Washington, 9 may (EFECOM).- El gobierno estadounidense llega este fin de semana a las primeras negociaciones con China del segundo mandato de Donald Trump, que tendrán lugar en Suiza, con el objetivo de cambiar su balanza comercial con el gigante asiático, pero también con la convicción de que continuar con la guerra de aranceles es insostenible a largo plazo.
El Ejecutivo estadounidense ha dejado clara su negativa a bajar los aranceles antes del encuentro. El presidente, Donald Trump, respondió con un escueto "No, siguiente pregunta" cuando la prensa le señaló el miércoles si estaría dispuesto a hacerlo de forma anticipada.
No obstante, desde la Administración republicana se recalca que no es factible mantener el arancel del 145 % a los productos chinos y el propio Trump admitió el jueves que "no se puede subir más" de lo ya aplicado, dando por sentado que esa cifra bajará.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, redujo las expectativas esta semana al evidenciar que era una primera toma de contacto entre ambos países y que el sábado y el domingo iban a decidir de qué hablar: "Tengo la sensación de que se tratará de desescalar, no del gran acuerdo comercial".
Trump, sin embargo, confió en que el encuentro sea fructífero: "¿Qué vamos a hacer, hablar de volver a reunirnos? Creo que será algo sustancial", apuntó el jueves, señalando que, en última instancia, Washington desea una apertura del mercado chino, algo que, en su opinión, sería "genial" para los negocios estadounidenses.
Si la conversación va bien, según ha añadido, EE.UU. podría dar un paso en el camino de la desescalada con una reducción arancelaria. "Creo que vamos a tener un buen fin de semana con China. Ellos tienen mucho que ganar. En cierto sentido, mucho más que nosotros", dijo.
El Ejecutivo estadounidense ha defendido desde el principio que le correspondía a China tomar la iniciativa. En las últimas semanas, desde las altas instancias se había dejado caer que ya había habido contactos, incluso entre Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, pero Pekín negaba de forma reiterada esas afirmaciones.
La cita en Ginebra supondrá el primer intercambio confirmado a nivel oficial y ambas partes siguen sin admitir quién ha sido la impulsora del acercamiento.
Mientras el país asiático afirma que la reunión llega a petición de Washington, Trump lo desmiente: "¿Ellos han dicho que nosotros lo hemos iniciado? Creo que deben recular y echar un ojo a sus archivos", afirmó.
Cuando comenzó la ofensiva arancelaria, Trump la justificó como una manera de hacer que China rindiera cuentas por la entrada de fentanilo a Estados Unidos, algo que también le reprochó a México y Canadá.
Pero en los nuevos aranceles pesa el déficit comercial estadounidense con China. Según datos de la Oficina del Representante Comercial de EE.UU., el comercio total de bienes de EE.UU. con China rondó los 582.400 millones de dólares en 2024. Las exportaciones de bienes a China fueron de 143.500 millones, un 2,9 % menos que en 2023, y las importaciones totalizaron los 438.900 millones, un 2,8 % más que en 2023.
El déficit comercial de bienes de Estados Unidos con China fue de 295.400 millones de dólares el año pasado, un 5,8 % más que en 2023, una situación que Washington quiere corregir, pese a insistir que quien tiene más que perder en la negociación en caso de que esta no vaya bien es Pekín.
Según resume, la política de gravámenes quiere "reequilibrar" las relaciones comerciales, lograr "reciprocidad", abrir nuevos mercados y proteger la seguridad económica y nacional de Estados Unidos.
Los aranceles impuestos a China, tal y como repitió el jueves la portavoz del Departamento de Estado, Tammy Bruce, se dan debido a lo que Washington considera "prácticas comerciales desleales de larga data de China y a su decisión de tomar represalias (del 125 %) en lugar de buscar una solución". EFECOM