Las 10 películas más decepcionantes en lo que va de 2025: de ‘Blancanieves’ a Julio Medem pasando por la última superproducción de Netflix

A lo largo de los últimos meses hemos asistido a un buen puñado de éxitos y de fracasos en la taquilla. Pero, a veces, las decepciones más dolorosas van más allá de los fiascos económicos y tienen más que ver con la sensación de desilusión que una película puede dejar tras de sí, ya sea porque hemos puesto en ella las más altas expectativas o sencillamente porque la propuesta no estaba a la altura de las circunstancias.

La versión en imagen real de la primera película de animación de Disney estuvo rodeada por la polémica desde el principio pero, en realidad, todas esas controversias fueron lo de menos.

Una película impostada, con tendencia a caer en la caricatura de los personajes (esos ‘enanitos’ creados por CGI), con temas musicales poco inspirados y una sensación plomiza a nivel narrativo. Un bostezar y no parar.

Hasta el momento, todo el universo que había creado el director en el terreno de la ciencia ficción, había resultado de lo más estimulante.

Con Civil War cambió de registro para adentrarse en una distopía bélica y política y, en este caso, contó con la supervisión del ex militar Ray Mendoza para abordar un episodio traumático de su experiencia en la Guerra de Irak.

El resultado, una película que apuesta por un mecanismo formal ‘inmersivo’ pero que, más allá de sus logros técnicos no deja de ser un tanto efectista y, lo que es peor, contiene un mensaje ‘machirulo’ e ideológico en torno al poderío de las fuerzas militares estadounidenses que no deja de ser tan pernicioso como vacío.

Continúan las nuevas versiones de clásicos de la Universal. Después de la estimable El hombre invisible, Leigh Whannell intenta trasladar esta historia clásica a nuestros días sin aportar demasiada originalidad.

Todo resulta demasiado anodino y previsible, tanto su estructura, como sus imágenes. Tras un inicio prometedor, la película avanza por los lugares más obvios y trillados, tendiendo constantemente al subrayado. No genera miedo, ni tensión, tan solo pereza.

El director de El hoyo abandonó este universo que le dio a conocer para sumergirse en esta producción internacional sin pies ni cabeza en la que lo único que está bien es su premisa (un virus que mata a los millonarios) para, a partir de ella, introducirnos en una narrativa tan pomposa como vacía, repleta de decisiones tramposas en la que el caos impera a discreción.

El universo Marvel parece dispuesto a reinventarse, pero quizás no de la mejor forma posible. Esta cuarta entrega alrededor de Capitán América, en la que ya no aparece Chris Evans, supone un intento fallido de cerrar la fase 5 y de continuar con una nueva entrega de Los Vengadores que... a saber.

Una película descalabrada en la que resulta difícil digerir lo que está ocurriendo, en la que vuelve a aparecer el ya cansino ‘multiverso’ como explicación de cualquier giro de guion estrambótico.

Después de abandona,r precisamente la franquicia anterior (al menos por el momento), los hermanos Russo se encargaron de la mayor superproducción de Netflix de la historia en la que confirmaron que habían sido fagocitados por el espectáculo gratuito y desaforado.

300 millones de dólares para un producto de lo más tedioso, sin ideas y con personajes profundamente antipáticos.

La película se inserta en la moda de abordar las consecuencias de la Inteligencia Arficial, pero en ella encontramos poca reflexión en torno a las nuevas tecnologías con las que convivimos, más allá de un circo de feria de lo más insulso y, lo que es peor, sin ninguna inventiva visual. Un desastre.

El reencuentro entre el veterano director Barry Levinson y Robert de Niro ha sido calificado como un ‘bluff’ que prácticamente nadie se dignó a ver durante su paso por la cartelera.

Un ritmo moroso, numerosos altibajos narrativos, escenas que se extienden más de lo necesario y una notoria falta de entidad para esta película clásica de gánsters fallida.

Por mucho que nos pese a los que consideramos a Julio Medem como uno de los grandes directores de nuestro cine durante los años noventa, su evolución en los últimos tiempos ha sido la de ‘sin freno y cuesta abajo’.

8 parece una parodia del cine de Medem y, además, contiene un mensaje ideológico de lo más perturbador al situar en el mismo plano a víctimas y verdugos de la Guerra Civil como si esa herencia se tratara de un ridículo destino marcado por las casualidades más vergonzosas que uno pueda imaginar.

Diálogos realmente sonrojares muy difíciles de tomar en serio, personajes ridículos y, lo que es peor, una serie de ínfulas que no se corresponden con una película realmente cochambrosa en la que no dejamos de encontrar recursos para llevarnos las manos a la cabeza constantemente y gritar de estupefacción.

Que tuviera una buena recaudación no significa que fuera... ¿buena? Evidentemente tenía su público, los fans del videojuego y todo la audiencia infantil y juvenil, pero tiene delito que una historia basada en la imaginación, en la capacidad para crear cosas, fuera tan plana y aburrida.

Una cinta de aventuras rocambolescas en la que no hay ni un ápice de inspiración, solo un cúmulo de imágenes (creadas por ordenador) de lo más confusas y arbitrarias que constituyen un indigerible ‘totum revolutum’.

Una de las peores películas españolas en lo que va de año. Unos críos encuentran el cuerpo de una joven en el lugar donde debería estar un neandertal. Un crimen ritual que podría destapar lo que sería un asesino en serie de yacimientos arqueológicos. Delirante, pero cierto.

Un thiller policiaco que no deja de ser un subproducto rodado en Atapuerca que parece, en efecto, del Pleistoceno.