¿Es posible el perdón entre una persona víctima de ‘bullying’ y su acosador? La película basada en hechos reales que convierte los puñetazos en abrazos de reconciliación

En un barrio obrero y pobre de Alicante, un joven, Chimo (Christian Checa), intenta sacar adelante a su familia simultaneando trabajos precarios. Sin embargo, arrastra un trauma que continúa atormentándolo, el acoso del que ha sido víctima desde su infancia por parte de el Rubio (Hugo Welzel), que lo ha sometido (y sigue haciendo) a auténticas torturas físicas y psicológicas.

Este es el punto de partida de Enemigos, la nueva película de David Valero, cineasta que se ha curtido en el audiovisual independiente y que ahora afronta su primera película de gran presupuesto con el apoyo de Amazon Prime.

La historia parte de los recuerdos del propio director cuando era adolescente y vivía en San Vicente del Raspeig en los años noventa. Había un acosador, un chaval que era muy violento y tenía amedrentado a medio pueblo.

“Yo tuve la suerte de no cruzarme con él, pero sí había mucha gente de mi entorno que sufría bullying por parte de esta persona", cuenta David Valero a Infobae España. “Es algo que fue haciendo mella en mí y, de hecho, utilicé esta idea para un cortometraje que se llamaba Scratch. Así que ese fue el detonante para plantar la semilla del guion de Enemigos que, básicamente nace de todo lo que viví durante mi adolescencia”.

Lo que plantea Enemigos es el choque entre abusado y abusador de una manera que va más allá de los estereotipos. ¿Qué pasaría si la persona que te ha arruinado la vida necesita tu ayuda?

“Cuando empecé a investigar sobre este chaval que rondaba por mi pueblo, me interesó saber de dónde venía tanto odio y tanta violencia hacia los demás. Entonces descubrí que procedía de su entorno doméstico, de un padre ‘maltratador’ y delincuente. Entendí algunas cosas que me sirvieron para ofrecer una visión diferente sobre el tema basada en la empatía y el perdón".

David Valero es un director superviviente dentro de esta industria a la que ahora se empieza a asomar. Pero lo hace sin perder su esencia, sus raíces de barrio, su autenticidad a la hora de mirar los problemas derivados de la pobreza de las calles de frente. “Yo quería hacer un retrato más quinqui, porque yo procedo del documental y buscar actores naturales, pero me di cuenta de que necesitaba a intérpretes profesionales que llevaran el peso de la historia”, continúa.

En ese aspecto, tanto Christian Checa (al que descubrimos en En los márgenes, de Juan Diego Botto) como Hugo Welzel (El hijo zurdo), están magníficos y componen dos interpretaciones cargadas de rabia, dolor, ira y, también, comprensión que los complementan.

“Quería que la película fuera muy realista, que trasmitiera naturalidad. Que cuando el espectador la viera pudiera entrar en esos barrios, olerlos, sentirse parte de ellos, pero no quería estereotipar nada“.

El director piensa que no hay que demonizar los barrios más humildes y conflictivos como se suele hacer. “Al final todos son familias que intentan sobrevivir, de una mejor o peor forma, porque cada uno tiene sus propias miserias, sus traumas y miedos”.