“Los ladrones más expertos del mundo”: las gangsters del sur de Londres que se hacían pasar por mujeres de clase alta para robar en grandes almacenes

Las ‘Forty Elephants’ comenzaron sus robos en casas de los ricos, mientras se hacían pasar por sirvientas

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Quienes fueron las Forty Elephants
Quienes fueron las Forty Elephants (Montaje Infobae, Wikimedia Commons, South London Guide)

La serie producida por la BBC Peaky Blinders ha popularizado la historia de las pandillas callejeras que operaban en los barrios londinenses a principios del siglo XX. Sin embargo, los Birmingham Boys solo formaron una de las bandas que rondaban las calles de la capital y, para sorpresa de muchos, no fue la más temida.

Y es que las Forty Elephants llegaron a ser “los ladrones de tiendas más inteligentes del país, y sus socios los consideraban los ladrones más expertos del mundo”, según relató un detective de policía en 1920. Este grupo, formado exclusivamente por mujeres, aterrorizó West End en Londres con una precisión delictiva digna de manual. Su nombre hacía referencia al barrio de Elephant and Castle al sur de la capital británica, donde se codeaban con la pandilla de Elephant and Castle Mob, unos aliados de los Birmingham Boys.

Con los informes de la policía que se conservan a día de hoy, sumado a los periódicos de la época, se puede situar la historia de estas gangsters desde finales del siglo XIX y hasta bien entrada la década de 1950. Unos años que complicaron la existencia de todas las pandillas debido al fin de la Segunda Guerra Mundial y los cambios sociales que se produjeron a continuación.

“Era un asunto familiar y una forma de vida”

La mafia inglesa siempre debía tener una reina que dirigiera de manera inteligente a la banda. Aunque se desconoce el año y la manera en la que se organizaban sus miembros, sí que se sabe el primer nombre que resuena dentro de las Forty Elephants: Mary Carr, nacida en 1862, comenzó a relacionarse con la banda en torno a 1870 y paulatinamente fue avanzando jerárquicamente dentro del grupo criminal hasta llegar a la cima y convertirse en la “Reina de las Cuarenta Ladronas”.

En estos inicios, las gangsters solicitaban trabajos como sirvientas en las casas de los ricos, con el fin de comprender y reproducir el habla y los gestos de las mujeres de la aristocracia. Esto les sirvió para hacerse pasar por mujeres de clase alta que iban a comprar ropa de lujo en grandes almacenes. Asimismo, durante ese periodo de aprendizaje en hogares londinenses, también aprovechaban para hacer sus primeros robos: extraían vestidos y joyas de la señora de la casa para completar su objetivo.

El hecho de que no fuese un grupo improvisado hizo que las Cuarenta Elefantas lograran adquirir los objetos más valiosos de la ciudad. Además, llegaron a tener más de 70 integrantes, organizadas en células y con roles definidos. No obstante, no podía entrar cualquier persona a este equipo, pues eran muy desconfiadas. Según la información publicada por el Museo de Londres, las ‘Forties’ “eran tías, primas, madres o hermanas: era un asunto familiar, una forma de vida que se transmitía de generación en generación”.

Este trabajo les permitió optar por una alternativa a la prostitución o la indigencia, debido a la pobreza estructural de los barrios más desfavorecidos. Sin embargo, su auge no llegaría hasta el siglo XX, un momento en que Londres experimentó una transformación urbana y comercial, que reformó la manera en la que se exponían los elegantes abrigos de piel, joyas llamativas o vestidos de alta costura en las tiendas, entre las que destacaba Selfridges.

Unas técnicas diseñadas a medida

Quienes fueron las Forty Elephants
Quienes fueron las Forty Elephants (Montaje Infobae, Archivo de 'Popular Science Monthly 1916)

Otro de los motivos de su éxito se debe al Código Hoister, que, como se relata en Danny Dutch, regulaba la conducta de sus miembros. Concretamente, se prohibía usar los objetos robados en público, salir a beber antes de una operación o colaborar con la policía. Pero quizás, lo más sorprendente fue la tecnología que diseñaron para sus vestidos. Las ladronas modificaron sus ropajes con bolsillos ocultos, cinturones con ganchos y enaguas preparadas para esconder joyas, ropa o cualquier mercancía de alto valor. Incluso, llegaron a diseñar un brazo de madera que imitaba por dentro de la chaqueta al suyo, con el objetivo de tener el verdadero suelto y coger así los objetos expuestos de manera menos sospechosa.

Sus métodos se reinventaban constantemente y no siempre empleaban técnicas muy elaboradas. A veces se paseaban dos integrantes de las Forty Elephants por una de las tiendas que solían visitar y una de ellas fingía un embarazo con cojines para luego simular un desmayo en medio de la tienda, lo que les daba el tiempo y la cobertura necesaria para actuar. Con la llegada de los automóviles pudieron expandir sus operaciones fuera de Londres, ya que con el tiempo los policías y los dependientes detectaban a las delincuentes. De esta manera, incluso llegaron a travestirse para hacer un show similar al del embarazo. Una de las integrantes que fuera reconocible se paseaba por los negocios, mientras que la otra, vestida de hombre, aprovechaba la distracción.

Por otro lado, las ‘elefantas’ también frecuentaban locales de ocio como el Golden Calf o el 43 Club, en el Soho londinense, donde se codeaban con la alta sociedad. Sus vidas combinaban el delito con el lujo: gastaban sus comisiones en ropa exclusiva, hoteles de categoría y champán. Asimismo, no podían lucir públicamente los objetos robados, pues debían disfrutar sus ganancias en secreto y vender cuanto antes las mercancías hurtadas a redes especializadas.

Diamond Annie, la Reina de las reinas

Quienes fueron las Forty Elephants
Quienes fueron las Forty Elephants (Montaje Infobae, Wikimedia Commons)

A pesar de que existieron varias reinas en la cronología de las Forty Elephants, una de ellas ha trascendido en la historia por su inteligencia y sus métodos de robo: Alice Diamond, apodada Diamond Annie por los enormes anillos que solía llevar y que utilizaba también como armas. Nacida en 1896 en una casa de trabajo para pobres en Lambeth, comenzó su carrera criminal en la adolescencia y asumió el liderazgo del grupo en 1916.

Bajo su dirección, la banda alcanzó su punto más alto de sofisticación. Esto lo logró en cierta manera por una estricta disciplina: prohibía relacionarse con personas ajenas o que no fueran de confianza para el grupo, y más aún, controlaba los casamientos de sus miembros. De hecho, en 1925 ordenó un ataque a una de las integrantes que había contraído matrimonio sin su consentimiento. Algo que acabaría con su intervención en las Forties, ya que culminó en el llamado Motín de Lambeth. La agresión fue tan brutal que Diamond fue condenada a 18 meses de prisión, junto con el resto de mujeres que participaron con ella.

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Al salir de la cárcel, Diamond se encontró con que otra mujer había tomado el control de la banda. Se retiró parcialmente y comenzó a dirigir un burdel, al mismo tiempo que entrenaba a jóvenes ladronas. Falleció a los 55 años por complicaciones derivadas de la esclerosis múltiple. Por ese entonces, en la década de los 50, las pandillas londinenses comenzaban a perder el poder sobre las calles, debido a los avances tecnológicos, la transformación del comercio minorista y, sobre todo, el reforzamiento del orden policial.

De este modo, cuando la última líder reconocida, Shirley Pitts, operaba en el sur de Londres, la escala de su influencia era mucho menor, a pesar de haber sido formada por la propia Diamond. En la actualidad el recorrido de estas mujeres no ha sido tan extendido como otras pandillas del país. Tras el éxito de Peaky Blinders, Disney + ha representado a las dos líderes más características de este grupo en la serie Mil golpes, estrenada el pasado mes de febrero.