Lorena Cantó
Pekín, 9 may (EFECOM).- China sentará a su mesa el próximo 13 de mayo a los países latinoamericanos y caribeños en una reunión de cancilleres de la CELAC con la que el gigante asiático busca tomar el pulso a su relación con la región y cimentar unas relaciones comerciales en expansión, pero amenazadas ahora por Estados Unidos.
Latinoamérica se ha vuelto un terreno crucial de competencia entre Washington y Pekín, que en los últimos años, pero especialmente ahora tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, se ofrece como un contrapeso global amable y no injerencista frente al renovado tono agresivo de EE.UU.
En este contexto, la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (CELAC) es el escenario "ideal" para profundizar en la diplomacia multilateral que propugna China y "ganar legitimidad" a la hora de seguir aumentando su influencia en una región sobre la que tradicionalmente Estados Unidos ha ejercido máxima ascendencia, afirman a EFE fuentes diplomáticas.
Más allá, la inédita presencia de, al menos, cinco jefes de Estado en un foro oficialmente destinado a los ministros de Exteriores del bloque "refuerza aún más" esta aproximación de China, agregan.
La asistencia de los presidentes de Brasil, Colombia, Uruguay, Chile y Honduras "es buena muestra de la importancia de China en la región", indica a EFE Ángel Gallego, experto en China de la consultora Kreab.
Los temas principales de la reunión serán "Interconexión eléctrica y energías renovables" e "Integración comercial", dos epígrafes que se alinean con dos objetivos clave de China en América Latina: promover su iniciativa de las Nuevas Rutas de la Seda (BRI, por sus siglas en inglés) y asegurarse el acceso a valiosos recursos naturales de la región como el litio, las tierras raras, el petróleo o el cobre.
Con las Nuevas Rutas, el gigante asiático pretende generar una red comercial internacional y extender su influencia a nivel global a través de la construcción de infraestructuras.
La iniciativa ha generado entusiasmo por las oportunidades de desarrollo que ofrece, pero también escepticismo por los riesgos de endeudamiento excesivo y la dependencia de Pekín que conlleva.
Aunque la mayor parte de los países latinoamericanos se han adherido al BRI, su avance en la región está de nuevo en jaque con la llegada de Trump y de su secretario de Estado, Marco Rubio, de origen cubanoamericano y enemigo acérrimo de los regímenes comunistas y, por tanto, de cualquier proyecto que lleve a que uno de ellos gane peso en el continente americano.
De momento, EE.UU. ya logró en febrero que Panamá abandonase las Nuevas Rutas, a las que ahora se espera que se sume Colombia, cuyo presidente, Gustavo Petro, asistirá a la reunión de cancilleres y podría formalizar la adhesión de su país durante esta visita.
Esa imagen "trasladaría la imagen que China busca proyectar", a juicio de Gallego, quien precisa que, pese a que "la capacidad de acordar posiciones comunes de la CELAC es limitada, son muchas las oportunidades".
China aspira también a asegurarse que el comercio con Latinoamérica, que ha florecido con rapidez en la última década, no sufra los vaivenes de la guerra comercial iniciada por Trump, en especial porque, con el parón de las exportaciones chinas a EE.UU. a causa de los altos aranceles, los mercados latinoamericanos se convierten ahora en una de las grandes alternativas de Pekín para amortiguar el golpe.
"Entre los retos principales de China durante el foro figura ser capaz de posicionarse como un socio para la industrialización en sectores de mayor valor añadido y, especialmente, en el ámbito de los minerales estratégicos, cuidando al mismo tiempo las externalidades sociales y medioambientales", sostiene el experto.
En esa línea, Latinoamérica tampoco escapa a una hoja de ruta más general de China, intensificada ahora con la llegada de Trump: la de promoverse como un socio fiable, estable y no injerencista en contraste con el volátil mandatario estadounidense, pero no solo en el ámbito comercial, sino también en terrenos más sensibles como las tecnologías o el 5G.
Y en el trasfondo, una de las pugnas siempre prioritarias para Pekín: la de terminar de aislar diplomáticamente a Taiwán, cuya soberanía reclama China desde 1949.
Desde 2016, China ha arrebatado a la isla autogobernada cinco aliados latinoamericanos: Panamá (2017), República Dominicana y El Salvador (2018), Nicaragua (2021) y Honduras (2023).
De los doce Estados con los que Taiwán aún mantiene relaciones diplomáticas, siete (Paraguay, Guatemala, Belice, Haití, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía y San Cristóbal y Nieves) se sitúan en América Latina y el Caribe. EFECOM