
El estudio de los cuadros siempre ha revelado nuevos secretos que han servido tanto para profundizar en el conocimiento de la historia y de la pintura como para enriquecer la experiencia de quienes lo contemplan. Sin embargo, rara vez el análisis de una obra pictórica conduce, precisamente, a otra obra pictórica oculta justo debajo del lienzo más ‘superficial’.
Sin embargo, esto es justo lo que le ocurrió a Nano Capelle, propietario de una antigua tienda de antigüedades en Cahors (sur de Francia). Un día, Nano reparó en un cuadro que hasta ahora le había pasado desapercibido en el local. Se trataba de una representación de la ciudad de Figeac, un cuadro al que nunca se le había atribuido un gran valor artístico ni monetario.
Sin embargo, Capelle decidió examinar es cuadro con mayor detalle, intrigado por el estado y algunas de sus particularidades. Al quitar el marco, sin embargo, se desprendió una pieza que hasta entones había estado escondida debajo de la imagen más superficial. Al identificar este nuevo cuadro, no daba crédito: se trataba de una obra de Edmée Larnaudie (1911-2002), una famosa pintora francesa, que se creía destruida durante la Segunda Guerra Mundial.
Un cuadro muy ligado al contexto político
El cuadro se articula en torno al tema Travail, Famille, Patrie (Trabajo, Familia, Patria), lema adoptado por el gobierno de Vichy (colaboracionista con la Alemania nazi durante el conflicto) y convertido en eslogan oficial de una época marcada por el colaboracionismo y la propaganda estatal. Esto ha hecho que, en un principio, se pensara que la artista había intentado alinearse con los valores exaltados por este régimen. Sin embargo, no fue la ideología política la que determinó el diseño ni la intención profunda de la obra. La temática respondía a las bases de un concurso internacional lanzado por la academia Villa Médicis en Roma en 1938, donde Edmée Larnaudie conquistó un reconocimiento por la calidad de su aportación artística.

De este modo, cuando en 1941 la pintura de Edmée Larnaudie se expuso públicamente en Cahors, la coyuntura política y social pesaba de modo evidente sobre la mirada de todos. La exhibición, llevada a cabo con el respaldo activo del prefecto Maurice Bézagu, se inscribía en una atmósfera marcada por la propaganda impulsada por el régimen de Vichy. En ese escenario, el mensaje visual del cuadro –un grupo de trabajadores en el campo, la imagen de un padre de familia junto a su esposa amamantando a un niño– cristalizaba la tríada doctrinal de Travail, Famille, Patrie.
Sin embargo, la pintura, aunque obedecía a un encargo o a los requisitos de concursos y exposiciones, pasó a ser sospechosa y problemática ante los cambiantes vientos de la ocupación y la posguerra. La propia Larnaudie, ante la evidencia de un régimen cuyo prestigio se desmoronaba, comprendía el peligro de conservar una obra ligada, aunque fuera indirectamente, a la iconografía del colaboracionismo. Esto habría impulsado la decisión de la artista de esconder su lienzo, camuflándolo bajo una pintura anodina de escaso valor... durante 80 años.
El museo en el que podrá verse el lienzo
“No deseaba realmente que esta obra terminara en manos de algún coleccionista, ni en Francia, mucho menos en el extranjero”, afirmaba poco después Capelle en unas declaraciones recogidas por el diario francés La Dépêche. Y es que su hallazgo despertó el interés de todo tipo de curiosos, aficionados y expertos. Hasta historiadores preguntaron por el cuadro, vista la inevitable pregunta de cómo pudo acabar esta obra oculta y haber permanecido escondida durante tanto tiempo.
Finalmente, resultó decisiva la intervención de la Asociación de los amigos del museo Henri-Martin, encabezada por su presidente Bernard Rousseau. Esta agrupación, movida por la importancia de conservar un testimonio tan significativo para la memoria local y nacional, se movilizó para adquirir la obra y asegurar su futura exhibición pública.
De este modo, la noticia entre el propietario de la tienda de antigüedades y el museo ha sido celebrada no solo por todos los involucrados en la historia, sino también por las autoridades locales. El mismo alcalde de Cahors, Jean-Luc Marx, ha compartido una carta con la ciudadanía en la que ha felicitado a todos los que han intervenido en la recuperación de la obra y su integración en el catálogo de la institución donde se podrá ver a partir de ahora. El propio Capelle también se ha mostrado entusiasmado por “hacer vivir un epílogo semejante a un lienzo surgido del pasado para recordarnos la fuerza de una obra densa de sentido y repleta de historia”.
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