Barcelona, 1 jun (EFE).- 'El Mula', 'El Arropiero', Juan Carlos Firpo o 'El Vaquilla', exponente máximo de los quinquis, son algunos de los protagonistas del nuevo libro del periodista Santiago Tarín, 'Los crímenes de los pasos perdidos', que nace de las muchas horas que pasó en torno al gran salón central del Palacio de Justicia de Barcelona.
En una entrevista con EFE, Tarín ha rememorado que cuando trabajaba como periodista de sucesos y tribunales guardó mucha documentación de las historias que publicaba en el diario 'La Vanguardia', especialmente de aquellas protagonizadas por "personajes fuera de lo común, especiales", por si algún día podía explicarlas de forma más larga que en un artículo.
Años después, ha llegado el momento y Editorial Alrevés le ha publicado esta obra en la que, más allá de los sucesos que incluye, describe una época, una ciudad y un país de hace treinta, cuarenta años.
"Los protagonistas de 'Los crímenes de los pasos perdidos' formaban parte de una delincuencia que prácticamente ha desaparecido, muchos de ellos hijos de la miseria, víctimas de la heroína, cuyo impacto fue brutal en todos los aspectos", ha apuntado.
Fue por ello que hubo momentos de "mucha violencia, con muchos tiros". "No sé si se podría aguantar ahora el grado de violencia que hubo en los ochenta", apostilla, sin olvidar que era un tiempo en el que el terrorismo en España ocupaba a diario las portadas de los periódicos y de los informativos de televisión.
Otros de los personajes de la obra fueron "estafadores poetas", "pillos", "truhanes", gente como uno de los que aparece, juzgado por ser un ciego que conducía, u otra que era una pitonisa que quería matar a una clienta.
"He procurado siempre -ha dicho- buscar las historias más alejadas de lo que podía ser lo habitual. Una buena historia no necesita estar regada con mucha sangre. Ahora hay demasiado morbo, pero hay relatos que pueden ser muy buenos de contar sin necesidad de que haya muchos asesinatos".
Otros personajes que se mueven por estas páginas son algunos atracadores de bancos, un tipo de delincuencia que hoy prácticamente ha desaparecido porque las medidas de seguridad implantadas en las entidades bancarias han cambiado mucho y tampoco hay el efectivo en dinero que había hace unas décadas.
No obvia, además, que el mal existe, que hay "auténticos malvados, gentes sin escrúpulos".
Defensor de que el periodista siempre debe tener intención literaria, Santiago Tarín recuerda a algunos de sus maestros, como Josep Martí Gómez o Manuel Ibáñez Escofet, que era el director adjunto de 'La Vanguardia' cuando él se incorporó a este medio y que siempre dijo que en ese oficio se debe escribir con vocación literaria.
Para el escritor, en pocas secciones como las de sucesos y tribunales se puede desarrollar esta intención porque en cada uno de los sucesos que se narran hay "víctimas, detenidos, sus familias, sus defensores y sus acusadores".
En muchas ocasiones, prosigue, "pensabas que estabas ante una novela". "Y yo lo intentaba hacer lo mejor posible en mis crónicas, aprendiendo mucho de Martí Gómez, que era un gran cuentacuentos", recuerda.
En estas páginas, Santiago Tarín confiesa, por otra parte, que hay dos "pecados periodísticos" que "no ha expiado", dos artículos no publicados, uno de ellos sobre una persona humilde que "no hallaba reparación al daño sufrido".
Aunque con los años, admite, ha olvidado muchas cosas. "Nunca me podré quitar de la cabeza estos dos artículos que no escribí", asegura.
Preguntado sobre si cuenta con más material, no esconde que tiene más documentación en sus carpetas y que el oficio del periodista es siempre contar historias. "Hay que seguir contando", concluye. EFE
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