Un tesoro en lo alto de un monte cántabro que solo habita una persona

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Eva García González

Loma Somera (Cantabria), 28 abr (EFE).- En el valle de Valderredible, el municipio más al sur de Cantabria, se esconde Loma Somera, un pueblo en lo alto del monte con cinco empadronados, pero un solo habitante, pero, aún así, fue localizado por los editores del calendario de la España y el Portugal Vacío 2025.

Tras subir seis kilómetros por una carretera de un solo carril y con curvas cerradas, el ruido cesa y no se escucha ni el viento al llegar al pueblo.

Si bien son cinco los que figuran como empadronados, habitantes solo hay uno: el alcalde de Valderredible y pedáneo de Loma Somera, Fernando Fernández, quien sube y baja todos los días desde este pueblo a la capital del municipio, Polientes, donde está la Casa Consistorial.

A pesar de la carretera que hay que recorrer para entrar y salir de Loma Somera, donde acaba esa vía, a Fernando no le da pereza subir después de trabajar, aunque sí "tener que bajar todas las mañanas”, asegura a EFE entre risas.

Con el sol sobre la Loma y el sonido del abrevadero de la ermita de San Miguel y de la fuente, se respira la tranquilidad de un pueblo vacío. Los únicos seres vivos que se escuchan son los pájaros y los únicos que se dejan ver, los gatos.

“Este es mi pueblo”, dice el alcalde, que se crió y vivió en Loma Somera hasta que se fue a estudiar.

El único “problema” que tiene es que no hay habitantes, aunque el edil no aboga por que se llene de turistas o venga gente de fuera a vivir.

“Los que tendrían que dar vida al pueblo son los que se han criado aquí”, opina y explica que en verano y otros periodos vacacionales se ve más gente, “incluso niños”.

Reconoce que sin escuelas es difícil retener a los jóvenes que, a falta de centros educativos en localidades despobladas, tienen que ir a villas más grandes a estudiar.

Segundo Santiago se crió también en Loma Somera pero vive en Reinosa, a media hora del pueblo, aunque sube todos los días para atender a su ganado.

Este vecino guarda las llaves de la antigua escuela, pegada a la que fue cantina, y abre a EFE las puertas para mostrar el aula en el que tanto él como Fernández comenzaron a estudiar.

“Cuando abajo (en el piso inferior del edificio) había concejo y nosotros estábamos en clase, se oían gritos y nos asomábamos por el agujero para ver que pasaba”, explican ambos señalando un agujero tapado en el suelo de madera del aula, que da a la sala en la que se hacían las reuniones.

De la pared de la cantina cuelga una foto de seis señores, algunos familiares de Segundo y de Fernando con todos los nombres precedidos de “tío”.

“Este era el equipo de fútbol de Loma Somera”, bromea el alcalde en lo que fue la cantina, que ahora está vacía y a la espera de poder volver a servir como lo que fue.

El pueblo tiene el proyecto de habilitar esos espacios para que puedan visitarse, aunque, apunta Fernández, “tampoco interesa que se llene de gente”.

Loma Somera ha sido uno de los protagonistas del calendario de la España y el Portugal Vacío 2025, iniciativa que cada año recoge imágenes de pueblos de ambos países que se encuentren en despoblación para darles a conocer.

El de 2025 es la quinta edición y Loma Somera un tesoro aún por conocer para muchos.

Si bien los pocos que se criaron en el pueblo y continúan visitándolo con frecuencia son conscientes de la despoblación que sufre esa localidad, se muestran reticentes a convertirlo en destino turístico y transitado.

Tanto Segundo como Goyo, otro vecino que se crió en el pueblo pero ya no reside en él, muestran con entusiasmo el potro, donde se herraba a los caballos, y la fragua, donde trabajaba el herrero, en los que aún quedan reminiscencias de ambas actividades.

Todo se conserva como si siguiera funcionando, como si se hubiera parado el tiempo cuando aún había vida por la calle Mayor, cuando los niños de todas las edades estudiaban en un mismo aula mientras los ‘mayores’ discutían durante el concejo en el piso de abajo. EFE

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