Rocafort es una estación de la línea 1 del Metro de Barcelona que se sitúa por debajo de la Gran Vía en el distrito del Ensanche. Las obras empezaron en 1924 y durante la construcción de los túneles hubo un derrumbe y murieron 11 trabajadores. Finalmente, se inauguró en 1926 y durante la Guerra Civil se usó como refugio. Se dice que en las bocas de acceso murieron muchas personas que se intentaban esconder de los bombardeos y que terminaron aplastadas en auténticas avalanchas, o por los propios proyectiles, antes de resguardarse bajo tierra.
Ya avanzados los años sesenta comenzaría a generarse una leyenda maldita a su alrededor que se ha perpetuado hasta la actualidad. Se sucedieron una serie de suicidios durante aquellos años precisamente en ese punto de la línea de metro. En apenas un mes, cuatro personas se quitaron la vidas en esas vías.
A partir de ese momento, se dice que empezaron a pasar cosas muy extrañas, como accidentes inexplicables, incidentes confusos y presencias escalofriantes que al parecer registraban las cámaras de seguridad cuando la estación ya estaba cerrada.

Todos esos hechos contribuyeron a que los operarios no quisieran trabajar en horario nocturno ya que, para más inri, también se escuchan voces en los túneles alrededor de la medianoche. Se empezó a alimentar la mitología de que eran espíritus que pululaban después de que pasara el último convoy al que denominaban ‘tren escoba’.
Uno de los fallecidos que más impacto causó en la sociedad fue un niño que fue a recoger su pelota y murió atropellado. Años más tarde, un investigador de fenómenos paranormales visitó la estación con una médium que aseguró haber visto a ese niño jugando con su pelota.
Qué cuenta ‘Estación Rocafort’

Todo este material es suficiente para hacer una película y precisamente ahora se estrena Estación Rocafort, un thriller de terror que recoge toda esta leyenda negra para añadirle más elementos sobrenaturales que nos llevan desde asesinos en serie hasta demonios que habitan en las profundidades de ese entorno oscuro y claustrofóbico.
En ella, una joven, Laura (Natalia Azahara), comenzará a trabajar en la red de metros y su primer destino será precisamente el horario nocturno de la estación de Rocafort (el que nadie quiere). Poco a poco comenzará a tener visiones y no sabrá con seguridad si pertenecen a la sugestión o a la realidad.
Al mismo tiempo, un ex policía, Román (Javier Gutiérrez) continuará obsesionado con el hombre que mató a toda una serie de personas en el metro como si se trataran de actos de sacrificio a alguna entidad. Los caminos de Laura y de Román, inevitablemente, terminarán convergiendo.
La película ha sido dirigida por Luis Prieto, que dirigió a Halle Berry en Secuestrado (Kidnap) y se inserta dentro de ese subgénero de terror en el subsuelo en el que encontramos películas como Creep, El vagón de la muerte (adaptación de un relato de Clive Barker) o End of the Line, así como la cinta de ‘found footage’ The Tunnel.
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