Helga de Alvear, la niña coleccionista que quiso democratizar la cultura

Helga de Alvear, pionera en el arte contemporáneo, fundó en Cáceres la primera colección de acceso público, destacando la importancia de democratizar la cultura y contribuir al patrimonio artístico europeo

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Fátima Alonso

Mérida, 3 feb (EFE).- Siendo niña, a Helga Müller Schätzel le gustaba coleccionar piedras duras que encontraba en el río Nahe en su Alemania natal y, años más tarde, llegó a comprar su primera obra pictórica a plazos. Con 88 años, deja una colección de más de tres mil piezas y materializado su gran deseo: democratizar la cultura.

Que la ciudadanía pudiera acceder de forma gratuita al disfrute de las obras que había coleccionado durante toda su vida fue el afán de Helga de Alvear -adoptó el apellido de su marido-, referencia internacional en el desarrollo del arte contemporáneo fallecida en Madrid a los 88 años.

Posiblemente las formas, texturas y colores de aquella primera colección de objetos naturales allanaran el camino hacia su posterior fascinación por el arte abstracto de una Helga que en 1957, con 21 años y tras abandonar su deseo de ser pianista -que no compartía su padre-, viajó a España con el objetivo de aprender el idioma.

Aquí conoció al arquitecto cordobés Jaime de Alvear, con el que contrajo matrimonio en 1959 y tuvo tres hijas -María, Ana y Patricia-, e inició una carrera que le ha llevado a atesorar una de las colecciones de arte contemporáneo mas importantes de Europa.

Una colección que se remonta a 1967, cuando conoció a Juana Mordó, entró en contacto con los artistas del grupo entorno a Cuenca y El Paso y se fue interesando cada vez más por la escena artística española.

Su primera adquisición fue una pintura de Fernando Zóbel que pagó a plazos y con ella inició un "vicio", como ha venido a afirmar en alguna ocasión, por comprar obras de arte, "cosas atrevidas", y cultivar un conocimiento que hay que aprenderlo con los años, poco a poco, como si de una carrera universitaria se tratara.

En 1980 entró a trabajar en la galería Juana Mordó en Madrid, iniciando una etapa de aprendizaje y de inmersión en el mundo artístico internacional que le llevó a asumir las riendas de este espacio tras la muerte de su titular en 1984.

Durante los años siguientes siguió las enseñanzas y el modelo de su mentora hasta que en 1995 dio un giro a su carrera abriendo una nueva galería bajo su propio nombre en un espacio de más de 900 metros cuadrados junto al Museo Reina Sofía.

Apostó por el arte contemporáneo más internacional con un especial interés por la fotografía, el vídeo y la instalación, hasta el momento casi desconocidas en España, llegando su colección a ser considerada una de las más relevantes de Europa y exhibida en salas de museos de todo el mundo.

Ello no era suficiente y Helga de Alvear dio un paso más allá en su aspiración de compartir su pasión por el arte contemporáneo con el mayor número de personas. Para ello eligió una forma, una institución sin ánimo de lucro con vocación pública, y un destino, Cáceres, tras haber tanteado también opciones en San Sebastián y Vigo (Pontevedra).

En el año 2006 se constituyó la Fundación Helga de Alvear, en 2010 se inauguró el Centro de Artes Visuales y en 2021, en medio de una gran expectación internacional y con presencia de los reyes de España, el Museo Helga de Alvear -cerró 2024 con cerca de 200.000 visitantes- en una ciudad que, gracias a este espacio, obra del premiado arquitecto Emilio Tuñón, es también símbolo de vanguardia.

De valor incalculable, su colección se llegó a tasar en su momento en 140 millones de euros y está compuesta, fundamentalmente, de pintura española de los años 60 y 70, escultores nacionales de los 80 y 90, además de creadores internacionales y clásicos contemporáneos.

De perfil discreto, ha sido considerada una de las cien personas más influyentes del mundo del arte internacional a juicio de la revista Art Review, y recibido múltiples premios y reconocimientos, entre ellos la más alta distinción de Extremadura por regalar su colección a Cáceres.

El nombre de Helga de Alvear, quien llegó a donar un millón de euros en la lucha contra la pandemia de la covid-19, quedará de este modo unido vitaliciamente al de esta ciudad extremeña, donde su fundación seguirá propulsando su amor por el arte contemporáneo y poniendo en valor la generosidad de aquella niña que, en palabras de Sandra Guimarães, directora del Museo, fue una "líder visionaria". EFE