El mundo de la cultura en español celebra este sábado el 150 aniversario del nacimiento de Antonio Machado (1875-1939). Este poeta, miembro destacado de la conocida como Generación del 98, es a día de hoy uno de los autores más destacados de la literatura en castellano. Como prueba, está el hecho de que algunos de sus versos (“caminante no hay camino, se hace camino al andar”) son de esos que mucha gente se sabe de memoria, ya sea porque los haya leído, los haya escuchado en alguna canción o, casi con total seguridad, los haya estudiado de joven.
“Lo que ya creo que pocos ponen en duda es que es uno de los grandes poetas de la literatura contemporánea universal”, razona Jose Ángel González Sainz, director del Congreso Internacional Antonio Machado, pensamiento, historia y poesía que se celebra en Soria este fin de semana para celebrar el aniversario. “En el conjunto de su obra hay un pensamiento extraordinario. Probablemente, Machado nunca fue un poeta actual, sino que fue un poeta esencial, con lo cual en cada momento está de actualidad”.
Esa esencialidad universal hace que Antonio Machado esté presente en la literatura de ayer, hoy y mañana. “Aborda muchos temas fundamentales: la verdad, la bondad, el tiempo, el amor... donde lo que dice su obra nunca acaba de decirlo y siempre le podemos interrogar”, continúa Jose Ángel. El poeta, nacido en Sevilla, fue uno de los primeros autores en España en abrazar el Modernismo y creador de una estética propia que logró transmitir la identidad de un país lleno de belleza, pero también decadente, en el que sus propias emociones y el paisaje acababan por fundirse. Podría decirse, en cierto modo, que Machado contribuyó con sus versos a construir la imagen de un país que aún hoy se define, en parte, a través de su mirada.
Por todo ello, no es de extrañar que el poeta sea, a día de hoy, materia obligatoria en casi todos los institutos y bachilleratos españoles e incluso parte del temario de la Selectividad. Pero es eso, al mismo tiempo, lo que acaba construyendo otro Machado: el de quienes, sin haberlo leído fuera de las aulas, han acabado por recordar al escritor más por lo que tuvieron que estudiarlo que por lo mucho que sus versos pudieran conmoverles.

Machado, en el recuerdo de alumnos y profesores
La faceta más ‘educativa’ de Machado es, inevitablemente, parte de su legado. Por ello, en Infobae España acudimos a quienes probablemente más se encarguen de difundir su palabra: los profesores. Entre ellos, Lourdes se declara desde el principio una gran aficionada a los versos del poeta andaluz. “No te sabría decir una parte, me gustan todas sus etapas”, refiere esta docente que, en 2021, puso punto y final a casi 40 años enseñando lengua y literatura.
Para sus alumnos, en cambio, el gusto por Machado partía de un rechazo por la poesía en general. “Era un ‘no’ total desde que decías de ir a leer, partiendo de la base de que además la poesía no es lo que más gusta ni lo más fácil para ellos”. Para ella, en cambio, sí que percibía como algunos de sus estudiantes acabaron por valorar los versos de este y otros escritores, como Lorca, al comenzar a entenderlos.
“A lo largo del tiempo, vas notando que les gusta más si se acompaña con la explicación correspondiente”, sigue Lourdes. Así, el “camino” puede ser la vida, en tanto el “agua” se transforma en tiempo, el “olmo” en él mismo y un largo etcétera. Pero también que, a lo largo de su vida, Machado vivió en Sevilla, Madrid, Soria, Baeza, Segovia, Rocafort... ¡hasta vivió la España lejana desde una ventana de París! Tal vez por eso, fue el primero en percibir y hablar de esas “dos Españas”, una que “muere” y otra que “bosteza”: una con vistas al pasado y otra que bebe del futuro.

De maestro a maestro
“Lo que más gustaba eran los poemitas cortos de Machado porque muchos les sonaban de canciones”, recuerda Lourdes. Y es que la música también juega un papel muy relevante en la memoria del poeta. Si Joan Manuel Serrat puso melodía a A un olmo seco o los Cantares, lo mismo harían Paco Ibáñez con Tus ojos me recuerdan y Alberto Cortez con Retrato. “También les decía, vamos a emular a Machado, y partíamos de lo que él escribía para cambiar algunas cosas o crear nuevas, eso es lo que ahora, cuando me los encuentro de mayores, más me recuerdan”.
Como en muchos casos había que prepararse para los exámenes de acceso a la universidad, poco tiempo daba a estudiar otras facetas del autor, como la amplia colección de obras de teatro que escribió junto a su hermana, Manuel Machado. Antonio fue, de hecho, uno de los principales organizadores del Teatro popular que llevaría a los pueblos, de la mano de las Misiones Pedagógicas de la República, diferentes textos de dentro y fuera de España para educar a los habitantes de los pueblos.
En cualquier caso, Lourdes experimentó también el caso contrario: cursos en los que, ni con todo el tiempo del mundo, habría podido inculcar a sus estudiantes un interés por Machado más allá de su utilidad para aprobar. “En un centro en el que estuve, teníamos 36 nacionalidades diferentes y algunos estudiantes con desconocimiento total del idioma. Comprenderás que a esos chicos igual les daba Machado que cualquiera, porque es que en muchas casas no había ni un solo libro”. En el vídeo que introduce este reportaje, se demuestra que ni siquiera hace falta partir de una situación de este tipo para que caiga en el olvido.

Formas de memoria
Por suerte para todos, nunca es tarde para descubrir a Machado. En Soria, José Ángel González Sainz, que además de voraz lector del poeta es también un destacado escritor y profesor, atiende a grupos de lectores que vienen de distintas provincias españolas para conocer mejor el lugar en el que se escribió Campos de Castilla y asistir, por ejemplo, a lecturas comentadas. Su papel, afirma, es “tratar de mantener viva la lectura y señalar la importancia que la obra de Machado tiene para conocernos a nosotros mismos y conocer nuestro mundo”.
En Soria también está la Casa de los Poetas, un espacio expositivo donde se rinde homenaje a diferentes autores que cantaron a la ciudad. Junto a Machado, están también otros grandes nombres de la literatura anterior y posterior, como lo fueron Gustavo Adolfo Bécquer, poeta insigne del romanticismo en España, y Gerardo Diego, miembro de la Generación del 27. Desde allí, nos habla Rosa, conserje de este espacio en el que uno puede meterse en la piel de los escritores, ya sea con proyecciones y hasta grabaciones de voz de alguno de ellos.
“Mucha gente viene a la Casa”, asegura quién tiene la responsabilidad de abrir y cerrar el acceso para cuando lleguen y se marchen los visitantes. “Aún viene más en verano que en invierno, sobre todo en agosto”. Esas visitas, además de provenir de todas partes, encuentran variedad también en la edad, ya que pese a que esta conserje advierte de la gran cantidad de jubilados que asisten, “también viene mucha gente joven”. “Los colegios conciertan visitas y vienen con los chicos. Vienen profesores con ellos o vienen con un guía”, termina.
Y claro, como siempre, la mejor forma de recordar o descubrir a Machado es leyéndolo. “Hay dos formas de empezar”, recomienda José Ángel. “O abriendo el libro de poesías completas por cualquier sitio, por ejemplo por alguno de sus poemas cortos de Proverbios y cantares, o bien desde el principio: desde el primer poema de Machado, El viajero, que empieza un viaje que termina con el último de los versos que se encontraron en su chaqueta cuando murió”.

La muerte de Antonio Machado
El 22 de febrero de 1939, Antonio Machado falleció en el pueblo francés de Colliure, donde permanecía desde hacía un mes tras exiliarse de una España arrasada por la Guerra Civil. Tenía 64 años y una enorme pena por haber tenido que abandonar un país al que siempre había amado.
En el cuerpo del poeta más importante de la Generación del 98 (de la que formaron parte otros gigantes de la literatura española como Miguel de Unamuno y Pío Baroja) encontraron un papel en el interior de su bolsillo con tres notas escritas. En una, recordaba las palabras que una vez leyó de Shakespeare, “ser o no ser”, y en otra, las que él mismo escribiría en su libro Otras Canciones a Guiomar: “Y te enviaré mi canción: ‘se canta lo que se pierde’”. Las palabras propias y las de los demás le acompañaron hasta el último momento.
Del mismo modo, la última nota de las tres también incluía algo que estaría junto a él el final de ese viaje para los lectores del que habla Jose Ángel. Una despedida con dos versos: “Estos días azules y este sol de la infancia”. A las puertas de la muerte, Antonio Machado celebró su vida de la mejor forma que sabía; casi un siglo después, nosotros le celebramos a él.
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