Javier Picazo Feliú
Madrid, 28 may (EFE).- 'Elden Ring' llegó en 2022 para hacer realidad el sueño de todos los seguidores de los juegos de 'FromSoftware', una aventura de rol de acción en mundo abierto con la característica historia oscura de la saga y cientos de desafiantes enemigos, algo que le valió para alzarse con el título de mejor videojuego del año.
Tras una exitosa expansión lanzada el año pasado, llega ahora ‘Nightreing’, una vuelta de tuerca que nos reta a pasar tres noches en el corazón de Limveld, una zona inhóspita de las Tierras Intermedias que llega con cierto aire continuista aunque trae importantes novedades.
Los enemigos, los escenarios y los jefes finales son casi idénticos a los de las anteriores entregas, un punto quizás algo decepcionante que logra compensar con un modo de juego soberbio dentro de un mundo que cambia constantemente, mecánicas de lucha sorprendentes y una aventura ideada para multijugador (lo más recomendable), aunque permita la opción de librarla en solitario.
El título nos propone crear un equipo con hasta tres compañeros online en modo cooperativo, aleatorios o elegidos por el propio jugador, de entre ocho personajes completamente nuevos, cada cual más impresionante en su diseño, características diferentes y complementarias y todos con movimientos especiales.
De este modo, tras superar el tutorial, el título nos lleva a una zona en la que elegir personaje, la misma 'Mesa Redonda' que vimos en 'Elden Ring', a la que añade alguna novedad en línea con la historia.
Ahí podremos practicar ataques, comprar materiales para mejorar armas, cambiar de personaje en cualquier momento, conocer algo más del ‘lore’ del juego (su trasfondo mitológico) y elegir una expedición: misiones que durante tres días y tres noches llevan al jugador a recorrer unas tierras llenas de peligros.
La estructura del juego es clara. Elegir una misión, hacer equipo online con jugadores de todo el mundo y empezar la expedición. Derrotar a todos los enemigos (y mini jefes) que se vayan presentando por el camino y, sobre todo, no morir en el intento, algo complicadísimo en un juego con una dificultad altísima marca de la casa ‘FromSoftware’.
Cada una de las expediciones transcurre en 3 días, todo mientras un reloj va marcando una cuenta atrás hasta que termina la noche, lo que nos obliga a enfrentar a un enemigo de esos a los que nos tienen acostumbrados en 'Elden Ring': enorme, poderoso y, a priori, siempre imbatible.
Las dos primeras jornadas sirven para descubrir el mundo en el que transcurre esa misión, mejorar al personaje y prepararse para lo que llega. Un mundo que además va menguando en tamaño según pasan las horas.
La tercera y última noche será una batalla contra el jefe final de esa expedición (un ‘Señor de la Noche’), extraordinariamente desafiante, y cuya derrota aporta mejoras sustanciales en el personaje y dinero para comprar objetos. Una vez completada una expedición el mundo del juego irá transformándose.
Como cabe esperar, aguantar esas dos noches es harto complicado y hacer sinergia con los otros dos compañeros online será esencial para poder concluir la aventura.
En esta última entrega las novedades vienen más del modo de juego y sobre todo de unos personajes clásicos roleros (encontramos el caballero, la hechicera o el guerrero) muy bien ejecutados. Por contra, enemigos, minijefes y jefes finales son muy poco originales y similares a los de las otras dos entregas del juego (tanto el original como la extensión ‘Shadow of the Erdtree’), lo que provoca una sensación de ‘déjà vu’ algo decepcionante.
El motor gráfico es el mismo que en los otros dos títulos y las mecánicas están recicladas, lo que no impide que estemos ante un título sobresaliente. Es difícil, profundo, amplía aún más la historia y trae combos y escenarios memorables.
‘Elden Ring: Nightreign’ es todo lo que se podía esperar de él. Pura diversión, con un multijugador creativo, una jugabilidad extrema y el sello de calidad de una de las mayores franquicias de los videojuegos, que viene a completar un título que ya de por sí era perfecto. EFE
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