A la tercera fue la vencida: San Pablo retorna a la ACB con el continuismo como clave

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Verónica Fernández

Burgos, 24 abr (EFE).- Tres temporadas en la LEB Oro han bastado para que San Pablo Burgos, después de un traumático descenso sufrido en 2022, haya retornado a la máxima categoría del baloncesto español (ACB), al vencer este pasado miércoles al Fuenlabrada y consumar su gesta incluso con tres jornadas de anticipación.

El 14 de mayo de 2022, San Pablo Burgos vivió uno de los días más amargos de su corta pero intensa historia. Aquella derrota ante Fuenlabrada certificó un descenso que sacudió los cimientos de un club que, poco tiempo atrás, celebraba títulos europeos.

Las lágrimas de jugadores y aficionados no eran solo por la pérdida de categoría sino por el temor de que todo lo construido se desmoronara.

Pero aquel día aciago también marcó el inicio de un nuevo camino y tres años después, el 23 de abril de 2025, el destino ha querido que el rival y el escenario para sellar el ascenso fuera los mismos: en casa ante Fuenlabrada. Esta vez, en una historia escrita con sudor, frustraciones y esperanza, San Pablo Burgos venció y cerró círculo.

Tras el descenso, el club optó por una apuesta continuista en el banquillo y el primero en intentar el ascenso fue Paco Olmos, un entrenador experimentado que asumió el reto de inmediato.

La temporada 2022-2023 empezó muy irregular y fue el primer signo de lo que iba a ser una temporada que fue ilusionante en tramos, pero marcada por la irregularidad.

Llegó Curro Segura para apurar las opciones de ascenso directo pero, con un Morabanc Andorra imparable, el equipo tenía que apurar sus opciones y jugarse la última carta del ascenso en una final entre cuatro (Final Four) en Burgos, donde sufrió una nueva caída y dio el ascenso a Palencia.

En la siguiente campaña (2023/2024), Lolo Encinas tomó las riendas. Se incorporaron nombres importantes y la ilusión renació, pero la irregularidad y las prisas por ascender llevaron a un cambio en el banquillo en la recta final. Ya con Jota Cuspinera al frente, sin derrotas desde su llegada, se plantó de nuevo en otra final entre cuatro con desenlace similar al anterior: una nueva decepción.

El ambiente era de presión contenida y San Pablo parecía atrapado en el 'casi', con el ascenso rozado pero siempre esquivo. El club necesitaba algo distinto.

El Coliseum, sin embargo, seguía creyendo y la afición nunca falló. Con una ilusión renovada por tercera vez se volvió a intentar y en este caso el club miró más allá de las fronteras.

Llegó Bruno Savignani, entrenador brasileño con experiencia internacional, y un breve paso por el Betis la temporada anterior, con carácter fuerte y una idea clara: reconstruir desde la identidad y el compromiso colectivo.

Su llegada fue discreta pero su trabajo comenzó a notarse pronto: con una disciplina férrea en los entrenamientos y una fuerte implicación emocional fue encajando las piezas de un grupo que encontró su equilibrio entre juventud, talento y madurez.

En la pista confluyeron nombres como Gonzalo Corbalán, que vivió todo el proceso desde el descenso; Álex Barrera, capitán y alma del vestuario; Dani Díez, que vivió el amargo descenso en primera persona, y otros tantos jugadores que fueron decisivos para fraguar un equipo por encima de individualidades.

El Coliseum volvió a ser una caldera cada fin de semana y el  éxito fue compartido, desde el personal de oficina hasta el cuerpo médico, desde la directiva hasta la cantera, todo el club empujó en la misma dirección.

El 23 de abril de 2025, con el Coliseum entregado, San Pablo Burgos venció a Fuenlabrada, el mismo equipo que tres años antes había provocado su caída. Esta vez, sin embargo, la historia se escribió desde el triunfo con abrazos, lágrimas, cánticos y una ciudad volcada.

El círculo se ha cerrado con justicia poética y San Pablo volverá a la ACB la próxima temporada, más fuerte, más humilde, más sabio y más unido y con su gente, que jamás dejó de soñar. EFE

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