
Se suele decir que el ser humano es el único animal capaz de tropezar dos veces con la misma piedra. Pues bien: también es el único capaz de colocar un cartel justo delante para evitar que tanto él cómo quienes le sigan cometan el error.
Marta Cerdà, diseñadora gráfica que acaba de publicar con Anagrama Sobrevivir al diseño: contexto, memoria y tiempo, lo sabe perfectamente: “Hay tantas, tantos diseñadores como personas en este planeta, mil maneras de hacer, de ver y de comunicar". Porque, ¿qué cartel pondríamos para evitar tropezar (por tercera vez) con la misma piedra? ¿Cómo de grande debería ser? ¿Qué colores usar para que todos, absolutamente todos, puedan entender esa advertencia?
Preguntas similares tuvo que plantearse una de las grandes diseñadoras de la historia, Margaret Calvert, cuando junto a Jack Kinneir se dedicó a buscar durante años la mejor forma de transmitir a la gente los diferentes peligros de la carretera. Redujo los dibujos a su esencia absoluta para que de un solo vistazo se pudiera entender lo que quería decir. Diseñó una tipografía específica, y hasta estudió la legibilidad en caso de lluvia, noche o altas velocidades. El resultado: una serie de señales de tráfico que, cincuenta años más tarde, se siguen utilizando.

Barcelona, capital mundial del diseño
El diseñador es capaz de maximizar la funcionalidad de las cosas. “Diseñar es proyectar: es trazar una estrategia”, afirma Marta Cerdà en una entrevista en Infobae España. Una estrategia que no solo pasa por la utilidad, sino por la combinación de esta variable con otras igual de importantes, como los gustos y características de las personas a los que afecte ese diseño, por no hablar de la ética. Y, por supuesto, también la estética, pues, tal y como escribe en su libro: “Todo diseño se mueve entre las coordenadas de función (ciencia) y forma (arte)”.
Esas coordenadas, en un mapa, señalarían hoy directamente hacia Barcelona. Esta ciudad acoge desde el jueves 8 de mayo hasta el sábado 10 la edición número 25 del Festival OFFF de Artes Visuales, uno de los eventos más pioneros del mundo en reunir y reivindicar a todos los creadores que, a través del diseño y sus múltiples variantes (desde programadores de softwares artísticos hasta responsables de los efectos especiales de las películas) se reúnen para poner en común su trabajo.

Desde 70 países diferentes, la gente asiste al OFFF para, en palabras de su director, Pep Salazar, compartir “tendencias y procesos creativos” en más de 80 horas de actos en diferentes escenarios. Además, para esta edición, el festival ha decidido abrirse para toda la ciudad con una serie de actividades para que los barceloneses y barcelonesas que quieran puedan “entender y disfrutar todo lo que tenga que ver con las artes visuales”. Para ello, han dispuesto de exposiciones gratuitas, mercados y hasta un recorrido por el Museo del Diseño de la ciudad condal.
“Barcelona es una ciudad que en sí misma está diseñada”, destaca Pep. “La gran parte del centro, que es el Ensanche, es un diseño urbanístico de un urbanista llamado Idefons Cerdà. A partir de ahí, Barcelona es una ciudad en la que el diseño rezuma, muy abierta al talento emergente e internacional”. A través de este y otros festivales, para él se convierte en un lugar cuyo “ADN” predispone a “entender la creatividad y la innovación”.
El “valor democrático” del diseño en un país que no termina de entenderlo
Ese ADN del que habla Pep no está, sin embargo, en los colores de los despachos del Ayuntamiento. “Tiene que ver con la masa social de la gente”, afirma él. Algo que rima muy bien con la noción de diseño de Marta Cerdà, quien recuerda que “la vocación del diseño es completamente democratizadora”. Del periódico al supermercado, pasando por las decenas de aplicaciones que tenemos en los móviles: todo es diseño. Eso sí: “Si algo está muy bien diseñado y es muy funcional, probablemente ni te des cuenta”.
Eso vale tanto para el diseño de consumo como para el diseño creativo, aunque muchas veces ambas ramas se integren en una sola. Varias generaciones en España recuerdan con cariño a Cobi, mascota creada por el diseñador gráfico Javier Mariscal para los Juegos Olímpicos de Barcelona; millones de personas decidieron comprarse un Mac por el mero hecho de que Steve Jobs decidió aplicar sus conocimientos en caligrafía para que su ordenador fuera “el primero con una tipografía bonita”.

Pero pese a que el diseño está ahí, desde la Times New Roman con el que escribimos al logo de los Cercanías diseñados por Alberto Corazón, en España nos sigue costando valorar el diseño. “Los diseñadores españoles tienen buena reputación”, indica Marta Cerdà, “lo que pasa es que todos sus estudios están trabajando para clientes más de fuera. Al cliente español le cuesta un poco más”.
Para ella, el mejor ejemplo está en el diseño de las páginas web públicas: ministerios, Seguridad Social, servicios de empleo y hasta Renfe. “Ese es el ejemplo de que el diseño en España no ha acabado de entenderse, porque parece que solo es un maquillaje y no, porque también sirve para hacerle la vida más fácil a la gente”. La función democrática del diseño queda latente cuando una persona necesita realizar un trámite en la web para pedir una ayuda o encontrar información y no es capaz ni de orientarse en la página web de su propio Ayuntamiento. El diseño también es transparencia.

Los retos de un sector afectado por la tecnología y las crisis económicas
Ya sea en el ámbito de la industria, la cultura, el arte o el servicio público, el diseño está justo delante de nuestros ojos. El sector, no obstante, ha pasado a resultar “prescindible”, según Marta, para muchas empresas que prefieren ahorrarse un gasto cuanto el contexto económico no es favorable. “Cuando hay crisis, de las primeras cosas que la gente recorta igual es el diseño”.
“De todas las artes visuales, el diseño puede ser a veces la más denostada y la que más pueda sufrir”, coincide Pep. Así, pese a que se trata de una disciplina que atraviesa a todas las demás, muchas veces no se valora lo suficiente. “Porque lo que te llega, te llega hecho, pensado, realizado, diseñado y rediseñado”, subraya el director del OFFF.

Es por esto que, para la autora de Sobrevivir al diseño, uno de los principales retos que afronta el sector es hacerse respetar en un mundo en el que la estética últimamente solo “se aplica a nivel de gran consumo, de una forma casi violenta y agresiva. No hay espacio para la belleza, para el reposo visual”. “Tenemos que hacer respetar nuestro terreno y recuperarlo, que no nos lo amputen del todo”.
La transformación de la Inteligencia Artificial y las redes sociales
En este sentido, los avances tecnológicos, entre ellos la Inteligencia Artificial, pueden hacernos creer que el proceso creativo se resume en aprender a utilizarla a favor de una u otra estrategia. “La IA se puede usar de una forma completamente artística y de una manera muy digna”, señala Marta, “el diseñador se está adaptando siempre a nuevas tecnologías, pero no hay que depender únicamente de una herramienta ni perder de vista las demás”. Para Pep, por otra parte, “con los softwares de IA podemos entender el mundo que nos rodea y podemos acercarnos a él desde un nuevo punto de vista, pero no hay que aplicarlo solo en la industria, sino también a la creatividad”.
El director del Festival OFFF, además, incide en que otro de los retos a los que se enfrentan tanto el diseño como el resto de artes visuales es, precisamente, “no dejarse llevar por la tecnología en sí, sino mantener el talento creativo”. El ejemplo perfecto son las redes sociales, un espacio al que todos los trabajadores creativos ya se han adaptado, pero al que mucha gente vive enganchada precisamente “por la dopamina que te genera”.
Esto hace que, hoy más que nunca, permanecer fuera del sistema y realizar trabajos underground pueda resultar más difícil que nunca. “Pero es absolutamente necesario que exista esa gente que trabaja un poco más en los márgenes, porque es ahí donde se demuestra la creatividad”. Ese es uno de los valores que Marta destaca del Festival OFFF: “Hay muchos diseñadores que reman en la dirección contraria, algo que no es fácil, pero así es como se va construyendo y avanzando a nivel cultural”.

A veces, incluso, la tecnología no parece preparada para adaptarse a la creatividad de los diseñadores. El ejemplo perfecto fue cuando Instagram decidió censurar la imagen del cartel de Madres Paralelas, obra del diseñador Javier Jaén para la película de Almodóvar, por el mero hecho de que aparecía un pecho. Un objeto artístico pasó por ser meramente una imagen pornográfica. Y es que parece que las máquinas aún están muy lejos de apreciar el arte del diseño. Solo falta ver si nosotros comenzamos a hacerlo.
Últimas Noticias
Por qué la serie argentina de Netflix ‘El Eternauta’ se ha convertido en un éxito global: cómo la reivindicación de lo local se convierte en universal
La serie creada por Bruno Stagnaro y protagonizada por Ricardo Darín se ha convertido en un hito dentro dentro del audiovisual en lengua hispana

Bad Bunny es infinito: hasta 600.000 personas, más que toda Málaga, le verán en el Metropolitano
El puertorriqueño actuará durante 12 noches en España, 10 en el estadio del Atlético de Madrid, el Riyadh Air Metropolitano

Las reflexiones de Karol G en su documental para Netflix: “Quiero que mi música sea recordada cuando ya no esté”
La cantante colombiana acaba de estrenar en la plataforma ‘Mañana fue muy bonito’

Robert Prevost vio ‘Cónclave’ justo antes de ser elegido como el Papa León XIV: “Sabía lo que tenía que hacer”
El hermano del recién elegido reveló la conversación que tuvo con el cardenal antes de ser nombrado Santo Padre

Los mejores estrenos de la semana: de ‘Tierras perdidas’ a ‘Presunción de inocencia’
El regreso del dúo Milla Jovovich-Paul W. Anderson o la nueva película de Daniel Auteuil son algunos de los títulos destacados de la semana
