Madrid, 21 may (EFE).- El director y dramaturgo Juan Mayorga tira de recuerdos para componer 'Los yugoslavos', un texto que reflexiona sobre la tristeza, el amor, la esperanza y el poder de las palabras con el que el Teatro de la Abadía, del que también está al frente, cierra la temporada.
"Las palabras tienen capacidad sanadora; saber hablar supone saber escuchar, todos desearíamos haber escuchado cosas que nunca oímos, no haber dicho otras que pronunciamos; hay palabras que nos dieron luz, que nos ayudaron a resistir", subraya este miércoles Juan Mayorga.
Javier Gutiérrez, Luis Bermejo, Natalia Hernández y Alba Planas dan vida a los cuatro personajes que transitan por un bar, una casa, una ciudad y un mapa, donde todo empieza cuando un camarero pide ayuda a un cliente a quien ha visto levantar, con palabras, el ánimo de otro.
"Se trata de un ser humano pidiendo ayuda a otro al que atribuye el don de sanar con las palabras", explica Mayorga durante la presentación de 'Los yugoslavos", que del 22 de mayo al 6 de julio acogerá el Teatro de La Abadía.
El director recuerda que a pesar de que comparten título, este montaje no tiene que ver con el que presentó en 2013 en Belgrado, "siempre estoy dispuesto a dar a cada personaje una segunda oportunidad".
En 'Los yugoslavos' un camarero ruega a un desconocido que hable a su esposa, presa e la tristeza y el silencio, con la esperanza de que utilice palabras salvadoras que él no es capaz de encontrar.
Ella, a su vez, con un mapa en la mano busca en la ciudad un lugar que llaman 'Los yugoslavos', lo que podría ser un bar donde se reúnen ciudadanos de un país que ya no existe, en ese deambular una joven le ofrece intercambiar sus mapas.
Una metáfora sobre la búsqueda del sitio de cada uno en el mundo, para lo que el autor utiliza nombre de un país que ya no existe, Yugoslavia, "que nos sigue arrojando luz y sombra. Todos somos yugoslavos en alguna medida", dice el académico de la lengua.
El director incide en la ética, en la poética y en la política de los bares, "cada uno tiene su secreto, su misterio, su dignidad" y apunta que la obra alude a otras piezas suyas, como 'María Luisa' o 'La gran cacería", "un bar como universo, donde de algún modo están todos mis personajes".
Mayorga ha buceado en sus recuerdos de niño en el bar de su abuelo. "Llegaba a casa con tres cosas, los periódicos del día, los bollos que habían sobrado para el desayuno de la mañana siguiente y las historias de los clientes", aunque el texto nada tiene que ver con él.
Algo parecido le sucede a Javier Gutiérrez al que le ha devuelto a la memoria el trabajo de sus tíos en un bar de Lavapiés. "Martín, mi personaje, es un camarero enamorado de su negocio, un bar como tantos que hay en España, y de su mujer, que ha dejado de hablar y asistir a su trabajo, y se ha sumido en un silencio que le reconcome".
Gutiérrez señala que los bares son como "las redes sociales de los pueblos, el lugar donde se congrega la gente" donde se reúne y habla.
Para Luis Bermejo los dos protagonistas se confrontan y conmueven, en un texto que provoca la empatía. Mientras que Natalia Hernández asegura que interpreta a una mujer inconformista que decide buscar un camino diferente al que ha vivido en ese momento.EFE
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