El Gobierno promete limitar el acceso de los menores a las redes sociales ante las consecuencias de su uso problemático

El ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, Óscar López, anuncia la creación de una herramienta para impedir el acceso de los menores de 16 años

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En la imagen de archivo,
En la imagen de archivo, un niño disfruta de los nuevos juegos en el festival de videojuegos Festigame. EFE/Mario Ruiz

Somos esclavos de las pantallas. De día y de noche permanecemos conectados a ellas, como si fueran una prolongación de nuestro cuerpo. Como si nuestras manos estuvieran incompletas sin un teléfono sobre ellas. Como si nuestros ojos solo supieran mirar el baile constante de los colores y nuestros oídos solo pudieran concentrarse en los sonidos estridentes que emiten. Son adictivas. Lo sabemos, porque podemos sentirlo y verlo en los demás, pero también porque hay estudios. Decenas y cientos de ellos. Entre ellos, los hay que alertan de cómo afectan a los menores, los más vulnerables a las luces y los ruidos que atrapan. Esta semana, Australia ha dado un paso al frente y ha prohibido el uso el acceso a las redes sociales a los menores de 16 años. A la luz de la noticia, el ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, Óscar López, adelantaba que el Gobierno prevé implantar una herramienta para bloquear el acceso de los menores de 16 años de las redes sociales en 2026. Llega tarde, pero llega.

La actual legislación española permite que los menores de 14 años puedan registrarse en estas plataformas sin necesidad de autorización parental, pero la intención del Ejecutivo es elevar esa edad mínima hasta los 16 años. Esta promesa llega cuando la presencia de dispositivos digitales en la vida cotidiana de la infancia y la adolescencia en España alcanza niveles sin precedentes, según el informe Infancia, adolescencia y bienestar digital. Una aproximación desde la salud, la convivencia y la responsabilidad social, elaborado por UNICEF España, la Universidad de Santiago de Compostela y el Consejo General de Colegios de Ingeniería Informática, con la colaboración de Red.es.

El estudio, basado en una macroencuesta a 75.329 estudiantes de entre 10 y 20 años, revela que el 82,4% de los menores dispone de su propio teléfono móvil, accediendo a él por término medio a los 10,8 años. Este acceso temprano y masivo a la tecnología digital está transformando la forma en que niños, niñas y adolescentes se relacionan, aprenden y construyen su identidad, pero también plantea retos de salud mental, convivencia y seguridad que requieren una respuesta social e institucional coordinada.

El informe constata que el uso de redes sociales es prácticamente universal entre los adolescentes: el 92,5% está registrado en al menos una plataforma y el 75,8% en tres o más. Incluso en los últimos cursos de Primaria, el 78,3% del alumnado ya tiene presencia en alguna red social. El teléfono móvil, que antes era considerado un dispositivo exclusivo de adultos, se ha convertido en una herramienta habitual en los entornos escolares, familiares y de ocio infantil. El 44,3% de los estudiantes lleva el móvil al centro educativo a diario y casi un tercio de ellos lo consulta durante las clases. Además, el 41,2% duerme todos o casi todos los días con el móvil en su habitación, y de estos, el 47,5% lo utiliza de madrugada.

Una salud mental lastrada por las redes sociales

El 14,2% de los adolescentes presenta síntomas claros de malestar emocional, el 13,1% sintomatología depresiva y el 7,4% un riesgo suicida elevado. Las chicas muestran porcentajes significativamente mayores de insatisfacción vital, malestar emocional y riesgo suicida que los chicos. El informe señala que “el porcentaje de adolescentes que muestran una satisfacción baja con su vida actual es significativamente mayor entre las chicas (22,4%) y en Formación Profesional (28,9%)”. Además, el tránsito de Primaria a ESO supone un aumento notable de la insatisfacción vital, pasando del 9,2% al 21,1%.

El uso problemático de redes sociales y la necesidad de desconexión digital son fenómenos en aumento. El 5,7% del alumnado podría haber desarrollado un patrón de uso problemático de redes sociales, con mayor prevalencia entre las chicas y en niveles educativos superiores. Más de la mitad de los adolescentes manifiesta cierta necesidad de desconexión digital, siendo esta necesidad mayor entre las chicas. El informe advierte que “el uso problemático de redes sociales en la adolescencia se asocia con un mayor malestar emocional, una peor calidad de vida e incluso un mayor riesgo suicida”.

La sexualización promovida por las redes sociales

Las conductas de riesgo online, como el sexting (envío o recepción de mensajes, imágenes o vídeos de carácter sexual) y el contacto con desconocidos, siguen siendo relativamente comunes. El 14,9% ha practicado sexting pasivo y el 6,4% sexting activo. El 58,4% ha hablado con personas desconocidas a través de Internet y el 14,3% ha quedado en persona con alguien conocido exclusivamente online. El 7,8% ha recibido alguna proposición sexual por parte de una persona adulta a través de Internet, siendo las chicas quienes reciben significativamente más proposiciones sexuales.

El logotivo de OnlyFans. (REUTERS/Carlos
El logotivo de OnlyFans. (REUTERS/Carlos Barria)

El acceso a contenidos pornográficos se inicia a edades muy tempranas, con una media de 11,5 años. El 29,6% del alumnado ha visto pornografía en alguna ocasión, cifra que asciende al 55,7% en Bachillerato. El 7,9% presenta un patrón de consumo problemático de pornografía, porcentaje que se eleva al 20,7% si se considera solo a quienes han consumido alguna vez. El informe señala que “el consumo problemático de pornografía se asocia con mayores tasas de sexting y mayor malestar emocional”.

El fenómeno OnlyFans llega a los adolescentes: el 75,1% conoce la plataforma, el 8,6% conoce a alguien que ha ganado dinero en ella y el 2,1% tiene o ha tenido una cuenta. Entre los menores de 16 años, el 1,8% dispone de cuenta en OnlyFans, lo que se asocia a mayores niveles de ansiedad, depresión y somatización.

La mediación parental digital emerge como un factor clave para maximizar los usos positivos de la tecnología y reducir los riesgos asociados. La mitad de los progenitores habla habitualmente con sus hijos sobre los riesgos de Internet, pero solo uno de cada cuatro pone límites al contenido que suben o consumen. El 23,7% del alumnado indica que sus padres o madres utilizan el móvil durante las comidas o cenas familiares, lo que duplica los usos problemáticos y las conductas de riesgo online. El informe subraya que “predicar con el ejemplo y establecer una buena higiene digital en el hogar resulta fundamental”.