¡Por fin en Velintonia! La casa de Vicente Aleixandre, premio Nobel español, abre sus puertas tras décadas de abandono: “Es un lugar único en Europa”

Infobae España visita el hogar del famoso poeta, refugio de la Generación del 27 y otros grandes escritores de nuestro país, antes de que empiecen las reformas para convertirlo en la ‘Casa de la poesía’

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Entrada de Velintonia, la casa
Entrada de Velintonia, la casa del poeta de Vicente Aleixandre. (Ariadna Hernández Rodríguez)

Vicente Aleixandre no quería que le pusieran su nombre a la calle en la que vivió durante cerca de 50 años. Sin embargo, las autoridades desoyeron su petición y, allí donde antes un letrero indicaba el inicio de la Calle de Wellingtonia, ahora puede leerse un letrero con el nombre del único autor de la Generación del 27 con un Premio Nobel de Literatura.

Unos pasos más allá, encontramos la casa del poeta: Velintonia. Un pequeño muro blanco, desde el que asoman las flores de los árboles, separa el jardín de esta calle del distrito de Chamberí. Enfrente, se alza el edificio con sus tres plantas pintadas en claro, ornamentadas con el verde de las ventanas y el hierro de los balcones, rodeada de silencio. Al menos, hasta que oímos el timbre.

Quien toca el timbre es el presidente de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre, Alejandro Sanz. Hace varias décadas, ese sonido era el mismo que anunciaba la llegada de los poetas a Velintonia. Federico García Lorca, Dámaso Alonso, Miguel Hernández, Rafael Alberti, Luis Cernuda... los mejores y más importantes poetas de una generación clave en la cultura española acudían a la casa. Alejandro, sin embargo, no hace sonar el timbre en calidad de visitante. Al contrario, en calidad de guía, comprueba que, tras más 40 años de abandono y días antes de que vuelva a abrir sus puertas, el silencio en Velintonia no ha sido más que un espejismo.

Alejandro Sanz, en las puertas
Alejandro Sanz, en las puertas de Velintonia. (Ariadna Hernández Rodríguez)

“Vicente Aleixandre llega aquí en el año 27″, empieza a explicarnos mientras nos conduce hacia el interior. Con esa misma frase inicia también las visitas este viernes 11 de julio, único día en el que los madrileños podrán visitar el interior de la casa. Una iniciativa bautizada como ¡Por fin en Velintonia! para dar a conocer el espacio antes de que comiencen las reformas que conviertan el edificio en la futura Casa de la Poesía. Tras adquirir la propiedad en abril a cambio de 3,2 millones de euros, la Comunidad de Madrid quiere presentar este nuevo centro cultural de cara a 2027, cuando se cumplan 100 años de la llegada al poeta a la casa y de la famosa reunión en Sevilla de la Generación del 27, en el tricentenario de Góngora.

Alejandro, quien ejerce como consultor técnico para la Consejería de Cultura en este proyecto, también guía las visitas del viernes. Ensayando para ese día, nos relata que Vicente Aleixandre no acudió a ese famoso encuentro fundador de la Generación del 27 por estar enfermo. El poeta siempre tuvo una salud muy delicada, pero por suerte, poco después podría conocer a Lorca en el estreno de su obra de teatro Mariana Pineda, y al resto de miembros de la Generación. Al poco tiempo, Velintonia acabaría siendo un lugar de reunión para todos esos escritores. Allí podrían compartir sus textos, comentarlos y, sobre todo, pasar un buen rato junto a sus amistades.

Interior de Velintonia, la casa
Interior de Velintonia, la casa del poeta Vicente Aleixandre. (Ariadna Hernández Rodríguez)

“No hay ninguna fotografía en el interior de la casa antes de la Guerra Civil, pero conseguimos los planos originales de la casa y por eso sabemos cómo era”, explica mientras nos hace pasar a un recibidor en el que una puerta interna comunicaba al salón. Señala, con el dedo, el lugar cercano a la pared en el que había un piano. “Vicente no sabía tocarlo, pero su madre sí, y también Federico García Lorca”. El poeta granadino era, de hecho, el alma de la fiesta en aquellos encuentros, hasta el punto de que el poeta Jorge Guillén le definiría diciendo que, cuando se encontraba con el autor del Romancero Gitano, “no hacía frío ni calor, hacía Federico”.

Ta en el interior de esa casa sería donde Lorca “leyó por primera vez los Sonetos del amor oscuro cuando no tenían nombre, y también los primeros borradores de Poeta en Nueva York, cuando regresó de su gira americana”. También fue donde Aleixandre invitó por primera vez a Miguel Hernández, un “pastor de Orihuela” que le había pedido por carta una primera edición de uno de sus poemarios. “No tengo dinero para comprarlo”, lamentaba por escrito. Por eso, el futuro premio Nobel le invitaría a Velintonia e iniciaría una estrecha amistad.

“El desprecio del Ministerio de Cultura es absolutamente intolerable”

Los poetas del 27 no serían los únicos en pisar Velintonia: escritores de las Generaciones del 36, del 40, del 50 y la conocida como Los Novísimos entrarían por esa misma puerta décadas más tarde. “Esta casa es un lugar único en Europa”, cuenta Alejandro. “Además de ser el hogar de un premio Nobel, no hay ninguna otra casa en la que hayan coincidido cinco generaciones de poetas, algunos de ellos vivos todavía como Vicente Molina Foix, Guillermo Carnero o Jaime Siles”.

Sin embargo, ese a su relevancia histórica y cultural, muchas personas no habían oído el nombre de Velintonia hasta hace unos meses. El Gobierno de España y el de la Comunidad de Madrid han protagonizado varios enfrentamientos sobre quién debería comprar y gestionar la casa de Aleixandre. Pese a la polémica, lo cierto es que ninguna administración había hecho caso de las reclamaciones de la asociación presidida por Alejandro Sanz, que ha estado denunciando el abandono de la vivienda desde hace 30 años. Incendios, robos, allanamientos... Velintonia se ha ido deteriorando, pero ni las autoridades locales, ni regionales ni nacionales daban un paso al frente.

Interior de Velintonia, la casa
Interior de Velintonia, la casa del poeta Vicente Aleixandre. (Ariadna Hernández Rodríguez)

Así, Alejandro detalla cómo todo cambió cuando Mariano de Paco, Consejero de Cultura, Turismo y Deporte de la Comunidad de Madrid, “se da cuenta del alto potencial y valor histórico y cultural que tiene esta casa y toma la decisión de consignar judicialmente la cantidad”. “El PP ha estado gobernando durante muchos años y tampoco ha hecho nada”, sigue, “hasta que se ha tomado esta decisión política del consejero y, lógicamente, de Isabel Díaz Ayuso, que dice que sí también a salvar Velintonia”.

Para Alejandro, lo que es intolerable es “el desprecio del Ministerio de Cultura. “Urtasun ha despreciado ostensiblemente lo que es esta casa, lo que significa, y no ha mostrado el más mínimo interés ni ha hecho amago de comprarla ni protegerla de nada”. Recuerda cómo, en cambio, el Gobierno sí ha gastado millones de euros en otros edificios menos importantes, como la Casa Gomis en Cataluña, por más del doble de dinero que le ha costado Velintonia a la Comunidad de Madrid.

En la misma línea, preguntado por la oferta del Ministerio de pagar la mitad de Velintonia junto a la Consejería de Cultura, responde que esa oferta fue “una trampa”. “Aquí tiene que liderar alguien”, argumenta. “No hubieran llegado a ningún acuerdo porque la Comunidad y el Ministerio están en constante enfrentamiento político por cualquier cosa”.

Interior de Velintonia, la casa
Interior de Velintonia, la casa del poeta Vicente Aleixandre. (Ariadna Hernández Rodríguez)

Un adiós para siempre

Continúa la visita: la distribución de la casa cambió a partir de los años 40. Durante la Guerra Civil fue bombardeada y solo su estructura de metal impidió que las explosiones la borraran completamente del mapa. Sin embargo, cuando se restauró se cambió la distribución de las habitaciones. Era en sus aposentos donde Vicente Aleixandre escribía sus versos. Su delicada salud lo obligaba a estar en cama mucho tiempo, y muy pocos tuvieron acceso a esa parte de la casa. Sin embargo, cuando falleció, fue allí donde colocaron su ataúd, y cuenta nuestro guía que allí fueron incluso “alumnos de colegio” que venían a despedirse del poeta.

En Velintonia, las pintura esta desconchada y las paredes no esconden sus grietas. A través de ellas, se cuela la voz de Alejandro reviviendo la vida de Vicente Aleixandre. Del pasado, solo quedan algunos vestigios: la marca de carbón en el suelo, allí donde estaba la cocina; las marcas en las paredes de las estanterías; la sombra de los cuadros con fotografías de poetas como Rimbaud y Baudelaire, junto a la reproducción del Retrato de Luis de Góngora de Velázquez, regalado por el poeta Pedro Salinas.

Calentador en un radiador en
Calentador en un radiador en Velintonia, el "microondas de la época". (Ariadna Hernández Rodríguez)

“Aquí ocurrió una cosa bastante triste”, interrumpe su visita. “El 11 de julio de 1936, que veraneaba en Miraflores de la Sierra, hizo una pequeña reunión, una pequeña fiesta para despedirse de sus amigos. En esa reunión estuvieron Miguel Hernández, Pablo Neruda, Manuel Altolaguirre...”. Fue entonces cuando el teléfono sonó: era Federico. “Acabo de terminar mi nueva obra, La casa de Bernarda Alba, voy a pasar por tu casa para leértelo”. Aleixandre celebró la buena nueva, más aún por el hecho de que había coincidido con que todos sus otros amigos se encontraban allí.

Sin embargo, a Lorca nunca le había caído bien Miguel Hernández. “Échalo”, le pidió a Aleixandre. “No puedo echarlo”, se excusó este, “Miguel es tu amigo, te aprecia y te quiere mucho”. “Pues en otra ocasión”, cortó Federico. “Adiós”. No sabía que ese adiós sería para siempre: “Lorca viajó a Granada, poco después comenzó la guerra y le asesinaron. Un 11 de julio, como el 11 de julio en el que abriremos las puertas de Velintonia, Vicente escucha por última vez la voz de su amigo”.

Folleto del programa de 'Los
Folleto del programa de 'Los poetas vuelven a Velintonia', desarrollado por la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre. (Ariadna Hernández Rodríguez)

Encarcelado por la República, censurado por el franquismo

La Guerra acabaría con todo. Pese a estar a favor de la República, Vicente Aleixandre acabaría preso en una checa después de que encontraran el uniforme militar de su padre en la casa. Delicado de salud, su vida habría podido terminarse mucho antes en la cárcel de no ser por la intervención de sus amigos, Dámaso Alonso y Pablo Neruda, que lograrían sacarlo de allí. Tras la victoria del bando sublevado, no tendría tanta suerte Miguel Hernández, muerto entre rejas en 1942.

La llegada del franquismo no supuso el fin de la pesadilla para Vicente Aleixandre. Junto a la muerte de sus amigos, se encontró con que el nuevo Régimen había prohibido la publicación de sus obras. “Así estuvo cinco años”, relata Alejandro Sanz. “Lo pasó muy mal hasta que le nombraron académico de la Real Academia Española, que fue una especie de salvaguarda” que le permitió volver a distribuir sus poemarios. No fue, de hecho, la única consideración que la RAE tuvo con los republicanos, al menos de forma simbólica. “Guardaron la plaza de aquellos académicos que se habían exiliado, no quedaron vacantes”.

Al mismo tiempo, Velintonia era de los pocos sitios en los que Vicente Aleixandre no tenía que esconder su bisexualidad. “Llevaba un anillo de casado porque tenía que trabajar de cara al público, y eso lo salvaba de cualquier rumor o maledicencia de la gente”. Su orientación, explica Alejandro, era una clara muestra de la modernidad de pensamiento del premio Nobel, pero no la única que habitaba en aquella casa: Aleixandre y su hermana decidieron alquilar la planta de arriba al catedrático de Historia, Cayetano Alcázar, casado con Amanda Junquera. “En un momento dado, Carmen Conde, que era la amante de Amanda, también viviría con ellos”.

Fachada de Velintonia, futura 'Casa
Fachada de Velintonia, futura 'Casa de la Poesía'. (Ariadna Hernández Rodríguez)

Un lugar para la amistad

Salimos al jardín. Un cedro libanés refresca el césped con su sombra. Una entrada conduce a la planta baja de la casa, donde vivía el servicio y se realizaban labores de limpieza. También fue por donde entraría el cuerpo de Vicente Aleixandre fallecido, la noche del 13 al 14 de diciembre de 1984.

Es junto a esa puerta donde le preguntamos a Alejandro por qué Vicente Aleixandre no es tan recordado como otros poetas de la Generación del 27 y nadie, salvo ellos, había tratado de defender su casa. “Nuestros políticos solo se acuerdan de los poetas que pueden ideologizar”, responde. “Rafael Alberti, Miguel Hernández, Federico García Lorca... el Ministerio de Cultura ha obviado la figura y el legado de Vicente Aleixandre”. Pese a sufrir la censura del franquismo, lo cierto es que la ideología de Vicente Aleixandre era más liberal, aunque en determinados momentos de su vida botara a la izquierda. “Votaba en función de lo que creía mejor, era una persona libre, un verso suelto”, lo define Alejandro Sanz, “que es lo que nos falta a los intelectuales de hoy en día”.

Ese mismo espíritu se refleja también en la gente que alguna vez fue invitada a Velintonia. “Vicente acogía a gente conservadora, como podía ser Gerardo Diego, Dámaso Alonso o Leopoldo Panero, y a gente radicalmente opuesta como Alberti, Miguel Hernández o Pablo Neruda”. Esto es porque, para Aleixandre, pocas cosas habían en el mundo más importantes que la amistad. “Aquí la única ideología está en la belleza y la poesía, todo lo demás se olvidaba y se tenía presente que todos eran amigos”.

Tráiler de 'Aurora (Dawn Poet), el primer videojuego sobre Federico García Lorca. (Yellow Jacket)

Ahora, empieza una nueva etapa en Velintonia. “Habrá un centro de documentación, probablemente en la parte de arriba”, anuncia. En jardín se convertirá, por su parte, en un espacio en el que se celebrarán conciertos, obras de teatro y otras proyecciones. “Aquí caben unas 300 personas”. Habrá que ver hasta qué punto se puede respetar el aspecto actual de la vivienda, donde Alejandro aboga por no restaurar nada más de lo estrictamente necesario. “Queremos que la casa sea una casa viva, no queremos que sea una quimera ni un espacio para nostálgicos. La mayoría de museos son eso, espacios muertos donde uno espera ver a Antonio Machado en la cama, pero este tiene que ser un lugar en el que se escuchen las voces de los poetas”.