Pilar Bernal Zamora
Zaragoza, 3 may (EFE). - Más de 200.000 voluntarios repartidos por toda España siguen luchando contra la conocida como ‘basuraleza’, y así se ha demostrado con el proyecto Libera, que desde 2017 ha ayudado a retirar 800 toneladas de latas, colillas, botellas y otros residuos que se habían convertido en un escenario común entre los bosques y ríos del territorio.
Solo en la última campaña nacional, celebrada el pasado marzo, cerca de 6.300 personas actuaron en casi 400 puntos del país y retiraron 4,5 toneladas, en una jornada centrada en los cauces fluviales, especialmente afectados por los temporales recientes y la acumulación de basura.
“Podrían haber sido más puntos, pero debido a las condiciones climatológicas hubo que cancelar unos cuantos encuentros”, ha explicado a EFE el responsable de comunicación del proyecto, Eliezer Sánchez, quien ha añadido que aun así el impacto de las campañas continúa creciendo a la espera de nuevas convocatorias, como la prevista para septiembre, centrada en playas, mares y fondos marinos, y la de diciembre, dedicada a entornos terrestres.
Fue durante una de las actividades organizadas por SEO BirdLife para observar aves cuando se dieron cuenta de que, “en vez de mirar al cielo”, se tenía que “mirar al suelo”, un problema que hizo que la organización impulsara junto a Ecoembes este proyecto, y que también trajo consigo el nacimiento del término de 'basuraleza'.
Desde entonces, han identificado miles de residuos, entre los que destacan las colillas, que encabezan el listado, seguidas de latas, bolsas, envoltorios y fragmentos de plástico, en su mayoría vinculados a actividades recreativas. “No se trata de no hacer excursiones o fiestas en la naturaleza, sino de llevarse de vuelta los residuos generados”, ha afirmado Sánchez.
Pero, de todos ellos, las colillas no solo son las más comunes, sino también las más nocivas. “Incluso apagadas, liberan más de 400 sustancias tóxicas que contaminan el suelo y el agua, además del riesgo de provocar incendios”, ha advertido el responsable de comunicación.
Además de estos objetos, las recogidas también han tenido protagonistas peculiares, donde los voluntarios han recogido desde electrodomésticos como lavadoras o frigoríficos hasta tuberías, taladros, vapeadores o juguetes.
A ello se suma la lentitud con la que se degradan estos residuos. “Una colilla puede tardar entre 10 y 15 años en desaparecer, mientras que una lata puede permanecer en el entorno durante varios siglos”, ha explicado Sánchez, quien ha añadido además que, durante ese tiempo, los animales pueden ingerir estos objetos o quedar atrapados en ellos.
“Al final esa bioacumulación de microplásticos en los animales nos afecta también a nosotros a través de la cadena trófica”, ha lamentado Sánchez, quien ha advertido de que estos residuos no solo están en los animales. “También en lo que respiramos o lo que vestimos, lo que hace es que acaben dentro de nuestro organismo”, ha dicho.
Este patrón se ha repetido en distintas regiones del país, aunque con cifras muy dispares, siendo la Comunidad de Madrid la zona con más residuos retirados, especialmente en los ríos Jarama y Guadarrama, con más de 9.000 objetos encontrados en este último encuentro. Aunque también hubo gran presencia de voluntarios en otros puntos como las cercanías del río Duero en Valladolid, el río Júcar en Cuenca y Valencia o el río Segura en Murcia.
En lo que respecta a Aragón, la limpieza se centró en la ribera del Ebro, aunque hubo acciones en las tres provincias, con 434 voluntarios que recogieron más de 2.100 residuos en más de 20 puntos distintos del territorio.
Ante este tipo de recogidas, cada vez son más personas las que deciden sumarse a las campañas de limpieza. Y, aunque aún queda camino por recorrer, la organización confía en el efecto multiplicador de sus iniciativas.
Para la próxima jornada nacional, prevista para el 7 de junio, esperan igualar o superar los 15.000 voluntarios de ediciones anteriores. “Mientras haya un solo residuo abandonado, queda trabajo por hacer”, ha concluido Sánchez. EFE
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