Madrid, 27 may (EFE).- Más de 6.000 partículas de plástico por cada kilo de sedimento: los fondos marinos de las Islas Columbretes, un espacio marino protegido a 60 kilómetros de las costas de Castellón, han evidenciado el alcance de la contaminación por microplásticos en los ecosistemas de coral mediterráneos.
Un estudio recogido en la revista Marine Pollution Bulletin, con la participación de investigadores del Instituto de Acuicultura Torre de la Sal (IATS-CSIC), documenta por primera vez el impacto de la contaminación por microplásticos y micropartículas de caucho sobre las poblaciones de coral 'Cladocora caespitosa', una especie en peligro, endémica del Mediterráneo.
Los microplásticos son partículas de menos de cinco milímetros de longitud que pueden provenir de diferentes fuentes, como la degradación de plásticos más grandes, la liberación de fibras textiles o de productos cosméticos.
Los fragmentos de caucho o microrubber, otro de los tipos de partículas detectadas, se producen por el desgaste de los neumáticos en tierra firme y llegan al mar a través de los ríos.
El equipo del IATS-CSIC obtuvo muestras de sedimentos en cinco puntos distintos del ecosistema de las Islas Columbretes, tanto dentro de las estructuras que forman las colonias de coral como lejos de estas. Posteriormente, estas muestras se analizaron en laboratorios especializados en este tipo de análisis en Alemania.
“Encontramos microplásticos en todas las muestras, pero las concentraciones más altas estaban dentro de las estructuras coralinas”, revela Diego Kersting, investigador del CSIC que lidera la participación del IATS en el estudio.
Las acumulaciones van de las 41 partículas de microplásticos y "microrubber" por kilo de sedimento seco en los puntos más alejados de los corales a las 6.345 partículas halladas en las muestras obtenidas dentro de estos. La media entre los diferentes lugares donde se recogieron muestras es de 1.514 partículas por kilo de sedimento.
“Estos valores superan con mucho la concentración observada en otros puntos del Mediterráneo occidental”, asegura Lars Reuning, investigador del Instituto de Geociencias de la Universidad de Kiel (Alemania), otro de los autores del estudio.
Una investigación previa similar en el también protegido archipiélago de Cabrera, en las Islas Baleares, detectó también altas concentraciones de microplásticos.
Los investigadores argumentan que las colonias de coral o los bosques de posidonia, una planta submarina endémica también del Mediterráneo, tendrían una especie el “efecto trampa” para retener estas partículas contaminantes que arrastra la corriente.
“Es paradójico que encontremos estas concentraciones de microplásticos en dos lugares tan protegidos”, lamenta Reuning.
Aunque hacen falta más estudios para determinar el alcance de la contaminación por microplásticos en estos ecosistemas, los investigadores ya han podido comprobar que los corales incorporan sustancias como las cenizas originadas en la combustión de combustibles fósiles a sus esqueletos.
“Se sabe que puede haber efectos adversos para la salud a partir de 540 partículas por kilo seco de sedimento, y las concentraciones que hemos visto son mucho mayores”, advierte Reuning.
Los investigadores del IATS-CSIC tienen en las Islas Columbretes un valioso laboratorio vivo para comprobar cómo afectan el cambio climático y otros fenómenos globales a los ecosistemas marinos. Entre otros, han podido observar cómo los impactos del calentamiento provocan un estrés en estos corales que reduce su crecimiento y puede desembocar en su muerte.
Los investigadores estiman que el 80% de los plásticos que llegan a los océanos proceden de fuentes terrestres, de ahí que entre sus recomendaciones estén la prohibición de los plásticos de un solo uso, mejorar los tratamientos de las aguas residuales y llevar a cabo un reciclaje más efectivo.
La región mediterránea es la única cuyos fondos marinos son capaces de formar arrecifes similares a los de mares tropicales, recuerdan los autores.EFE