
Las tradiciones navideñas son distintas en cada lugar del mundo, pero hay un aspecto común en la mayoría de los escenarios: la familia. Ya sea para una cena, una comida, visitar un lugar especial o simplemente estar presente, en estas fechas en el imaginario colectivo tiene mucha fuerza la imagen de compartir con quienes se tiene una unión familiar. Sin embargo, son muchas las personas que no se ajustan a este modelo.
Ya sea por la muerte de un ser querido, por una mudanza que aleja, un divorcio, una decisión personal de no pasar tiempo con la familia o por cualquier otra cuestión, hay para quienes la Navidad se presenta desde un prisma completamente distinto. En este contexto, surgen iniciativas alternativas que se alejan de ese modelo que se considera mayoritario.
En 2024, Sara Castro, doula de fin de vida y fundadora de la asociación Las Luziérnagas, propuso crear un plan diferente en estas fechas festivas: una Navidad en Comunidad para compartir la comida del 25 de noviembre con los vecinos de la localidad madrileña de Zarzalejo y con cualquier otra persona de fuera del municipio que se quisiese unir. “Fue verdaderamente entrañable”, explica a Infobae, y señala que este año volverá a organizarse. “Se generó lo que se produce en las familias, solo que, en lugar de rememorar historias familiares, en este caso repasamos la memoria colectiva del pueblo. Incluso en la sobremesa estuvimos jugando a juegos de mesa. Fue muy especial”.
La idea surgió, en primer lugar, como una manera de generar un espacio distinto para las personas que se encuentran en duelo, ya que estas fechas suelen ser especialmente complicadas durante ese proceso. “Sobre todo la primera Navidad es como ‘wow, ¿qué hago este año?’. Entonces, si necesitas hacer una Navidad diferente, pues ofrecemos una propuesta diferente”.

“Hubo gente que, si no hubiera habido esta comida, habrían estado solos en su casa”, explica Castro. Además, este proyecto también sirve como cobijo para ella, que perdió a su marido hace algunos años. “Nosotros solíamos pasar el 24 con mi familia y el 25 en pareja, con nuestro hijo común, pero mi marido ya no está. Organizar este encuentro le da sentido a mi pérdida. Pasar la Navidad en Comunidad es mi manera no solo de ofrecer a las personas este espacio, sino también de ofrecérmelo a mí y a nuestro hijo”, destaca la autora del libro Cuando las Luziérnagas brillan. Y es que, cuando hay una silla vacía en la mesa del 25 de diciembre, una de las opciones para sobrellevar ese duelo es “inventar una Navidad diferente“ que sea acorde a que esa persona no está allí y ”ya no lo va a estar más”.
Una manera de reinventar la Navidad
El modelo alternativo de Navidad en Zarzalejo no nace de la nada. Sara Castro incide en que en el municipio ya había una comunidad bastante fuerte: “Es un lugar donde hay un montón de asociaciones de vecinos desde siempre. El movimiento asociativo en Zarzalejo siempre ha funcionado muy bien”. A raíz de la convocatoria de reuniones en 2011 por parte de Javier Zarzuela, impulsor de las iniciativas de Transición en España, en la localidad se empezaron a crear grupos de trabajo: “Nos reuníamos para tratar temas importantes como la soberanía alimentaria, la transición energética, el transporte compartido... De ahí surgieron las huertas comunitarias y la asociación La Fuente, a las que también pertenezco”.
La Navidad en Comunidad se realizó precisamente en el espacio de la asociación —al igual que se hará este año, en colaboración con Fundación La Caixa—, en el que Sara Castro organiza desde hace un tiempo eventos como los Death Cafes o la noche de difuntos. Propuestas como esta forman parte de un proyecto de la asociación que “pretende impulsar comunidades compasivas en el entorno rural”, explica.
A este plan se unieron 15 personas con el deseo de compartir, conocer gente y vivir unas fiestas distintas, pero con el espíritu de las que se entienden como tradicionales: “Cada uno traía algo de comer, el tipo de comida que llevarías a la mesa con tu familia, algo especial. Algunos fuimos un poco más elegantes de lo que solemos ir un día normal, como es costumbre en la comida de Navidad”.

A través de un grupo de WhatsApp que Sara creó con las personas que se unieron, organizaron qué llevaría de comida cada uno. También hay posibilidad de proponer qué hacer después en la sobremesa: “El año pasado jugamos a juegos de mesa, pero este año alguien puede proponer ver un cortometraje o lo que le apetezca, luego entre todos consensuamos”.
Un espacio para conocer y crear vínculos nuevos
“Reconozco que, cuando propuse esta actividad, lo hice más pensando en personas en duelo por fallecimiento”, explica Sara, para quien esta iniciativa es una forma de “crear nuevas costumbres en la Navidad porque mi marido ya no está y esto es totalmente distinto”. Además, algunas personas de las que acudieron “le conocían y podíamos recordarle juntos. La Navidad en Comunidad es un lugar seguro para las personas en duelo.
Sin embargo, aquella reunión aglutinó muchas otras realidades: “Al final, lo que me he encontrado han sido otros tipos de duelo”. Por ejemplo, un divorcio: “Cuando tú te has divorciado y a tus hijos ese día les toca con tu expareja, no deja de ser un pequeño duelo porque has perdido el concepto de familia que tenías. También hay un duelo general de renunciar a ese concepto de la Navidad”.
“Luego hubo gente que vino porque extrañaba el bullicio de otros años: ‘Bueno, en casa éramos solo dos y nos parecía un poco triste’. A veces pasa esto, que vienes de familias muy grandes, pero te mudas”, destaca Sara. Además, acudió gente desde Madrid o del extranjero, como “un par de personas que eran de otro país y que habían llegado hacía poco”, y Sara señala que “se sintieron muy acogidas”. “El año pasado vino una persona a la que su amiga le había dejado su casa en nuestro pueblo para pasar unos días. Entonces, pensó: ‘Pues me uno’. La verdad que fue enriquecedor compartir una Navidad con una persona que no tenía ningún vínculo ni con el pueblo ni con nadie más sentada a la mesa y, sin embargo, allí estábamos, experimentando nuestra humanidad compartida”.
Una lucha contra la soledad y la individualización
La propuesta llevada a cabo en el espacio de la asociación La Fuente supone también una forma de rebelarse contra una sociedad cada vez más deshumanizante e individualizadora, señala Sara Castro: “Nos hemos quedado muy solos y nos hemos aislado en las ciudades. La gente vive en un bloque de pisos y no se conocen entre ellos. Se dan los ‘buenos días’ por educación, con suerte, pero no saben la vida de unos y otros. Si no conoces la realidad de tu vecino ni sus necesidades, no les vas a ofrecer tu ayuda”.
Así, resulta interesante sentarse en la mesa de Navidad con alguien a quien no se conoce o que no forma parte del núcleo familiar para “hablar sobre a qué te dedicas, qué haces, qué te gusta, cómo llegaste a Zarzalejo”. Una manera de conectar, compartir y generar vínculos: “Si somos un pueblo que acoge y somos gente hospitalaria, pues habrá que ponerlo en práctica”.
Lo más importante de esta propuesta, según explica la fundadora de la asociación Las Luziérnagas a este medio, es que “nadie se sienta solo en Navidad”, unas fechas en las que esto resulta “muy doloroso”: “Lo más general es pasar la Navidad con tu familia, ¿pero qué ocurre cuando eso no es así? ¿Qué ocurre cuando uno no tiene una familia extensa o cuando uno ha tenido una mala relación con la familia? ¿Qué ocurre cuando no estamos en el ideal?”, se pregunta Castro. “Se trata de dar una opción, de generar un espacio que te acoge y que te permite, en una fecha tan señalada, sentir que hay un lugar para ti. Porque eso me parece maravilloso, ¿no? Que haya un lugar en la mesa para ti, para sentarte con otras personas”.
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