
No es habitual ver a miembros de la familia real detrás de un puesto de dulces, pero este domingo en Madrid, la infanta Elena decidió cambiar el protocolo por un delantal. La hija mayor de los eméritos Juan Carlos y Sofía se convirtió en repostera solidaria durante el mercadillo solidario organizado por la Fundación Mapfre en el Hotel Wellington, demostrando que su implicación con las causas benéficas va mucho más allá de la simple firma de un cheque.
El mercadillo, ya un clásico en el calendario navideño de la fundación, reunió a voluntarios, empleados y curiosos dispuestos a aportar su granito de arena a proyectos sociales muy concretos. Entre risas, charlas y un aroma irresistible a galletas y pasteles, la infanta no se limitó a posar para las fotos. Con una naturalidad sorprendente, atendió a los visitantes, ofreció información sobre los productos y, lo más sorprendente, confirmó que algunos de los dulces que se vendían habían salido de sus propias manos. “Alguno es mío, sí”, admitió entre sonrisas, ante la curiosidad de la prensa.

Esta edición del mercadillo tiene un significado especial, ya que coincide con el 50 aniversario de la Fundación Mapfre. Toda la recaudación de este año se destina a Guerreros Púrpura, una asociación que trabaja para mejorar la calidad de vida de niños con enfermedades neurológicas y metabólicas, así como para apoyar a sus familias. La infanta Elena aprovechó para recordar la importancia de colaborar y de pensar en quienes atraviesan situaciones difíciles, animando a todos los presentes a participar según sus posibilidades.
La infanta, cercana y amable en un día marcado por la solidaridad
La jornada transcurrió en un ambiente cálido y cercano. La infanta no buscó protagonismo ni titulares; su presencia fue la de una voluntaria más, sonriente y atenta, conversando con quienes se acercaban a comprar dulces o a conocer la labor de la fundación. Antes de marcharse, se despidió con un sencillo y cálido “Feliz Navidad”, cerrando así su participación en un evento que combina la tradición, la solidaridad y un toque de azúcar.
Su implicación en el mercadillo solidario llega apenas unos días después de otra visita relevante ligada a la Fundación Mapfre, para la que trabaja. La semana pasada, Elena viajó a Las Palmas de Gran Canaria para conocer de cerca el programa de integración laboral Juntos Somos Capaces, desarrollado junto a la Asociación Down Las Palmas. Gracias a esta iniciativa, unas 400 personas con discapacidad intelectual han logrado acceder a un empleo, mostrando que la labor del organismo va mucho más allá de la ayuda económica y apuesta por la inclusión real y la autonomía de quienes más lo necesitan.
Durante su estancia en Canarias, recorrió talleres, salones de actos y espacios destinados a actividades como teatro, baile o yoga, conociendo personalmente el día a día de los usuarios y del personal de la asociación. Su presencia evidencia un compromiso constante y discreto con las causas sociales, siempre orientado a visibilizar y apoyar el trabajo de las organizaciones con las que colabora la fundación.
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