Dra. Vilalta, traumatóloga y costalera: "Una mala levantá puede causarte hasta fracturas"

Guardar

Adaya González 

Madrid, 16 abr (EFE).- Meterse bajo un paso y cargar con decenas de kilos durante horas no se improvisa de un día para otro: hacerse costalero requiere muchos ensayos previos, preparación física y fuerza mental, porque una mala levantá puede producir esguinces, hernias o, incluso, una fractura cervical.

En principio, "todo aquel que tenga un sentimiento hacia una imagen y quiera cargar, puede hacerlo", comenta a EFE Inmaculada Vilalta, traumatóloga del hospital Sant Joan de Déu de Barcelona y miembro de la Sociedad Española de Columna.

Dependerá del tipo de lesión y del paso, si se carga "a costal" (sobre las cervicales) o a hombros, pero lo suyo es que quienes tengan algún problema previo o hayan experimentado dolor durante 3 ó 4 días seguidos, consulten a su médico.

Por lo general, cada costalero carga entre 30 y 40 kilos, aunque llegan a 65 en los pasos más pesados; influye también la duración de la procesión y el tamaño de la cofradía, que permitirá a las cuadrillas hacer más o menos turnos.

La columna hace un ingente esfuerzo en poco tiempo, por lo que es aconsejable llegar preparado para evitar contracturas a nivel cervical y en los trapecios, lo más frecuente, o esguinces en los tobillos y lesiones de rodilla que pueden aparecer si no se camina como se debe, en forma de uve apoyando los talones y levantando las puntas de los pies.

En la zona lumbar, la ‘levantá’ puede derivar en hernias de disco, y a nivel cervical, en lesiones de las apófisis espinosas, de las articulaciones posteriores o la degeneración progresiva de los discos.

"Una mala levantá puede producir incluso, aunque es muy poco frecuente, una fractura cervical; no hay que separarse de la trabajadera -los travesaños horizontales que descansan sobre los cuellos-, porque cuando levantas el paso, te puede caer encima", advierte.

También son comunes en las nucas hematomas que con el tiempo tienden a encapsularse, los conocidos como 'morrillos'.

Por todo ello, nadie puede decir "hoy es Semana Santa y me pongo debajo del paso" porque además, "no vas solo, vas con otros compañeros que tienen que trabajar en equipo y sincronizadamente para que todo funcione".

Así, es importante ensayar y trabajar todo el año la zona 'core' con abdominales, sentadillas, ejercicios de glúteos, zancadas, remo o planchas, y la musculatura cervical con ejercicios isométricos con una toalla, haciendo fuerza adelante y atrás.

Lo ideal sería hacer estiramientos antes y después, aunque reconoce que con los preparativos es fácil olvidarse.

Una faja lumbar semirrígida, un buen almohadillado del reposo de la trabajadera, repartir bien la carga y seguir siempre las instrucciones del capataz son otros mandamientos que todo costalero debe acatar.  

La labor del nazareno exige también preparación, pues pasar tantas horas de pie procesionando con estandartes que pesan sus kilos entraña sus riesgos; ejercicios para fortalecer el core, bicicleta estática, natación, remo o pilates deberían formar parte de su rutina.

No es recomendable tomar fármacos a nivel preventivo, sólo si aparecen síntomas se podría recurrir a relajantes musculares o analgésicos.

Tan importante como la preparación física es mantener una buena alimentación e hidratación -con agua, nunca alcohol- para esquivar lipotimias, porque "allí abajo hace mucho calor y se suda mucho".

Bien lo sabe esta traumatóloga, también costalera de la hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Esperanza de Mataró, que salen jueves y viernes; el domingo, toca a los niños sacar a Cristo resucitado y a la Virgen de la Aurora.

Vilalta pone en práctica sus consejos yendo al gimnasio, haciendo pilates, yoga y aquagym y tablas con máquinas. Durante los días de procesión come sano, preferentemente carbohidratos, bebe mucha agua y cuida sus horas de sueño. Y por supuesto ensaya mucho, desde enero.

Pueda pensarse que cargar un paso es cosa de hombres por su mayor fuerza física, pero no es el único requisito, porque llevar tu imagen a cuestas tiene mucho de "mentalidad y psicología".

"Es mucha emoción, mucho sentimiento. Hay muchos motivos, cada uno tiene el suyo, y al final no solo llevas tu motivo, también el de todos. Tienes que tener una buena fuerza mental para decirte que puedes seguir, porque cuando vas avanzando en procesión, los kilos van pesando cada vez más", asevera.

La Semana Santa no son sólo los días de procesión, sino todos los preparativos de días previos de ensayos, mudas, retranqueos... Hasta que llega ese momento definitivo en que los capataces dan a su cuadrilla "una charla muy bonita" justo antes de salir.

"No os podéis imaginar lo que es ser costalera", dice emocionada. Le cuesta elegir un momento preciso, pero se lanza: "Cuando me pongo delante de la Virgen antes de irme debajo del paso y los compañeros nos abrazamos y nos decimos guapos".

Luego llega la salida. "Eso es increíble", resume. Y ya cuando acaba, "es un sentimiento indescriptible". A partir de ahí, a pensar en la próxima, porque esto, subraya, "se vive todo el año". EFE