Los residuos, la parte "física" del cambio climático de la que no se habla lo suficiente

Residuos sólidos y emisión de gases son un problema climático creciente, con países del Sur global cansados de ser el destino de desechos; Europa busca un cambio en su economía de consumo

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Paula Fernández

Madrid, 26 ene (EFE).- Los residuos son la parte "física" del cambio climático pero no se habla lo suficiente de ellos, asegura a EFE el periodista Oliver Franklin-Wallis, autor de 'Vertedero' (Capitán Swing), donde analiza una industria que durante décadas ha convertido al Sur global en el "cubo de basura" del mundo.

Desde su Reino Unido natal hasta países como Ghana, India y Estados Unidos, Franklin-Wallis recorre el camino que hacen los desechos que tiramos a la basura, una "sucia realidad" que esconde además un problema climático, cuenta en una entrevista.

"No hablamos lo suficiente sobre los residuos como un problema climático", señala el periodista, que recuerda que las emisiones de gases no son perceptibles por el ojo humano, pero los desechos sí se pueden ver y tocar.

Y emiten metano, uno de los gases que más contribuyen al calentamiento global.

"Se estima que los desechos sólidos son responsables por cerca del 5 % de los gases de efecto invernadero. Y que el desperdicio de alimentos representa entre el 8 % y el 10 %", afirma Franklin-Wallis.

Una buena estructura de reciclaje y tratamiento de residuos ayudaría a reducir su impacto en el planeta, pero actualmente ese sistema está "roto".

"Mucha gente se sorprende y se enfada al descubrir que durante décadas algunos de los materiales que pensábamos que se estaban reciclando en realidad se enviaban al extranjero, a países como China o el Sudeste Asiático", cuenta el periodista.

Los países del sur se fueron cansando de ser el "cubo de basura" del mundo. China prohibió la importación de residuos sólidos en 2018 y en los años siguientes otros países siguieron sus pasos; Tailandia los vetó el pasado 1 de enero.

El Norte global ha empezado a responsabilizarse de sus desperdicios y a darse cuenta de que representan incluso una oportunidad económica, porque valen dinero.

"España recibe residuos de otros países", dice Franklin-Wallis, que recuerda que el precio del plástico reciclado es mucho más alto que hace 15 años.

El ejemplo más claro de un país que ha sabido aprovecharse de esta industria es China.

"La mayoría de la gente no entiende que el sur de China, que ahora es la capital mundial de producción de productos electrónicos, fue durante muchas décadas el centro mundial de reciclaje electrónico. Significa que tienes materias primas y una fuerza de trabajo que se ha especializado mucho en electrónica", relata.

El interés económico de los residuos hace que la propia industria promueva que se generen más y más. Desde los años 50, la economía se basa cada vez más en un consumo más rápido y más desechable.

La moda rápida de marcas como Zara, H&M o Shein, dice Franklin-Wallis -que considera que en algunos casos debería llamarse incluso 'moda desechable', porque las prendas se usan una o un puñado de veces-, es un ejemplo de esta vorágine de consumo, al igual que los aparatos electrónicos, concebidos para durar un par de años.

Y pese a que la industria de los residuos "ha impulsado la narrativa de que somos los ciudadanos los responsables de la contaminación", cada vez hay más conciencia sobre que las empresas de plásticos deben hacerse cargo de lo que producen.

El periodista defiende que, aun así, todos tenemos una responsabilidad personal por los desechos que generamos: "Es uno de los poquísimos problemas climáticos que puedes cambiar como un individuo. Puedes cambiar qué compras y qué tiras".

La solución es consumir menos, concluye Franklin-Wallis, que rechaza la idea de que esa actitud vaya a poner la economía en jaque.

"Compramos más productos que nunca, pero el crecimiento económico no ha seguido ese ritmo. En muchos países europeos, el crecimiento ha disminuido e incluso las economías están en crisis", argumenta.

La clave, dice, es "comprar mejor" e invertir en "cosas que nos hagan felices". EFE

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