Romeva: "La singularidad deportiva de Cataluña viene, en gran medida, por no tener Estado"

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Barcelona, 10 may (EFE).- El exconseller de Acción Exterior de la Generalitat Raül Romeva (Madrid, 1971), que fue inhabilitado a raíz de la sentencia del 'procés', considera que la "singularidad" de Cataluña en el mundo del deporte se explica, en buena medida, "por no tener Estado".

En una entrevista con EFE con motivo de la publicación de su libro "Esport per a tothom" ("Deporte para todos", Editorial Base), Romeva cree que Cataluña posee un "potencial cívico-social incomparable", algo que atribuye al hecho de que carezca de un Estado propio.

"Como no tenías un Estado que pudiera ayudarte a hacer cosas, la sociedad se organizaba. En aquellos ámbitos donde el Estado era más potente, las políticas deportivas son más de arriba a abajo o 'top-down'. En el caso de Cataluña, son 'bottom-up': es la sociedad civil la que se organiza", explica Romeva, cercano al líder de ERC, Oriol Junqueras, y amante del deporte, especialmente la natación.

Romeva define el asociacionismo deportivo como una "marca catalana" de la que han nacido entidades como el FC Barcelona, que ha hecho de "anclaje emocional para toda aquella gente que no podía tener un Estado, pero, en cambio, tenía un referente mundial".

Sobre las selecciones catalanas, a las que valora como "una marca de proyección internacional incomparable", Romeva considera que no reconocerlas es "política de Estado", ya que España las ve como "una amenaza inmensa".

"El tema de las selecciones es un tema más emocional que político y, en tanto que emocional, es político", añade.

Por ello, opina que Cataluña debe priorizar la inversión en el deporte, porque "tan importante es poder hablar catalán en el Congreso, en el Parlamento Europeo y las instituciones en general, como reivindicar las selecciones catalanas o ayudar a los deportistas catalanes a maximizar su presencia internacional".

"No es que debamos renunciar a las selecciones, es que, como el camino de las selecciones es tan complicado, lo que debemos y podemos hacer de manera complementaria es apostar por potenciar mucho el deporte catalán", reflexiona.

Para Romeva, potenciar el deporte implica entender que "no es un lujo o un añadido", sino "una inversión" que debe ponerse "en el centro de las políticas públicas".

Con este objetivo, defiende que la inversión debe pasar por los "deportistas de élite", no para elitizar el deporte, sino porque poseen "altavoces enormes para difundir valores positivos" con los que "construir referentes".

"¿Por qué tantas niñas juegan hoy a fútbol? Porque tienen referentes femeninos. ¿Por qué tantas niñas, y cada vez más niños, han entrado en el ámbito de la natación artística, antes sincronizada? Porque tuvimos a una Gemma Mengual, a una Andrea Fuertes, a una Ona Carbonell y a un Pau Rives que lo petaron a nivel internacional y se han convertido en referentes", argumenta.

El exconseller reivindica la inversión en el deporte como un vector de cambio positivo e inclusión en la sociedad "sin que las medallas olímpicas sean el objetivo", lo que puede resultar en una gran proyección internacional para Cataluña.

El concepto de la "proyección internacional" también le lleva a identificar "iconos singulares" del deporte catalán más allá del Barça, como los 'castells'; una actividad a caballo entre la cultura y el deporte de la que, según el exconseller, "el deporte debería aprender".

"Hay una mala interpretación al creer que todo debe ser o cultura o deporte. ¿Por qué? Si la cultura es lo que nos define como sociedad, el deporte es cultura, y confrontarlos no tiene sentido. ¿Por qué debemos priorizar entre cultura 'o' deporte? Al revés; la cultura 'y' el deporte se mueven conjuntamente", razona.

Para Romeva, los 'castells' son "una actividad deportiva como el fútbol o el ajedrez", puesto que implican "una actividad física, un reglamento y un elemento de competición".

Romeva fue conseller de Acción Exterior de la Generalitat de Cataluña (2016-2017) hasta la aplicación del artículo 155 de la Constitución. El Tribunal Supremo lo condenó en 2019 a 12 años de prisión e inhabilitación por sedición y malversación, y fue indultado de su pena de prisión en 2021. EFE