La audacia de Carlos Ares llega a Tomavistas: "No todo está inventado en la música"

Carlos Ares presenta 'La boca del lobo' en el festival Tomavistas, reflexionando sobre su evolución musical y el límite entre originalidad y ridículo en la creación artística

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Javier Herrero

Madrid, 28 may (EFE).- El festival Tomavistas de Madrid celebra desde este jueves una edición con figuras como Amaia o La Mala Rodríguez y valores en alza como Carlos Ares, nombre ubicuo en toda gala de premios que se precie, después de unos inicios frustrantes hasta que probó a buscar sin miedo "el límite entre la originalidad y el rídiculo".

"A mí me gusta tomarme la música como una oportunidad para sorprenderme a mí mismo y al resto. Por eso me da mucha rabia cuando dicen que todo está inventado, porque considero que no, que se pueden hacer muchas cosas y fusiones que no se han hecho nunca", señala el artista gallego en una entrevista con EFE a raíz del lanzamiento de 'La boca del lobo', su nuevo álbum.

Solo hace unos días los Premios de la Música Independiente (MIN) distinguían su disco previo, 'Peregrino' (2024), como el mejor trabajo pop del año pasado, un bagaje que podría ampliar la próxima semana en los Premios de la Academia de la Música de España con sus tres nominaciones, entre ellas la de mejor álbum de cantautor.

El panorama era muy diferente cuando en 2017 y con un tupé perfectamente moldeado lanzaba temas como 'Tiemblo'.

"Era parte de un popurrí poco honesto. Lo único que quería era agradar a ciertas personas que me asesoraban en la composición, con mucho desamor. Fue todo un proceso superfrío artísticamente hablando y no me hizo feliz; al contrario, me frustró mucho", reconoce.

Fue el motivo por el que, para no desligarse de la creación musical, decidió componer y producir con bastante más éxito para artistas como Marc Seguí, Paula Cendejas o Luna Ki, mientras se tomaba tiempo "para aclarar las ideas y adoptar una dirección convincente y coherente".

"Y ya ves tú la cantidad de años que he tardado", apostilla.

En torno a 2020 o 2021 "se quitó el miedo a probar" con sencillos "muy variopintos", "buscando dónde estaba el límite en el que algo empezaba a ser ridículo y dónde estaba lo original", cuenta de un proceso del que salió su canción 'Odisea'.

Frente a sus intentos previos de cantar de manera sofisticada, allí interpretaba "asalvajado" en una composición que "aunaba la vanguardia en la manera de desarrollar las melodías, las cuales permitían meter mucha letra, con estribillos muy sencillos e interactivos".

Encontró "una veta" que decidió explotar con 'Peregrino' y más recientemente con 'La boca del lobo' como una continuación de ese concepto artístico, en producciones audaces en las que su Galicia natal aparece a menudo como un paisaje de fondo místico y como referente orgulloso en sus letras.

"Nunca pretendí que hubiera folk. Fue algo muy intuitivo y más tarde me di cuenta de que lo había, aunque creo también que le llaman folk a simplemente meter un violín o fusionarlo con rock alternativo, que creo que es lo que hago yo", comenta humilde.

Más clara tiene la influencia del rap, especialmente cuando entona sus versos en la forma del "spoken word". "Yo he envidiado siempre mucho a los raperos. A la hora de escribir pocos géneros hay que te permita escribir tanta poesía como el rap", dice.

Pese a sus múltiples nominaciones, él mismo se devuelve a tierra en canciones recientes como 'Importante'. "Soy consciente de la grandísima suerte de que la gente ahora mismo me está prestando atención, por eso me pareció un momento óptimo para seguir publicando, más teniendo por delante una gira bastante extensa", comenta.

Este viernes será uno de los protagonistas de la segunda jornada de Tomavistas, arropado por una banda muy armada que le permite reproducir con mimo todo lo grabado, aunque las cuentas así no salgan. "Esto es un capricho que quiero disfrutar, una apuesta personal para aprovechar este momento con estas canciones y que el público les preste atención", argumenta. EFE

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