Marina Estévez Torreblanca
Madrid, 15 may (EFE).- La banda sonora de la mayoría de los barrios madrileños de los 80 no la puso la 'movida' sino el 'heavy', y tuvo un lenguaje propio que la generación Z ya no entiende ni por el contexto, aseguran los autores del cómic 'Días de inmortalidad' (Dracul), retrato de una etapa marcada por la heroína y la violencia.
"Es curiosa la barrera generacional que hemos observado: los mayores de 20 años de cualquier parte de España, aunque no lo vivieran, entienden lo que contamos y cómo lo contamos, pero los menores de esa edad, como nuestras propias hijas, no", asegura en una charla con EFE Eliseo García, creador del texto ilustrado por Javier Urrea.
En su cómic, un grupo de seis chavales que les reflejan a ellos mismos y a las personas que conocieron en su juventud viven sus últimos años de instituto entre parques, piscinas municipales, noches en la Sala Canciller y conciertos en la Ciudad Deportiva del Real Madrid, donde tocaron grupos como los Rolling Stones mucho antes de que se construyeran las actuales torres.
"Teníamos que haber dao tol palo a ese toli y pulirnos la entrada en la reventa. Me piro, gente", dice uno de los personajes, envidioso de alguien que ha conseguido un ticket para aquel mítico concierto de 1982 bajo la tormenta. "Paso total de dar una pasta por ver a unos acabaos ¡si tienen cuarenta tacos!", comenta otro, ignorante de que cuatro décadas más tarde seguirían haciendo giras.
Un modo de hablar y de vivir que puede resultar completamente familiar a varias generaciones, pero no a la "más reguetonera", dice García, que a su vez reconoce que tampoco comprende muchos de sus códigos.
La historia del libro surge por la amistad entre sus creadores, viejos amigos, García de Ciudad Lineal y Urrea de Carabanchel. "Éramos adolescentes de extrarradio y éramos heavies. Con los años uno se hizo periodista y escritor y el otro dibujante", relatan.
Por eso, y tras otras colaboraciones, Urrea le propuso a principios de los 2000 que hicieran juntos un cómic sobre su juventud, algo que no cuajaba porque a Eliseo García no le apetecía dar una imagen idílica de aquella época complicada y además nunca ha sido una persona nostálgica, explica.
Finalmente, en la pandemia acordaron un tono en el que el clasismo, el machismo, el alcoholismo, el sexo cutre o la homofobia de aquellos años no se oculta. "Los recuerdos tienden a hermosear la juventud, salvo que vivas en un sitio muy azotado por las desdichas. Te sientes inmortal, porque eres joven", explican sobre el título de su obra.
Conseguir retratar con fidelidad y realismo todos estos espacios no ha sido sencillo para Urrea. "La labor documental ha sido ardua, en los años 80 se hacían muy poquitas fotos, nadie iba con una cámara en el bolsillo", señala. Por eso, ha acudido a lugares como el archivo fotográfico de ABC o documentales de RTVE, además de su propia memoria.
Los grupos de Facebook 'Yo también iba al Canciller' o 'Yo también iba al Canci', con miles de miembros cada uno, también han sido una fuente de información para refrescar detalles como que en aquella sala de Ciudad Lineal solo se servía cerveza Volldamm.
"No es un libro autobiográfico, pero casi todas las cosas que ocurren tienen una base real, como las palizas que daban las pandillas de nazis", explica Eliseo García, que ha dedicado gran parte de su trayectoria profesional a la Agencia EFE.
Remarca que aunque lo que ha pasado más a la historia contemporánea es 'la movida', aquel movimiento "no tenía una base popular" y sus impulsores pertenecían a "una clase social acomodada que vivía en barrios muy concretos y que iba a locales muy concretos de Malasaña".
"La base real era la rumba, el tecnopop y el heavy. En mi barrio la movida jamas se vio y en Carabanchel tampoco. Esa gente no puso un pie en un barrio en su puta vida", concluye. EFE
(foto)