El periodista Vincent Bevins avisa del peligro de que las redes las controlen un "grupo de oligarcas"

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El periodista y escritor estadounidense Vincent Bevins ha avisado del peligro de que las redes sociales estén controladas "por un pequeño grupo de oligarcas", ya que considera que estos operan para maximizar sus ganancias.

Lo ha dicho en una entrevista con Europa Press, para presentar su libro 'Si ardemos. La década de las protestas masivas y la revolución que no fue' (Capitán Swing), que es una investigación sobre diferentes protestas ocurridas entre 2010 y 2020 en unos 10 países de diferentes puntos del mundo.

Bevins, que fue corresponsal en Brasil, Londres, Venezuela y el Sudeste Asiático, analiza el fenómeno de las protestas durante esta década a través de las experiencias de la gente que las vivió, para así entender por qué "tantas protestas masivas llevaron a los contrario de lo que aparentemente pedían".

Ha afirmado que los medios de comunicación, principalmente internacionales, tergiversaron muchas de las protestas ocurridas en la pasada década por una "falta de recursos para reportear con seriedad", lo que considera que fue fundamental para el fracaso de algunos de estos movimientos.

"Esta imposición de una narrativa desde afuera no solo cambió cómo la gente en otras partes del mundo entendía lo que pasaba, por ejemplo en Turquía o Brasil, sino que cambió la configuración concreta de lo que pasaba en las calles", ha sostenido Bevins, que ha señalado que los medios de comunicación, que fueron un gran megáfono del sistema global, fallaron en la década de 2010.

Ha alertado de que ya no hay un modelo de negocio en el periodismo actual: "Todo el dinero de la publicidad va básicamente a las tecnológicas, va directamente a lugares como Google y Meta", y también ha lamentado que haya habido una pérdida de credibilidad en el periodismo por la búsqueda desesperada de clics y el uso de titulares sensacionalistas.

Considera que la única manera de cambiar el periodismo actual es creando un modelo de negocio diferente, "algún tipo de apoyo público para un ecosistema mediático más grande", ha sugerido.

APRENDIZAJES DE LAS PROTESTAS

Una de las conclusiones que ha sacado a partir de conversaciones con activistas es que estas protestas masivas, aparentemente espontáneas, sin líderes, coordinadas digitalmente y con estructura horizontales "por sí solas son una herramienta increíblemente poco fiable, que pueden generar oportunidades reales, pero eso no garantiza que sean aprovechadas".

Estos mismos activistas también le transmitieron que les habría gustado estar más organizados en el momento en que estallaron las protestas, ya que una vez en marcha era difícil "construir mecanismos para una acción colectiva coherente", y también consideran que les faltó poner en valor la representación, que asociaban al elitismo o al autoritarismo, pero que en realidad era la esencia de la democracia, textualmente.

Preguntado por si ve el mismo patrón en las protestas pro-Palestina que han surgido en los últimos tiempos en los diferentes lugares del planeta, Bevins las ha comparado con las que ocurrieron en 2003 contra la invasión de Irak, y considera que transmiten un mensaje claro, aunque los dirigentes han decidido "simplemente ignorarlo".

FALTA UN "AJUSTE TÁCTICO"

Ha señalado que tras la década de 2010 ha habido muchos movimientos sociales que han intentado alejarse de las suposiciones ideológicas de la década anterior, pero "las condiciones materiales son en gran medida las mismas, sigue siendo difícil organizarse en la sociedad contemporánea".

Bevins ha sostenido que ha habido una creciente conciencia de que hace falta algo más que la movilización masiva en las calles, aunque esta no debe descartarse como táctica: "Lo que falta es un ajuste táctico, un conjunto diferente de ingredientes en esa receta que vimos en la década de 2010".