El fútbol como factor integrador para refugiados, también en la final de la Liga Europa

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Bilbao, 20 may (EFE).- En el marco de la final de la Liga Europa que se disputa este miércoles en San Mamés, la Selección Española de Refugiados jugó este martes en Bilbao un partido simbólico de carácter integrador entre jugadores de ese colectivo y un combinado de voluntarios de la UEFA.

El proyecto social, impulsado por la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) en colaboración con ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, busca "sanar heridas y abrir oportunidades a través del inmenso potencial del fútbol", dijo a EFE Ynés Pedraz, delegada de ACNUR Euskadi.

El encuentro, disputado en la 'Fan Zone' ubicada frente al Teatro Arriaga de Bilbao, sirvió para "reforzar el vínculo entre los jugadores, además de preparar la participación internacional del equipo", señaló Lourdes Calvo, responsable de comunicación de ACNUR España.

La selección se creó en 2023 y reúne a personas procedentes de países como Afganistán, Mali, Gambia, Nigeria, Perú, Ucrania o Guinea.

El equipo está formado actualmente por veinte jugadores, la mayoría personas refugiadas y al menos tres de ellas mujeres, que se entrenan semanalmente en su sede de Madrid mientras compaginan el deporte con sus trabajos.

"Lo especial de este proyecto no es solo competir, sino su continuidad: entrenan todas las semanas, se sienten parte de algo, y eso genera comunidad", explicó Calvo.

Destacó el carácter integrador del proyecto y subrayó que el fútbol, además de ser una herramienta de inclusión, es también "una forma poderosa de curar el trauma" de quienes han llegado al país tras experiencias difíciles.

La mayoría han sido seleccionados a través de entidades sociales que acompañan a la población refugiada y migrante en el proceso de inclusión en España.

Entre los jugadores, Ebrahim Pishtaz vive en Madrid desde hace casi cuatro años y ejerce como capitán del equipo. "No soy el mejor jugador, pero entiendo mucho de fútbol y puedo comunicarme en varios idiomas", ha comentado el jugador afgano.

"Cuando llegué al país estuve en un hostal de protección", resaltó Pishtaz, y agregó que desde la organización buscaban personas a las que les gustase el fútbol, y a él le "encanta".

El capitán afirmó que llevar la camiseta de la selección "es un honor", además de que formar parte del equipo desde hace casi tres años hace que sus compañeros sean "como una familia" para él.

Su historia se repite con variaciones en otros compañeros. Stanley Idowu, afincado en Madrid desde hace tres años, trabaja como jardinero mientras entrena para la selección.

Para Idowu, la experiencia va más allá del fútbol. "Lo importante es que, aunque vengamos de países distintos somos todos iguales", subrayó el nigeriano, y destacó que en el equipo "da igual ser blanco o negro".

Otro de los jugadores, Nikita Daleyki, llegó a España con su madre y su hermana desde Ucrania hace tres años. Ahora, con 21 años, forma parte activa de la selección mientras juega en la Agrupación Deportiva de Torrejón.

Jesús Paredes, entrenador de la Selección Española de Refugiados desde hace dos años, insistió en la importancia de generar confianza y estabilidad a través de una rutina de entrenamiento. "No todos lo han tenido fácil, pero aquí se sienten parte de un equipo, se sienten acogidos", aseguró.

En 2023, la selección participó por primera vez en la Eurocopa Social, una competición de carácter no profesional en la que prima el enfoque humano y solidario sobre el deportivo.

Tras la edición de este año en Países Bajos, el equipo volverá a competir en Italia (2026) y se espera que el torneo en 2027 tenga lugar en España. EFE

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