Madrid, 22 may (EFE).- La diversidad biológica -el conjunto de toda la vida en la Tierra desde las poblaciones de seres vivos hasta sus ecosistemas y procesos biológicos- conmemora este jueves su día internacional entre indicios globales de declive y algunos casos de éxito en su conservación, explican a EFE varios especialistas en biodiversidad.
“En general, estamos perdiendo biodiversidad a marchas forzadas: todos los indicadores van en la misma dirección”, ha advertido Luis Suárez, coordinador de conservación de WWF España, quien además incide en que, ante la falta de medidas suficientes a nivel planetario, "es esperable que la situación vaya a peor”.
Según el informe Planeta Vivo 2024, el último elaborado hasta ahora por WWF en colaboración con la Sociedad Zoológica de Londres, las poblaciones de seres vivos se reducen cada año un 2,6 % de media, con especial afectación de las especies de agua dulce, medio en el que la disminución es del 3,8 %.
Los datos también reflejan otros signos alarmantes, como la tasa de extinciones -el ritmo al que se pierden especies-, que ambas organizaciones cifran “entre decenas y cientos de veces mayor de lo que sería esperable en ausencia de actividad humana”.
Otro documento, en este caso de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), estima en un 27 % los ecosistemas en peligro a nivel mundial y en más de 47.000 las especies bajo amenaza de extinción -un 28 % de todas las evaluadas-, aunque este porcentaje es mayor en el caso de las coníferas, las cícadas, los corales, los anfibios, los tiburones y las rayas.
Para la investigadora del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Ana Benítez, las causas detrás de este declive residen en la pérdida o degradación de los hábitats, la sobreexplotación de recursos, el cambio climático, la introducción de especies invasoras y la contaminación de los ecosistemas.
A pesar de esta situación, Suárez quiere recordar que también existen “motivos de esperanza” ligados a casos concretos de recuperación de especies, como el lince ibérico, cuya mejora demuestra que “cuando aplicamos medidas de conservación, la Naturaleza reacciona positivamente”.
“Especies y poblaciones viven insertas en redes en las que interaccionan unas con otras en distintas formas”, explica el director del Centro de Investigaciones en Biodiversidad y Cambio Global de la Universidad Autónoma de Madrid, Manuel Moreno, de modo que, cuando una de ellas desaparece, su extinción induce “cambios en esa red”.
Es decir, “al cambiar una pieza del puzle que son los ecosistemas, el resto de partes se ven afectadas”, especialmente cuando ocurre una pérdida de funciones ecosistémicas, como el control de poblaciones o la polinización, y no existen vías alternativas para llevarlas a cabo, agrega Benítez.
Este efecto en cadena resulta especialmente importante para los seres humanos, que son parte de esos mismos ecosistemas, por lo que “la salud del planeta, de los animales y la nuestra están íntimamente relacionadas”, recuerda Suárez.
Un punto de vista compartido por las Naciones Unidas que, en su convocatoria del Día Internacional de la Diversidad Biológica, destacan la “dependencia humana de la Naturaleza” para la obtención de servicios vitales como el agua, la comida o los medicamentos.
"Más del 80 % de la dieta humana está basada en las plantas y el 80 % de los habitantes rurales depende de medicamentos obtenidos a partir de la vegetación”, cuantifica esta organización.
Y es que, más allá de la variedad de especies, la biodiversidad abarca otras formas de riqueza igual de importantes como el acervo genético de las poblaciones, la pluralidad de ecosistemas o la variabilidad de funciones que realizan los diferentes seres vivos en su medio.
Tomadas en conjunto, precisan Moreno y Benítez, estas formas de diversidad fortalecen tanto la resistencia como la resiliencia de los ecosistemas, es decir, la capacidad para “resistir el cambio” y para “recuperarse tras una perturbación”. EFE