‘Maldita vecindad’, 40 años de una banda histórica en los escenarios de ambos lados del Atlántico: “El rock pasa por una etapa de crisis a nivel mundial”

El grupo, consagrado como una de las referencias musicales de México, regresará a España con un concierto en el festival Vive Latino de Zaragoza

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Fotografía de 'Maldita Vecindad y
Fotografía de 'Maldita Vecindad y Los Hijos del Quinto Patio'. (Promocines sin fronteras)

Hay pocas bandas, y menos en el ámbito de la música en español, que puedan presumir de la longevidad de Maldita Vecindad Y los Hijos del Quinto Patio. La banda, compuesta por el cantante Rolando Roco Pachukote Ortega, Aldo Acuña al bajo y Enrique Pato Montes como guitarrista, celebra este 2025 sus 40 años en activo, tiempo en el que pueden presumir de haberse convertido en uno de los conjuntos de rock más destacados e influyentes de su país y acumular, aun a día de hoy, millones de oyentes en todas las plataformas.

“Sentimos que todavía tenemos muchas cosas que decir, tanto musical como líricamente, y mientras exista ese puente con el público, Maldita Vecindad seguirá en pie”, afirma Pato Montes, también compositor de una banda que, para conmemorar este aniversario tan especial, dará dos conciertos exclusivos en España con un esperado concierto en el festival Vive Latino de Zaragoza (6 de septiembre).

La afirmación del músico encaja a la perfección con el momento que atraviesa actualmente el grupo, de escenario en escenario por todo su país y preparando nuevo material para sus seguidores. “Estamos por sacar un par de canciones, una inédita de Maldita, y tenemos varios planes sobre la mesa”. Entre ellos, la vuelta a España tras más de dos décadas, una cita “emocionante”, afirma, por los lazos y recuerdos compartidos con el público y otras bandas de la Península desde su primera visita al país en 1992 para el Encuentro de dos mundos en la exposición universal de Sevilla.

'Maldita Vecindad', en un concierto
'Maldita Vecindad', en un concierto para la MTV en 1996. (MTV UNPLUGED)

Música del barrio

No es casualidad que toda la discografía del grupo de Pato haya sido guardada en la Fonoteca Nacional de México: hablar de la música de Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Piso es hablar, inevitablemente, de la historia de México. Su origen se remonta a finales de los 80, cuando un grupo de jóvenes músicos coincidió en talleres de arte universitarios en Ciudad de México. “Queríamos tener un grupo que reuniera la irreverencia del punk, la energía del rock, el funk, el ska, el reggae y las influencias caribeñas que siempre bailamos en el barrio”.

Es fácil observar que, en ese sentido, el propio nombre de la banda proviene también de ese ‘barrio’ y esa cultura popular de las vecindades, un tipo de vivienda colectiva emblemática en México. “Le pusimos Maldita Vecindad tomando inspiración de los títulos melodramáticos del cine mexicano de los años cincuenta, donde las historias siempre transcurrían en barrios y vecindades”, señaló el compositor. El nombre completo hace referencia al “quinto patio”, considerado el espacio más humilde y “vivo” de estos complejos urbanos, y también incorpora un guiño a la canción Quinto patio de Luis Alcaraz, un clásico del bolero nacional.

Fotografía de 'Maldita Vecindad y
Fotografía de 'Maldita Vecindad y Los Hijos del 5to. Patio'. (Promocines sin fronteras)

Los jóvenes, estigmatizados por las autoridades

Durante los primeros años de Maldita Vecindad, el panorama del rock en México era muy distinto al actual: las referencias exteriores llegaban con dificultad, la escena estaba marcada por la censura y las oportunidades eran escasas. “No teníamos mucha referencia ni de lo que pasaba en España o Argentina, porque vivíamos en tiempos analógicos, donde la información llegaba muy esporádicamente, sobre todo a través de emisoras universitarias”, rememora el músico. Aquellas condiciones obligaban a los grupos a tocar en foros alternativos, fiestas universitarias y espacios underground que desaparecían con la misma rapidez con la que surgían.

Al mismo tiempo, la represión social tras el movimiento estudiantil de 1968 marcó a toda su generación: “Había una estigmatización de los jóvenes por parte del Gobierno; la expresión juvenil era fácilmente asociada a las drogas y los desmanes, lo que complicaba mucho organizar espacios propios”. Pese a todo, a finales de los ochenta emergió una nueva ola de bandas nacionales, coincidiendo con la apertura de espacios culturales, un mayor apoyo político y la llegada de grupos extranjeros.

Tras varios años de trabajo, Pato y los demás grabaron su primer disco (Maldita Vecindad) producido por Gustavo Santaolalla, si bien el verdadero éxito llegaría con el segundo disco, El circo, con el que vendieron un millón de copias y derribaron las puertas de la mayoría de los escenarios de Latinoamérica y Europa. No solo pisaron España ese año: “Emprendimos una aventura europea tocando en festivales como Glastonbury, Roskilde, y recorriendo diversas ciudades españolas”, recuerda el guitarrista.

Fotografía de 'Maldita Vecindad y
Fotografía de 'Maldita Vecindad y Los Hijos del 5to. Patio'. (Promocines sin fronteras)

La “crisis mundial” del rock

Han pasado más de treinta años desde entonces. Los escenarios han cambiado y los conciertos se han convertido en algo habitual y parte del consumo musical de la mayoría de la población. “Después de 40 años, nuestro público se ha diversificado; mientras parte de esa audiencia ha envejecido y muchos ya van a los conciertos con sus familias, otras generaciones jóvenes se suman porque nos han escuchado en casa”, destaca el guitarrista, que ve como Maldita Vecindad se ha convertido en parte de esa herencia familiar en forma de la música que les ponen los padres a sus hijos. “En festivales como Vive Latino, la mayoría del público es joven y reconoce canciones que lanzamos hace más de tres décadas, como Rafael o Pachuco”.

Sin embargo, precisamente en este tipo de festivales, también en otros incluso con mucha más proyección internacional, como el Lollapalooza, se hace explícito que, si hay una música en América Latina que ha acabado internacionalizándose de forma masiva, es la de género urbano. “El rock pasa por una etapa de crisis a nivel mundial, donde incluso los festivales mezclan géneros por razones de audiencia y ya no necesariamente por afinidad musical”, observa Pato Montes, quien encuentra en los cambios de los hábitos de consumo, potenciados por la web y las redes sociales, la razón del éxito del género urbano.

Después de más de 20 años de carrera, Avril Lavigne debutó en Glastonbury con un eufórico público | Créditos: X/@Avril Lavigne

“Encuentro una generación que consume música fabricada, sin músicos en el escenario, donde las autorías parecen obra de corporaciones y el contenido lírico es superficial”, lamenta Pato. Sin embargo, distingue también algunas propuestas dentro de la música urbana que sí destacan por ir más allá del entretenimiento. “Yo no podría llamar reguetón a lo que hace Residente. Creo que es de los trabajos más fuertes, dignos e interesantes, más musicales y más políticos que hay. Líricamente es impecable. Su mensaje político y la hechura visual son impresionantes; toca con músicos increíbles”, reconoce sobre el exintegrante de Calle 13.

Nuevas formas de conectar, nuevos puentes que tender

La situación en México también se ha visto influida por estas nuevas tendencias, como es el caso del corrido tumbado, resultado de la confluencia entre la música urbana y el género tradicional mexicano del narcocorrido. Una combinación que, pese a tener elementos musicales llamativos, no conecta personalmente con la banda. “Tenemos muy claro que no vamos a hacer apología de la violencia a través de las letras. Nosotros no vamos a promover la violencia en ninguna forma”, reitera.

Fotografía de 'Maldita Vecindad y
Fotografía de 'Maldita Vecindad y Los Hijos del 5to. Patio'. (Promocines sin fronteras)

Para Montes, el auge urbano responde a una cuestión generacional y de inmediatez. ”Es una crisis que sucede en muchos ámbitos; cómo se lucha contra la volatilidad y el consumo vertiginoso de contenidos, que no dan oportunidad de profundizar”, reflexiona, al mismo tiempo que se pregunta hasta qué punto “las nuevas generaciones están consumiendo formas culturales que implican más tiempo de atención, como leer un libro o ver una película sin distractores”.

En esta etapa de cambio, no obstante, no parece que Maldita vaya a dar un paso al lado: el grupo quiere formar parte del cambio. “Los grupos tenemos que conectarnos de otra manera, usando lenguajes visuales, videos, una producción donde se entienda lo que quieres comunicar”. Pone como ejemplo a un artista español que descubrió hace poco en una edición del Festival Vive Latino, C. Tangana. “Su puesta en escena fue fabulosa, estuvo impecable y el público, aunque muchos no lo conocían, se quedó cautivado, conectado con ese trabajo”, lo ensalza Pato.

C Tangana se presentó en
C Tangana se presentó en el Vive Latino 2022 para interpretar 'El Madrileño' ante un público que lo esperaba expectante desde varias horas antes (Gustavo Azem / Infobae México)

Un reto creativo por delante

El retorno a España representa para Maldita Vecindad un reencuentro lleno de expectativas y emociones, tras más de veinte años sin tocar en la península. “Tenemos muchos amigos músicos allá y también mexicanos y latinoamericanos que esperan asistir”, subraya Montes. La participación en el Vive Latino de Zaragoza es un hito especialmente significativo para el grupo. “Esperamos reencontrarnos con una España digital que es distinta a la que conocimos en los años 90, cuando nuestra comunicación era completamente analógica”.

Tras décadas de trayectoria, Maldita Vecindad demuestra que su vigencia se debe tanto a la capacidad de evolucionar como a una profunda conexión con públicos de todas las edades. “El público sigue respondiendo a nuestros conciertos y sigue llegando mucha gente; eso es lo que mantiene vivo el puente”, concluye Montes. Por eso, termina recordando que “también importa cómo te presentas, cómo logras ese tránsito, ese puente con los públicos. Es un trabajo creativo que resulta emocionante porque implica retos, como reinterpretar canciones de hace 40 años para que sigan diciendo algo”.