Fernando León de Aranoa presenta su libro ‘Leonera’: “Las películas cada vez están menos tiempo en cartelera, pero también dentro de nosotros mismos”

El director de ‘Los lunes al sol’ o ‘El buen patrón’ publica su tercera obra escrita, en la que recopila historias sobre el amor y otras reflexiones de la vida

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El cineasta Fernando León de
El cineasta Fernando León de Aranoa posa en la librería Mistral durante la presentación de su nuevo libro, 'Leonera'. (EFE/ Juan Carlos Hidalgo)

Ha contado la historia de un hombre con una familia de pega, de un grupo de desempleados sin oficio ni beneficio, de prostitutas y niños en barrios marginales de Madrid o de un empresario de provincias con aires déspotas. Casi nadie ha radiografiado la España de los últimos 30 años como él, que además ha transitado de la ficción al documental para acercarse a figuras tan dispares como Pablo Iglesias o Joaquín Sabina. Uno podría pensar que a Fernando León de Aranoa (Madrid, 1968) no le faltaba nada ni nadie por abordar, hasta que ha dado con ello: lo que escondía en su leonera.

Ese es el término que da nombre a su nuevo libro, tercera publicación del cineasta madrileño y segunda enfocada en la ficción tras Aquí yacen dragones (Seix Barral, 2013). Aunque ficción es solo un término que no delimita en absoluto lo que se haya en esta Leonera (Seix Barral, 2025), una recopilación de grandes y pequeñas reflexiones, cartas de amor a parejas y a uno mismo, viajes a la infancia o máquina del tiempo al futuro. En definitiva, un emocionante paseo por la vida con gran humor e ingenio por parte del ganador de ocho Premios Goya, que cuelga momentáneamente la cámara para empuñar la pluma y se sienta junto a Infobae España para contar algunos de los secretos detrás de este libro tan personal y universal a la vez, como su cine.

-Pregunta: La mayoría de gente te conoce por tu faceta como director, pero no tanto como escritor. ¿Cómo compaginas ambas y de dónde nace la idea de este libro?

-Respuesta: Por un lado traía una cierta inercia del libro anterior. Fue un libro al que le puse fin en un momento en el que decía ‘bueno, tendré que cerrarlo en algún momento’, y lo publiqué, pero digamos que esa inercia se mantuvo porque es un formato que disfruto mucho. Creo que en cualquier proceso creativo es un impulso importante que uno encuentre placer en lo que hace. Por otro lado, trabajar en cine demora habitualmente tiempos muy largos; poner una película en pie, sobre todo cuando la escribes y la diriges, lleva mucho tiempo. Exige un compromiso con esa historia en concreto, ya no con la producción, sino con esos personajes, muy grande. José Luis Borau lo definía diciendo que para hacer una película hay que estar enamorado porque realmente tienes tienes que tener una pasión, un flechazo que te permita sostener esa energía creativa durante tanto tiempo.

-P: ¿Y cómo se escribe un libro así cuando uno no tiene esa continuidad y tiempo del que dispone normalmente un escritor?

-R: He sentido que, para seguir trabajando en esas historias más literarias, me ayudaba mucho el formato. De manera que a veces es una escritura casi infiel, hecha a espaldas de la escritura cinematográfica. Está hecha en viajes, en vuelos, en salas de espera, Las salas de espera son muy agradecidas porque a veces la gente se estresa y a mí me pasa al revés. Y ahí surgen, a veces, cuentos que persigues y encuentras. Muchas veces los encuentras porque casi siempre son como percepciones de cosas que nos pasan en la vida, y creo que lo que tienen en común es que buscan lo extraordinario en lo más cotidiano, en lo más aparentemente intrascendente. Es ahí donde encuentro ese placer, con esas pequeñas revelaciones que intento plasmar en estos alrededor de 100 cuentos que componen un poco mi leonera, mi desorden.

Fernando León de Aranoa presenta
Fernando León de Aranoa presenta 'Leonera'. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

-P: Son relatos que hablan de todo tipo de cosas y en tonos muy diferentes, a veces desde el humor y la simpatía pero otras desde la melancolía y la nostalgia. ¿Cómo se encuentran el equilibrio y el criterio para ordenarlos?

-R: Creo que muchas veces el orden que uno propone de lectura es quizá lo más importante. Es precisamente la progresión emocional, pasa en las películas también a través de los guiones. O sea, puede parecer que lo narrativo impone una serie de condiciones, y es así, pero creo que es muy importante al final el viaje emocional que propones, tanto en un largometraje como en un libro como este.

-P: Da la sensación de que, aunque los relatos puedan no seguir una historia como tal, sí se van pasando como por distintas etapas vitales.

-R: Elijo comenzar con la relevancia de los parques, que es un cuento que habla de los principios y de los finales. De cómo todo en la vida empieza normalmente en un parque, porque es donde empieza nuestra vida social, fuera del ámbito familiar, donde ya empezamos a tener que negociar, a pactar, a discutir, a pelear, a seducir, a besar. Es en un parque donde ya entras en contacto con los demás, ahí comienza la educación comercial de los niños. Lo cual habría que analizar, y es terrible, pero es un poco así. Y efectivamente, haces tus primeros amigos, pero también tus primeros enemigos, porque los de tu generación suelen ser tus amigos, pero los que te sacan diez años van a ser pronto tus enemigos porque son los que te van a sacar de allí cuando necesiten el campo de fútbol. Entonces sí, hay algunas claves como es la de empezar hablando de los principios y cerrar con uno que habla de las despedidas. Al final es un libro al que le cuesta despedirse.

-P: ¿Tú mismo has sentido este viaje de alguna forma, como una manera de encontrarte con tu yo de niño y ver cómo ha evolucionado hasta ahora?

-R: Para mí todo eso, que es importante, tiene más que ver con el momento de la escritura que con el momento, por así decirlo, de cuando te enfrentas al libro una vez terminado. Por esto mismo que decíamos, por ese viaje que le estás proponiendo al lector para que lo haga contigo. Luego hay una cosa muy natural también, y es que el comienzo engancha con el libro anterior, o sea, tiene un inicio más lúdico, juguetón, donde se habla de cosas para mí importantes. Lo puedes contar de una manera con más dolor o con más humor. De hecho, hay algunos cuentos sobre el paso del tiempo que quizá en la primera parte del libro están contados con más humor, como el relato de La traición de los espejos, y sin embargo hay otro más adelante que habla un poco de lo mismo pero desde un lugar muy diferente, para contar esa misma percepción del paso de tiempo, pero ahora con más dolor. Es un desdibujamiento progresivo, de cómo las cosas pierden contorno, pierden definición.

-P: También hay varios textos enfocados en el amor y en las parejas, de cómo estas van perdiendo la chispa, la comunicación o directamente la distancia en fotografías como metáfora de la relación. Quería saber cómo ha evolucionado tu opinión sobre el amor y la pareja con los años y cómo lo ves todo a día de hoy.

-R: Supongo que es difícil para mí resumir eso porque muchas de las reflexiones que pueda hacer están contenidas en los cuentos y son abordajes contradictorios. También puede depender no solamente del tiempo que haya pasado entre ellos, sino también de mi percepción de ese momento por lo que me esté pasando. La realidad de la que hablamos es cambiante, pero no solo eso. Hay una cosa que lo dificulta todavía más, que es que nuestra percepción también lo es. Nosotros también estamos cambiando. Es como intentar hablar de algo que está en movimiento, pero desde un lugar que también está en movimiento.

Fernando León de Aranoa presenta
Fernando León de Aranoa presenta 'Leonera'. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

-P: Y pasando del amor al cine, no sé si tienes la sensación de que sucede algo parecido, que ha cambiado mucho la forma de relacionarse con las películas y ahora todo es más intenso pero también más efímero, como si ya no tantas películas dejasen huella como parecía que lo hacían antaño, aunque quizá se vieran menos y hubiese menos oferta por la ausencia de plataformas.

-R: Tengo esa percepción que has definido tan bien y que creo que es así, que las cosas dejan menos sedimento y eso implica también que no hay poso. Sucede ya desde la exhibición, las películas están mucho menos tiempo en cartelera. Pero también tienes razón que sucede dentro de nosotros. Pienso que puede tener que ver con que vivimos más hacia afuera, entonces hay menos proceso de digestión, de análisis no ya intelectual -que a veces abusamos mucho de eso también-, sino emocional incluso. En cuanto ves algo, tienes que dar tu opinión o hacer una valoración en estrellas de lo que te ha parecido o contarlo en tu red social. Y eso hace que las cosas se instalen menos dentro de nosotros y ocupen su espacio, a lo mejor han desaparecido a la semana.

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-R: Por esas redes sociales y aplicaciones de valoración de películas, han circulado listas en las que se percibe cada vez menos presencia del cine español. Recientemente salió una dedicada a los años 90, en los que usted empezó, y donde dentro del top 100 apenas figuraban cuatro películas españolas -dos de Pedro Almodóvar, una de José Luis Guerín y una de Víctor Erice- sin rastro de la generación de cineastas que surgieron en esa etapa.

-R: Yo lo puedo contar desde este lado, desde el lado de los que las hacemos. Pienso mucho en todos los que empezamos en aquella época, como Icíar Bollain, Álex de la Iglesia, Juanma Bajo Ulloa, Julio Medem... y creo que era todo muy heterogéneo. Daba más posibilidades para el público de ver historias muy diferentes y cada uno tenía su sensibilidad particular. Lo que quiero decir es que no creo, al menos por mi parte, que intentase hacer historias coyunturales, que le hablasen al público del momento. En realidad se trata de que nos sobrevivan, de que dentro de 50 años se pongan en alguna filmoteca o en algún canal de madrugada y le hablen a la persona que la está viendo.

En el caso, por poner un ejemplo propio, de Los lunes al sol, empezamos pensando que íbamos a hacer una historia sobre el paro, pero muy pronto entendimos que era una película sobre la identidad, sobre qué le pasa a cada uno de esos personajes cuando pierde su trabajo, sobre cómo estar en una situación de desempleo afecta la identidad de cada uno de esos trabajadores. En algunos casos la destruye hasta el punto de llegar a la muerte. En otros casos hay una defensa de la identidad a través de la pertenencia a una clase, a la clase trabajadora. Lo que quiero decir es que al final buscas la manera de hablar de algo de forma que no envejezca, que tenga sentido dentro de diez, 20 o 40 años.