Pekín, 9 may (EFECOM).- China se mostrará firme en las negociaciones comerciales que mantendrá este fin de semana en Suiza con Estados Unidos, en las que se presenta con bazas como su dominio en las tierras raras o su cartera de deuda estadounidense para buscar reducciones arancelarias del Gobierno de Donald Trump.
Los portavoces chinos han dejado claro que Pekín espera "sinceridad", insistiendo en que no cederá a "chantajes" y en que el diálogo debe llevarse a cabo bajo la premisa del "respeto mutuo".
El gigante asiático argumenta que fue EE.UU. quien agravó la contienda comercial, que el propio Donald Trump desató en su primer mandato, con unos aranceles "unilaterales, ilegales e irrazonables" que pide retirar para avanzar.
China defiende que el encuentro se produce "a petición de la parte estadounidense", que no tiene miedo y que no va a buscar ningún acuerdo que suponga "sacrificar" sus principios.
Analistas citados por la prensa local creen que "no se puede fantasear con un acuerdo equilibrado y estable" en este momento, pero sí de lograr pactos "en ciertas áreas específicas" que desatasquen la situación. La agencia Bloomberg, que cita fuentes propias, apunta a que Trump aceptaría rebajar sus aranceles al 60 % y que Pekín haría lo propio como gesto de buena voluntad.
China ha sido uno de los grandes objetivos de la guerra arancelaria iniciada por Trump el pasado 1 de febrero, y la firme respuesta de su homólogo, Xi Jinping, también tiene una lectura interna: no quiere mostrar debilidad ante los envites del republicano.
Algunas voces apuntan a que el mandatario chino busca proyectar fortaleza ante sus ciudadanos y ante el mundo en un momento en que el país busca una recuperación económica que hasta ahora ha sido menos brillante de lo que se esperaba tras los años del 'cero covid'.
Además, a China no le han sorprendido los gravámenes de esta segunda etapa, que alcanzan el 145 % -aunque eximen a teléfonos, ordenadores y chips-, y lleva tiempo preparando estrategias para responder.
Hasta ahora, su réplica ha sido un arancel del 125 % y ahí se ha plantado al considerar que el mercado chino ya no podrá absorber ninguna importación estadounidense con una tasa tan elevada.
El gigante asiático quiere dejar patente que es EE. UU. quien más necesita llegar a un acuerdo, insistiendo en que tiene plena confianza en el desarrollo de su economía, que ha diversificado sus exportaciones en los últimos años y que Washington depende de lo que le compra a Pekín.
Al margen de ese arancel del 125 %, China ha ido desplegando medidas preparadas al milímetro para hacer daño a la economía estadounidense.
Entre ellas, impuestos del 15 % al carbón y al gas natural licuado (GNL) de ese país, además de un 10 % al crudo, maquinaria agrícola, automóviles de gran cilindrada y camionetas; y otros del 15 % a productos agrícolas.
Asimismo, ha endurecido las normas para la exportación de las tierras raras, un problema para Estados Unidos, que en los últimos años compró al país asiático en torno al 70 % de este material que necesitan sus industrias, y también ordenó a sus aerolíneas que no acepten más entregas de aviones de Boeing.
Por último, China es el segundo mayor poseedor de bonos del Tesoro estadounidense, con 760.000 millones de dólares, lo que poder para devaluar el dólar si vende parte de esa deuda. EFECOM