Jana Pugès, española viviendo en Marruecos: “Yo gano como 300 euros y con eso lo pago todo”

Toda esta “conexión profunda”, que ha experimentado Jana Pugès, le ha llevado a renegar del turismo superficial o de los europeos que se trasladan a otro país para vivir como privilegiados

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Bandera de Marruecos. (Europa Press)
Bandera de Marruecos. (Europa Press)

Tras más de un año viviendo en Marruecos, una joven de 23 años ha logrado una integración profunda en la comunidad local gracias al idioma. Jana Pugès ha hecho su vida como una más en el pueblo costero Taghzout. Allí, vive y trabaja con un salario de 300 euros mensuales que le permite pagar todo.

Esta cantidad de dinero alcanza en esta localidad, que se encuentra en vías de desarrollo, para “el piso, el alquiler del estudio de baile, la comida y todo”. Según explica en una entrevista a la emisora RAC1.cat, sus necesidades básica parecen cubiertas, sin embargo, encuentra algunas dificultades como “salir a cenar fuera”.

El puente, entre la comunidad marroquí y esta chica, ha sido construido fundamentalmente a través de comunicarse en la misma lengua: el darija. Esta “conexión profunda”, que ha experimentado Jana Pugès, le ha llevado a renegar del turismo superficial o de los europeos que se trasladan a otro país para vivir como privilegiados.

Cómo decidió vivir allí

La catalana emprendió su viaje a Marruecos en junio de 2024, con el pretexto de realizar un voluntariado por “un mes y ya está”. Una vez completo su experiencia, la joven sabía que no podía volver debido a que se había enamorado del ambiente y de la cultura. Se desplazó por el país hasta que su destino final fue el pueblo de Taghzout, la capital de surf de Marruecos.

De rituales antiguos a fusiones
De rituales antiguos a fusiones modernas, la danza se ha convertido en un lenguaje común que trasciende las diferencias y celebra la diversidad. (Freepik)

Este deporte fue una gran aliciente para quedarse. Por otro lado, decidió montar un club femenino de baile donde mujeres europeas y magrebíes pudieran bailar en un espacio seguro. De esta manera, Pugès se gana la vida en un pueblo cercano llamado Tamraght.

Choque cultural

Su adaptación a la nueva cultura estuvo marcada por el choque cultural en cuanto al papel de la mujer en Marruecos. La joven catalana explica que no viven oprimidas, pero sí siguen las tradiciones culturales de una manera estricta. Además, lamenta que la cultura reprima comportamientos cotidianos, sobre todo entre las mujeres. Estas se autocensuran a menudo por presión social o por el qué dirán.

mujeres vestidas con burka caminan
mujeres vestidas con burka caminan por una carretera. (EFE/QUDRATULLAH RAZWAN)

Este contraste se hizo especialmente visible en espacios públicos y de ocio, donde Pugès comprobó cómo muchas mujeres reprimen aficiones o formas de expresión que sí practican en contextos privados. Aunque afirma no haber sufrido directamente esta presión como extranjera, reconoce que el contacto cercano con sus compañeras marroquíes le permitió entender una realidad compleja.

La expectativa del turista y la realidad

Las redes sociales han jugado un papel clave en la imagen que muchos europeos construyen sobre Marruecos. Esta visión, según Pugès, dista mucho de la realidad cotidiana. La catalana critica la idealización que generan plataformas como TikTok, donde se muestran únicamente los rincones más fotogénicos y amables del país. De este modo, se ocultan las contradicciones y dificultades que forman parte de la vida diaria en los pueblos rurales.

Turista se echa una foto
Turista se echa una foto - crédito Freepik

Esta diferencia entre expectativa y realidad explica, en parte, la decepción de algunos turistas que llegan buscando una experiencia idílica y se encuentran con un entorno mucho más complejo. Frente a esa mirada superficial, Pugès defiende un acercamiento basado en la convivencia, el aprendizaje del idioma y la aceptación de las imperfecciones como parte esencial de la experiencia cultural.