El confinamiento de una familia en Vilanova: tres móviles, una alerta y a bajar persianas

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Martí Puig i Leonardi

Barcelona, 10 may (EFE).- Jose Luis Rovirosa y Esther Guals dormían apaciblemente cuando una alerta les ha despertado sobresaltados sobre las 5:30 horas de la madrugada: era un mensaje de Protección Civil que les pedía que no salieran de casa, no abrieran ventanas ni puertas y no usaran aparatos de climatización.

Un incendio desatado en una fábrica de productos químicos para piscinas en Vilanova i la Geltrú (Barcelona), a apenas un kilómetro y medio de donde residen, ha alterado los planes de esta pareja de jubilados, que ha pasado la mañana de este soleado sábado en casa y con las persianas bajadas.

Superado el susto de la alerta, Jose Luis se ha estirado en el sofá, Esther ha tenido claro que no podría ir al mercado, y Carla, la hija de ambos, ha comenzado a temer por si tendría problemas para acudir a trabajar: violoncelista, esta noche tiene función en el Auditorio de Barcelona.

Protección Civil ha enviado dos mensajes a los teléfonos de la zona: uno avisando del confinamiento y un segundo para informar de que ya se puede salir a la calle, aunque con las debidas precauciones para personas vulnerables.

Cuenta esta familia a EFE vía llamada telefónica que Jose Luis ha recibido las dos alertas; a Esther, el móvil no le ha sonado en ninguna ocasión, mientras que Carla sí ha sido avisada, en su número de teléfono suizo, del fin del desconfinamiento (pero no de su inicio).

Esther explica que, pese a la proximidad con el origen del incendio, desde el domicilio no se ha observado ninguna nube tóxica -cuando, con precaución, se han levantado momentáneamente las persianas- ni se ha filtrado ningún olor extraño: intuye que el viento habrá soplado en sentido contrario.

También informa de lo disciplinados que han sido sus vecinos, pues no ha visto a ninguno andar por la calle.

Una vez pasado lo peor, los tres miembros de esta familia podrán ir al concierto del Auditorio y mantener así lo planeado para la tarde, aunque con una pequeña variación: Carla preveía ir en tren y llegar unas horas antes a Barcelona y con más calma, pero finalmente los tres irán en coche.

No tendrán ni que pisar la calle, ya que tienen el vehículo estacionado en un parking propio, de modo que no temen por su salud y se muestran tranquilos.

Todo ha quedado, por suerte, en un susto... y un desagradable despertar, pues no es plato de buen gusto abrir los ojos de esta forma antes incluso de que amanezca. EFE