
Desde la publicación de los libros, las adaptaciones de El Señor de los Anillos para la gran y la pequeña pantalla se han sucedido a lo largo de los años. A la trilogía de El Hobbit le sucedió la serie de Prime Video, Los Anillos de Poder, producciones que, sin embargo, no han logrado superar ni en éxito ni en carisma la trilogía original de Peter Jackson, con las películas de La comunidad del Anillo, Las dos torres y El retorno del rey.
Estas tres películas lograron captar la épica de los libros de Tolkien, clásicos de la literatura de fantasía, y además contaron con un enorme equipo técnico y artístico que supo adaptarse a las situaciones más inverosímiles que surgieron en los rodajes realizados en parajes naturales de Nueva Zelanda. Sin embargo, a algunos actores les costó especialmente estar a la altura de las exigencias planteadas por Peter Jackson y el resto de trabajadores.

Un viaje “con los nudillos blancos” de apretar
Este fue el caso de Sean Bean, actor a quien hemos visto interpretar a Ned Stark en Juego de Tronos, de Odiseo en Troya y hasta de villano en una película de 007. Sin embargo, muchos lo recuerdan por hacer de Boromir en La Comunidad del Anillo. Un papel para el que se expuso a una serie de situaciones en las que entró en juego uno de sus mayores temores: su miedo a las alturas.
En cada jornada de rodaje, los helicópteros eran un método de transporte habitual para el elenco y el equipo, transportando a los actores sobre las cordilleras neozelandesas hasta las distintas locaciones de rodaje. Pero para Bean, estos viajes representaban un terror indescriptible. Mientras sus compañeros volaban cómodamente, el actor era presa del pánico, incapaz de soportar el temblor, el zumbido del vuelo y, por supuesto, el vasto paisaje que se extendía bajo sus pies.
Así lo confirmaba su compañero de reparto, el Orlando Bloom -Légolas en la película- en un encuentro con el resto de actores de la película. “Tuvimos que sobrevolar los (montes) Remarkables, ¿recuerdas?, para llegar a Queenstown, y su mano en mi rodilla es algo que nunca olvidaré”, recordaba. “Fue como un viaje con los nudillos blandos, un auténtico viaje con los nudillos blancos”.
La decisión final: recorrer las montañas por su propio pie
Tanto era el miedo de Bean a las alturas, que uno de esos días en los que el uso de helicópteros volvió a ser necesario, el actor resolvió que él no se subiría a ese aparato volador. “Vendré muy, muy temprano, recogeré todo mi equipo, todo mi equipo Boromir, y empezaré a escalar, a pie”. De este modo, Bloom cuenta que su compañero decidió realizar el trayecto por su cuenta. “Así que estábamos volando hacia arriba y miré hacia abajo y vi un acantilado inmenso en la montaña, y pude ver a Sean como una mosca humana trepando por una pared rocosa casi vertical”.
Pese a parecer una locura, todo indica que Sean Bean llegó a tiempo para el rodaje. Y no solo eso, sino que el trabajo del actor interpretando a Boromir contribuyó a que este complejo personaje acabara siendo uno de los más recordados de la primera película de una saga que ya es historia del cine.
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