Pablo Herrera
Santa Cruz de Tenerife, 10 may (EFE).- Tras las victorias de Sporting de Gijón y Real Zaragoza, el CD Tenerife ha consumado este sábado su descenso a Primera RFEF, a falta de tres jornadas por disputar, tras un año desastroso en el plano deportivo auspiciado por una inestabilidad institucional que ha costado el hundimiento de un histórico de la Segunda División.
Con 35 puntos en 38 jornadas, a expensas de su partido de este domingo ante el Racing de Ferrol, el CD Tenerife regresa a la tercera categoría del fútbol nacional doce años después tras sumar ocho victorias, once empates y diecinueve derrotas, siendo el tercer club de LaLiga Hypermotion con más encuentros perdidos.
Tampoco ha ayudado la incapacidad de sumar lejos de la isla: una sola victoria, cinco empates y trece derrotas para un balance de 8/57 puntos.
Las aguas ya venían revueltas tras el final de la temporada 2023-2024 cuando, dirigidos por Asier Garitano, vagaron por la media tabla tras una segunda vuelta convulsa y con las primeras críticas hacia el máximo accionista del club, José Miguel Garrido, y su dirección deportiva conformada por Juan Guerrero y Mauro Pérez.
Llegados al verano, el club contrató a Óscar Cano, que venía de descender al Sabadell a Segunda RFEF, para dirigir a un Tenerife que sufrió las traumáticas marchas de Juan Soriano y Álex Corredera además de Loïc Williams, pero que se hizo en propiedad con Luismi Cruz y firmó a Salvi Carrasco, Yussi Diarra, Maikel Mesa, previo pago de 500.000 euros, Juande, Yanís, Adrián Guerrero, Álex Cantero, Josep Gayà y Rubén Alves.
Pese a las ilusiones renovadas de la pretemporada, la era Óscar Cano arrancó con cuatro derrotas en cinco partidos y solamente un punto de quince posibles, lo que provocó la destitución del técnico granadino y la vuelta de Pepe Mel al banquillo blanquiazul, que mejoró levemente los números de su antecesor pero que abandonó el equipo como colista con apenas doce puntos y solo dos victorias.
En un clima irrespirable, las gradas del Heliodoro Rodríguez López fueron un clamor y se giraron hacia el palco para reclamar explicaciones y decisiones a un Consejo de Administración dirigido por Paulino Rivero pero controlado desde Londres por Garrido y en la isla por Santiago Pozas y Juan Guerrero.
El 18 de diciembre de 2024, el tinerfeñismo atisbó un pequeño clavo al que agarrarse tras la toma del mando por parte de Rayco García tras una Junta General de Accionistas del Tenerife donde los empresarios locales Miguel Concepción, Amid Achí y Conrado González tejieron una estrategia junto a García para arrebatar el poder de Garrido y cesar a los consejeros Pozas y Guerrero.
La lucha por el poder del CD Tenerife no terminó ahí y abocó a una nueva junta general en febrero, que tuvo que celebrarse en segunda convocatoria, y que concluyó con la marcha de Paulino Rivero como presidente, que sería sustituido más adelante por José Daniel Díaz, la destitución del vicepresidente Samuel Gómez y la decisión de adoptar medidas de responsabilidad social contra varios exconsejeros por supuestos desfases presupuestarios.
El Consejo quedó formado entonces por Rayco García, el presidente del club, José Daniel Díaz, Ayoze García, en cargo de vicepresidente, Octavio Cabrera y Francisco Miguel Heredia, a los que se unió en abril Felipe Miñambres, aunque sin capacidad de gestión hasta la temporada 2025-2026, donde ejercerá como director general de la entidad.
La etapa de Garrido en el CD Tenerife dejó las arcas del club sumamente mermadas, lo que provocó que el equipo apenas pudiera reforzarse en el mercado de enero, una plantilla de bajo nivel para la categoría con fichajes que no han tenido protagonismo y que han dejado señalado el paupérrimo trabajo de la dirección deportiva, comandada por Mauro Pérez y vigilada por Juan Guerrero.
Tampoco ayudó el bajón de nivel drástico de pesos pesados de la plantilla como Ángel Rodríguez, con apenas un gol en LaLiga Hypermotion, Waldo Rubio, Enric Gallego o José León y Fernando Medrano en defensa, que unido al error en los fichajes de Marlos Moreno, Juande Ramos, Maikel Mesa, infrautilizado para su coste, o Rubén Alves, que abandonó la plantilla en enero rumbo a Córdoba.
El regreso de otro exblanquiazul al banquillo, esta vez Álvaro Cervera, insufló de ánimos a una afición que, por momentos, creyó en la salvación tras una racha de cuatro victorias en cinco partidos entre marzo y abril, pero una racha de cuatro empates seguidos, los resultados ajenos y una serie de arbitrajes cuestionables, hundieron al Tenerife en sus ínfimas posibilidades.
Para única alegría de la afición tinerfeña, Cervera continuará y comandará el barco del Tenerife en Primera RFEF, con Manu Guill y Felipe Miñambres al mando de la parcela deportiva del club, que tendrán que hacer frente a una profunda reestructuración de la plantilla con el objetivo de ascender, aprovechando la ayuda económica por descenso, y abandonar el fútbol semiprofesional. EFE
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