en una cárcel para toda la vida, pero consigue escaparse con el tesoro más grande de la historia, escondido en una isla, y consigue organizar una venganza tan terrible que termina machacando a todos los que no son sus enemigos. Sí, es verdad, es un libro de 1.200 páginas, pero fíjate, yo lo recuerdo cuando lo leí un poco como ahora se ven las series: me pegué un maratón y me leí todos los capítulos. Me encerré en mi habitación, que imagínate lo friki que debía ser que me leí El conde de Montecristo y me lo pasé maravillosamente.

"El conde de Montecristo" de
"El conde de Montecristo" de Alejandro Dumas

Las novelas que todo el mundo debería leer

-P: Cien libros, una vida; Un libro, una hora... la fórmula indica una clara relación entre la lectura y el tiempo. A mí me hace pensar en que, a veces, no da tiempo a leer todo lo que querríamos.

-R: Claro. A mí me lo preguntan muchísimo: ‘¿Cómo haces para leer tanto?’. Yo elijo. No veo la tele, por ejemplo. Al final te das cuenta de que dos horas diarias por la noche más el tiempo que le dediques a lo largo del día, te da tiempo suficiente como para leer. Pero claro, tienes que elegir, y creo que el problema es que ahora vivimos un poco en el reino de lo rápido y lo inmediato. Hay que disfrutar del placer. Yo ahora estoy de vacaciones y una de las cosas que más estoy disfrutando es que me levanto por la mañana, desayuno tranquilamente y me pongo a leer y a no hacer nada. Es una gozada, pero claro, requiere tiempo, paz y tranquilidad.

-P: Es algo que no abunda.

-R: Y que no hacemos.

-P: ¿Consideras que hay libros que hay que leer sí o sí en la vida?

-R: Yo creo que sí. Cien libros, una vida no pretende ser un canon de los libros que hay que leerse. Son mis libros, libros que a mí me han marcado. Pero creo que sí, que hay libros que todo el mundo debería leer, aunque yo también soy un firme defensor de que hay que leer lo que uno quiera y que no pasa nada si no te has leído El conde de Montecristo o el Ulises. Creo que es una buenísima experiencia, igual que le diría a todo el mundo ‘mira, tienes que ir al Museo del Prado y ver Las Meninas, tienes que ir al Reina Sofía y plantarte delante del Guernica’, porque creo que es una experiencia intelectual y emocional intensa y creo que hay que hacerlo. En ese sentido, hay joyas como Cien años de soledad o muchos otros que, para mí son tal placer, que yo creo que todo el mundo lo debería hacer. La lectura tiene algo de educación emocional, nos enseña territorios y emociones que nunca vamos a experimentar si no es a través de ella.

Cubierta de 'Cien libros, una
Cubierta de 'Cien libros, una vida'. (Aguilar)

“Hay gran literatura y literatura de entretenimiento”

-P: ¿Hay algún título en tu libro con el que dudaras hasta el último momento de si entraba o no y al final se quedara fuera?

-R: Sí, por ejemplo Moby Dick. Estuve tentado de meterlo y de hecho escribí el capítulo, pero al final se quedó fuera porque elegí Bartleby el escribiente. El río de la luna, de José María Guelbenzu, que acaba de morir y fue uno de los libros que más me maravilló en mi juventud. Al palo se quedó también La náusea de Sartre.

-P: Hablando de libros que se quedan fuera, imagino que en tu caso y en el de muchas personas hay libros que uno ya decide, desde el principio, que no va a leer.

-R: Y hay otra cosa que desgraciadamente hago hasta yo, que era un militante de no dejar los libros y ahora a un libro le doy 60 u 80 páginas como mucho, y si el libro no me está dando lo que yo necesito o lo que espero o no me está gustando, lo dejo. O sea, es que no tengo ninguna piedad. Luego es verdad que también hay libros que son un poco inabarcables. El otro día me dio por cogerme a Proust, que lo tengo aquí, y empezar a leer. Pero claro, la tentación de En busca del tiempo perdido son siete tomos de 500 páginas. No es que digas que le vas a dedicar un verano, es que le tienes que dedicar una vida a Proust. Hay momentos en los que dices basta. A mí me pasa un poco porque no llego: si yo tengo que entrevistar a alguien todas las semanas y me leo un libro de mil páginas todas las semanas, es que no llego. Además, está el FOMO, porque mientras estés leyendo un libro de mil páginas a lo mejor te estás dejando diez de doscientas. Hay muchísimo que leer, muchísimo más bueno de todo lo que podrías llegar a leer. Lo que pasa es que también hay mucho malo, así que es también es bueno distinguir.

-P: ¿Hay buena y mala literatura?

-R: Los gustos están muy bien. Que cada uno lea lo que quiera, en función de lo que necesite, de lo que espere, de lo que busque. Ahora, en la literatura también hay una técnica, igual que cuando ves un cuadro y no vale cualquier cosa. Me da igual si te gusta más como pinta tu sobrino que Velázquez. Pues fenomenal. Pero en Velázquez no hay solo una belleza o una representación artística, también hay algo que hace que esa pintura sea extraordinaria, una técnica y una cultura. Uso mucho el ejemplo de Lolita, de Nabokov, un libro que está muy denostado y sin embargo, es uno de esos objetos artísticos perfectos, cuya estructura te ayuda a profundizar y cuya propia forma de contarlo te hace descubrir cosas que están dentro de ti. Así que sí, hay gran literatura y literatura de entretenimiento, desde luego.

“Hay que perderle el respeto a los clásicos”

-P: Además de gran literatura, hay otra categoría que es central en tu libro, que es la de ‘clásico’. ¿Cómo definirías lo que es un clásico?

-R: Yo creo que un clásico es un libro que te da lo que necesitas o te explica tu realidad, lo leas cuando te lo leas. Yo creo que, con El Quijote, la gente del siglo XIX pensó que Cervantes estaba hablando de su siglo, igual que la gente del siglo XX y la gente del siglo XXI. El cásico siempre te está proponiendo, explicando, dando cosas nuevas, a pesar de que lo leas y lo leas y lo leas con dieciocho, veinticinco o cincuentaicinco años. Del mismo modo, cuando hablo de los libros que serán clásicos en el futuro, por ejemplo, me refiero a que estoy seguro de que todo el que lea Corazón tan blanco de Javier Marías dentro de doscientos años se verá interpelado y encontrará cosas de sí mismo y encontrará cosas de la sociedad en la que está viviendo. Eso es un clásico.

-P: ¿A un clásico hay que perderle el respeto?

-R: Absolutamente, hay que perderles el respeto, saltarse las páginas, leer y releer en desorden. Pero yo creo que esa es la clave. Uno de los libros a los que más le perdí el respeto, y que gracias a eso lo disfruté, es La Celestina. La Celestina es un libro muy complejo, escrito hace 500 años, con una forma de expresión y un vocabulario muy antiguo. Es muy divertido, pero si tú no eres capaz de perderle el respeto a esos larguísimos monólogos, a lo mejor no eres capaz de disfrutarlo. Otra cosa que hago también en el Cien libros, una vida es explicar en qué momento de mi vida cada libro fue importante, porque yo también creo que en los libros hay libros para leer en edades determinadas. Hay libros que, si los lees o los hubieras leído en otro momento o con otra edad, a lo mejor tampoco hubieran sido tan relevantes.

La magnífica historia de Alejandro Dumas, narrada de manera ágil para disfrutar en cualquier momento.

-P: ¿Un libro puede cambiar una vida?

-R: Sí, absolutamente. Un libro te puede hacer descubrir cosas de ti mismo que ni siquiera tú mismo sabías. Eso lo explicó muy bien Kafka con esos libros que rompen el hielo del hielo de nuestra alma. Te pueden hacer descubrir pasiones y emociones que tampoco sabías. A lo mejor no estamos hablando de un cambio radical, pero sí que hay libros que sirven para que crezcas, para que seas una persona diferente, para que seas una persona a lo mejor más digna, más comprometida, más compasiva o más sabia.