El Horneo Eón devuelve a Alicante el balonmano de élite tres décadas después

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Pablo Verdú

Alicante, 18 may (EFE).- El Horneo Eón, recién ascendido a la Liga Asobal tras proclamarse este sábado en Burgos campeón de la División de Honor, devuelve a Alicante, una de las cunas del balonmano español, a la élite más de tres décadas después.

El club, con apenas ocho años de vida, se marcó como objetivo vital recuperar la categoría y reverdecer los laureles del mítico Calpisa, conjunto que dominó la competición en la segunda parte de la década de los 70 con varios títulos nacionales y uno internacional.

Calpisa, heredero natural del Obras del Puerto, uno de los clubes fundadores de la Liga española, languideció a mediados de los 80, dando paso al Hércules-Calpisa, Tecnisán y Helados Alacant, hasta que la marca del original Club Balonmano Alicante acabó desapareciendo.

Desde entonces, varios clubes intentaron reivindicarse como los legítimos herederos de la marca con el objetivo de liderar el renacer del balonmano en Alicante.

El CBM Costa Blanca adquirió los derechos del club desaparecido, pero fracasó en su intento de llegar a la élite, como también Estudiantes, cuya aventura apenas duró un curso.

Los colegios Maristas y, sobre todo, Agustinos, también iniciaron proyectos independientes y rivales, hasta que apareció el Sporting Salesianos y su principal mecenas, Pepe Sánchez, en 2017.

El empresario alicantino se marcó como objetivo alcanzar la élite a medio plazo. Para ello rebautizó al club con el nombre de Eón Alicante, ya que el primer reto era unir a todas las familias del balonmano alicantino bajo una nueva marca ajena e independiente del pasado.

Tras acceder a la División de Honor Plata, el Eón, antes de lo previsto, se encontró en 2022 con la posibilidad de lograr el ascenso en una eliminatoria de promoción ante el Sinfín Santander que se resolvió a favor del equipo cántabro.

A pesar de la derrota, el club se dio cuenta de que el ascenso no era una quimera y, tras un año en el que bordeó el descenso, se encomendó a Fernando Latorre como entrenador, leyenda del balonmano alicantino.

Eón le dio al técnico, que ya había ascendido, consolidado y llevado a Europa al Benidorm, tres años de contrato y poder absoluto para diseñar una plantilla potente.

El equipo tuvo que jugar en el exilio del pabellón del colegio Maristas, ya que el mítico Pitiu Rochel, templo del balonmano nacional, tuvo que ser remodelado, lo que condicionó el rendimiento del equipo como local.

El técnico alicantino renovó por completo el equipo. En su primer año no logró el objetivo pero en el segundo, ya completamente instalado en el Pitiu Rochel, alcanzó la gloria de la mano de jugadores expertos a los que ya había tenido bajo su dirección, como Ander Torriko, Josu Arzoz o James Parker.

La asistencia de espectadores en los últimos partidos, ante Ciudad Real y Agustinos, con el pabellón lleno, anuncia el renacimiento del balonmano en Alicante de la mano de un equipo y un club cuya principal virtud, por encima de los triunfos, fue unir de nuevo a la ciudad alrededor del deporte que más gloria le dio. EFE

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