Días difíciles para Vox y sin rastro de Abascal

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Belén Gil Orantos

Madrid, 13 abr (EFE).- Son días difíciles para Santiago Abascal. Las idas y venidas de Donald Trump con los aranceles están volviendo loco a más de medio mundo y parecen haber alcanzado también al líder de Vox, su aliado fiel en España.

La guerra comercial abierta por el presidente estadounidense ha obligado a Vox a retorcer el argumentario para sostener el discurso de defensa de los intereses españoles por encima de todo y no molestar a Trump con críticas a una política perjudicial para el sector agrario español, donde el partido tiene una buena base de militantes.

Una encrucijada por la que ha transitado desde un inicial "Trump protege los intereses soberanos de su país aunque ojalá no imponga nuevos aranceles", sin permitir hablar de ellos a sus dirigentes, hasta darles la orden de rechazarlos machaconamente en cada intervención y pedir que España negocie con Estados Unidos.

Tanto es así que el propio Abascal llegó a decir en un acto público el domingo pasado que estaban "absolutamente dispuestos a tener una interlocución con el Gobierno de Estados Unidos para lo que sea necesario", dada su buena sintonía con el mandatario republicano.

Pero el ofrecimiento de actuar como mediador no debió caer bien internamente y, por primera vez en más de diez años, unas palabras del líder del partido fueron matizadas.

Apenas 24 horas después el portavoz nacional, José Antonio Fúster, puntualizó que para que Abascal intercediera tendría que darse como condición que Pedro Sánchez saliera de la Moncloa.

Y al día siguiente la portavoz en el Congreso, Pepa Millán, se apartó del ofrecimiento para atribuir únicamente al Gobierno la responsabilidad de la negociación excluyendo de ella a Vox, dada su condición de tercera fuerza política sin capacidad ejecutiva.

La estrategia del avestruz

Cuestionada, matizada o puntualizada su oferta, lo cierto es que a Abascal no se le ha vuelto a ver en público desde que la propuso y se ha limitado a escribir unas cuantos mensajes en las redes sociales, a diferencia de Sánchez y del presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, que no han rehusado comparecer públicamente.

En su último mensaje en la red X este mismo sábado, Abascal publica una foto con la primera ministra italiana, Georgia Meloni, con la que se reunió el viernes en Roma y a la que califica como "una excelente amiga y aliada".

La justificación oficial en Vox por la ausencia pública de Abascal es que estaba disfrutando de una semana de permiso por paternidad. Abascal optó por segmentar los días por el nacimiento a finales de julio del año pasado de su quinto hijo y decidió ir cogiendo semanas de forma puntual.

En esta ocasión ha coincidido con uno de los momentos más sorprendentes para quienes siguen estrechamente la trayectoria de Vox desde sus comienzos, porque precisar las palabras de Abascal es algo inédito en el partido.

Así algunos ven el nuevo permiso por paternidad como una excusa para alejarse de la actividad pública en uno de los peores momentos para el partido por esa alianza con Trump, incompatible con los intereses de los sectores afectados por la política arancelaria del americano.

Una estrategia del avestruz dicen ya utilizada por el presidente de Vox en otras etapas complejas para el partido, como cuando fracasó en las elecciones andaluzas que el 19 de junio de 2022 dieron la mayoría absoluta al PP y abrieron la crisis con su candidata Macarena Olona.

Igual hizo tras los comicios generales del 23 julio que impidieron una mayoría de gobierno de derechas, dieron al socialista Pedro Sánchez un segundo mandato y provocaron la renuncia al escaño de Iván Espinosa, uno de las caras más visibles de Vox.

Abascal también restringió sus apariciones antes de las generales de abril de 2019, pero fue para no exponerse demasiado después del éxito que a finales del año anterior, esa vez sí, logró en Andalucía y que supuso el insospechado boom del partido. Entonces se optó por el silencio para no dejar en evidencia las carencias programáticas de una formación que acababa de nacer en las instituciones. EFE