Conchita Montes, la actriz, empresaria y directora teatral que trajo los crucigramas a España en los años 50: de icono frustrado del franquismo a musa intelectual

Fue una de las mujeres adelantadas a su tiempo, polifacética, políglota y amante de los pasatiempos

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Conchita Montes, la actriz que
Conchita Montes, la actriz que se convirtió en la creadora del célebre Damero Maldito.

La figura de Conchita Montes continúa siendo un caso digno de estudio dentro de la cultura popular en nuestro país. Nació en Madrid en 1914, se licenció en Derecho, estudió Filología en el Vassar College, en Poughkeepsie, dentro del estado de Nueva York, y se convertiría en una de las figuras más singulares y polifacéticas del arte español del siglo XX.

Dominaba varios idiomas y tenía un carisma y una personalidad imponentes (le decían la Katharine Hepburn española) gracias a su capacidad para dinamitar las convenciones sociales de la época.

Arde urbanización en Tres Cantos, Madrid. (Alejandra Merced)

Fue pareja del cineasta Edgar Neville (aunque nunca se sometieran a las normas del matrimonio) y se conocieron en el vagón restaurante de un tren, una situación que inspiraría una de las obras maestras del director, La vida en un hilo (1945).

La colaboración entre Montes y Neville produjo algunos de los títulos más destacados de la época, como Frente de Madrid (1939), la adaptación de Nada (1947) de Carmen Laforet, Domingo de carnaval (1945) y El último caballo (1950), en las que compartió pantalla con Fernando Fernán Gómez. Su última película juntos, Mi calle (1960), marcó el cierre de una etapa fundamental en la filmografía de ambos.

Cómo inventó en ‘Damero Maldito’

En 1935, gracias a un programa de intercambio cultural para profesores, Conchita Montes viajó a Nueva York, donde descubrió una urbe efervescente repleta de vitalidad. Allí consolidaría su pasión por el teatro y se convertiría en amiga íntima de Charles Chaplin. Sin embargo, ese espejismo se derrumbó cuando estalló la Guerra Civil y fue detenida en San Sebastián a su regreso a España.

El régimen intentó convertirla en su musa dentro de su estrategia de propaganda franquista, pero su figura resultó demasiado díscola y controvertida para poder domesticarla.

La actriz Conchita Montes en
La actriz Conchita Montes en una de sus películas a las órdenes de Edgar Neville

En los Estados Unidos fue donde se aficionó a los crucigramas dobles que habían sido creados por Arthur Wynne en 1913 y que fueron popularizados por Elizabeth Kingsley en la Saturday Review.

Así, la actriz, que en 1941 tenía una sección en la mítica revista de humor La Codorniz, introdujo esta disciplina en nuestro país auspiciada por el dramaturgo Miguel Mihura, que en ese momento era director de la publicación y quería crear un pasatiempo semanal. En nuestro país, Montes estaba integrada dentro de los círculos más intelectuales del momento y tenía relación estrecha con José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón o Eusebio D’Ors.

Así surgiría el célebre Damero Maldito, cuyo nombre deriva de la estructura del propio juego, que se asemejaba a un tablero de ajedrez pero con definiciones de lo más complejas a la hora de resolverlo.

Más tarde, el Damero Maldito pasaría a formar parte de las páginas del diario El País, donde terminó de popularizarse.

Una mujer que rompió con los estereotipos

Aunque su huella en el cine es indiscutible, Conchita Montes dedicó la mayor parte de su carrera al teatro. Su versatilidad quedó patente en El baile (1959), adaptación cinematográfica de la obra teatral de Neville, donde la actriz desplegó todo su talento en la madurez. Otro de sus grandes éxitos escénicos fue Tía Mame.

Conchita Montes entrevistada por Pablo
Conchita Montes entrevistada por Pablo Lizcano

Y es que su labor no se limitó a la interpretación: Montes también asumió responsabilidades como empresaria y traductora, y se implicó en la elección del vestuario y los tejidos, demostrando un sentido riguroso del espectáculo y de la relación entre público e intérprete. Hace unos años, la editorial Bala Perdida publicó una biografía a cargo de los expertos en cultura popular Santiago Aguilar y Felipe Cabrerizo, que se encargaron de reconstruir su trayectoria personal y artística. Su título, Conchita Montes: una mujer frente al espejo.