Raquel de Blas
Madrid, 31 oct (EFE).- En España los entierros de carácter religioso es la fórmula más escogida y el que más se practica sigue siendo el rito católico; sin embargo, la diversidad cultural del país hace que rituales funerarios de otras confesiones sean cada vez más demandados.
De las 433.547 defunciones que se produjeron el año pasado, en el 85,4 por ciento de los casos se ofició una ceremonia de carácter católico, mientras que en el 14 por ciento de las ocasiones se hizo una ceremonia laica y el 0,6 por ciento fueron actos de otras confesiones, según datos de la Asociación Nacional de Servicios Funerarios (Panasef).
España cuenta con 8.126 localidades en las que existen 17.682 cementerios y hay 2.525 tanatorios con más de 7.000 salas de velatorio y 537 hornos crematorios.
Sin embargo, las distintas tradiciones de cada religión hacen que los rituales funerarios tengan sus peculiaridades, y no siempre se cumplen las obligaciones religiosas de cada credo.
En mayo de este año el 52,8 por ciento de los españoles se declara católico, según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que distingue entre practicantes (17,3 %) y no practicantes (35,5 %).
En la tradición católica el funeral está dividido en tres partes bien diferenciadas: el velatorio, la misa y la inhumación o cremación.
La costumbre de velar a la persona fallecida sigue vigente, aunque la tradición de hacerlo en el domicilio -sobre todo en el ámbito rural- se ha sustituido por el tanatorio, donde el fallecido suele permanecer 24 horas, el tiempo que establece la ley para que una persona sea inhumada.
La misa suele oficiarse en la capilla que tienen los tanatorios, donde también se realizan las cremaciones, que se han convertido en la opción mayoritaria elegida en España. Y ya en el cementerio se celebra la inhumación, y puede hacerse tanto en el caso que sea inhumado el cuerpo como las cenizas.
En la actualidad, Ferede integra a la gran mayoría de iglesias y entidades evangélicas, unas 3.500, y calcula que en España hay alrededor de 1,5 millones de fieles, ha detallado a EFE un portavoz.
Según el Observatorio del Pluralismo religioso, la evangélica, con 4.920 lugares de culto distribuidos en 997 municipios, es la segunda confesión religiosa por detrás de la Iglesia Católica, con más de 22.000, y por delante de musulmanes y judíos, con 1.957 y 46 lugares de culto, respectivamente.
En el protestantismo y el evangelicalismo, no existen ritos funerarios estrictamente obligatorios ni uniformes, aunque sí hay tradiciones comunes que dan forma a cómo conmemoran el entierro.
El servicio fúnebre suele realizarse en una iglesia, funeraria o cementerio; está centrado en la lectura de la Escritura, la oración, el canto y un breve mensaje bíblico; se evita el uso de imágenes, velas, incienso o símbolos considerados "ritualistas" por influencia católica, y se prefiere un tono sobrio y esperanzado, "evitando tanto la teatralidad como el exceso de tristeza", explica el mismo portavoz.
Tradicionalmente la inhumación ha sido la opción más común aunque a día de hoy la cremación se acepta ampliamente.
Hasta el Concilio Vaticano II los cristianos protestantes no podían ser enterrados dentro de los cementerios porque eran "solo para católicos", por lo que algunas iglesias protestantes históricas en España construyeron cementerios propios. A día de hoy, la Iglesia Anglicana aún tiene y gestiona 14 cementerios.
Desde Ferede denuncian que actualmente se encuentran con problemas en algunos tanatorios para celebrar sus actos funerarios en condiciones de dignidad e igualdad ya que el "único espacio digno" para la celebración de un funeral es una capilla católica y se niega su uso para otras confesiones. En los de construcción más reciente suele haber capillas interconfesionales, pero en otros no.
En España la comunidad musulmana ya suma más de dos millones y medio de personas, según el último estudio demográfico del Observatorio Andalusí, aunque no siempre pueden despedir a sus seres queridos bajo las creencias del Islam en todo el territorio español.
Llevan años reivindicando su derecho a tener parcelas reservadas en cementerios municipales, tal y como fija el acuerdo entre el Estado y la Comisión Islámica de España.
Sin embargo, todavía cinco comunidades autónomas (Extremadura, Galicia, Asturias, Cantabria y Castila-La Mancha) no cuentan con ese espacio. Solo en 35 cementerios -la mayoría en Andalucía y Cataluña- existen áreas para esas inhumaciones, ha explicado a EFE la presidenta de la asociación Entierro Digno, Maysoun Douas.
A esos 35 camposantos esperan sumar próximamente los de Ávila, Cartagena (Murcia) y el de Carabanchel en Madrid, que deben habilitar esas parcelas aunque están a la espera de adaptar la normativa o desarrollar proyectos urbanísticos.
Debido a esa falta de cementerios musulmanes, la mayoría de las familias recurren a lugares como el cementerio público de Burgos o el privado de Chiva (Valencia), las opciones "más activas y accesibles".
El rito funerario islámico se compone de cuatro etapas: el lavado ritual del cuerpo, el amortajamiento con un sudario blanco, la oración colectiva dirigida por un imán y la inhumación orientada hacia La Meca, directamente en tierra.
En España sí se utilizan féretros por motivos sanitarios, aunque este verano el Consejo Interterritorial de Salud aprobó la nueva guía de sanidad mortuoria para facilitar las prácticas tradicionales propias de diversas confesiones. Andalucía, la Comunidad Valenciana, Melilla y Ceuta ya habían modificado su normativa para poder realizarlos sin ataúd.
Alrededor de 70.000 personas integran la comunidad judía en España, donde existen cementerios judíos en una decena de ciudades: Madrid, Barcelona, Sevilla, Málaga, Melilla, Ceuta, Palma de Mallorca, Valencia, Benidorm (Alicante) y La Línea de la Concepción.
Los rituales funerarios se basan en preceptos recogidos en la Torá y están profundamente influenciados por la tradición, según ha explicado a EFE el gran rabino de España y juez de la Federación de Comuniades Judías de España, Isaac Cohen, que ha incidido en la creencia de la continuidad del alma más allá de la muerte, de ahí la prohibición de incinerar los cuerpos.
El entierro se lleva a cabo a la mayor brevedad posible en una ceremonia cargada de simbolismo que comienza con el lavado ritual del cuerpo y el amortajamiento con un sudario blanco y el 'talit' (manto de oración) de la persona fallecida, a la que inhuman en un ataúd con tierra dentro tras una breve ceremonia en el cementerio.
Después del sepelio, comienza un período de luto que va desde los 7 primeros días de luto riguroso hasta los 12 meses. EFE


