Pamplona, 14 abr (EFE).- La victoria de este domingo ante el Girona sirvió a Osasuna para soltar toneladas de incertidumbre y dudas de la espalda de un equipo que acaricia la permanencia matemática y que mira al final de curso con ganas de lucir su fútbol.
No era una final. Así lo afirmó el entrenador Vicente Moreno en la previa del duelo. El técnico valenciano quiso enfocar la cita como una nueva ocasión de ganar, sin importar el cómo. Fiel a su idea, el once fue el habitual, continuando con la defensa de cinco futbolistas para dificultar las cosas a un rival también necesitado de puntos.
El Sadar, con una de las mejores entradas de la temporada, se tomó su papel como merecía, animando sin parar y celebrando cada córner como si de un gol se tratase, lo habitual en un estadio que siempre juega su partido.
Con un Girona mandón, Ante Budimir falló un forzado cabezazo en línea de gol, algo raro en el croata, que además venía de un partido para olvidar en Leganés. Los visitantes rozaron el gol legal, pero González Fuertes anuló el disparo de Yangel Herrera.
Poco después, Budimir perforó la meta con un gran cabezazo tras centro de Aimar, servicio que, según Michel, nunca debió permitir su equipo. La de ponerse por delante, no era una situación nueva, pero los fantasmas del pasado volvieron a revolotear por Pamplona.
Con un Osasuna más defensivo, el Girona metió en miedo en el cuerpo. Celebración de Stuani con la posterior anulación a falta de 20 minutos. Cosas del fútbol, Moreno cambió a defensa de cuatro y, acto seguido, llegó la recompensa a su valentía.
Los asistentes disfrutaron de lo lindo con el juego directo de los suyos. Saque de banda de Jesús Areso y amortiguación de Budimir con el interior para que Pablo Ibáñez, al primer toque, reventara el esférico desde la frontal. 2-0 y tres puntos que se quedaban en casa.
Osasuna vio peligrar la victoria con el gol de Asprilla en el 96. El árbitro prolongó dos minutos los 7 de añadido, dando lugar a un tenso final que elevó las pulsaciones de los allí presentes.
Con 38 puntos, la situación parece haberse calmado a siete jornadas del final. La conexión con la grada queda reinstaurada, circunstancia necesaria para disfrutar de lo que queda en el mismo barco. Con la energía que te otorga ganar nueve jornadas después, Valladolid ya espera a Osasuna. EFE
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